capítulo extra (1/2): ashie's

256 24 21
                                    

Al salir de trabajar, Mark tenía por costumbre ir a tomarse algo o a comer kebab con algunos compañeros. Durante diez años había seguido en el mismo puesto, pero su veteranía y su buena fama lo precedían, todo el mundo era consciente de que era la persona de más confianza de la capitana Owen, por lo que a pesar de ser un agente más era tratado con la dignidad de un jefe. Aquel día sería distinto, tenía por delante una jornada muy emotiva que involucraba a su familia, lo más importante de su vida. Condujo hasta el Instituto Municipal de Gullyshore y aparcó en doble fila con algo de nervios, intentando disimular y mantener una fachada de tranquilidad que sabía que acabaría desmoronándose. Una niña pelinegra vestida de rosa identificó el coche al momento y salió corriendo hacia él, despidiéndose con la mano de su mejor amiga. Abrió la puerta del asiento trasero y arrojó la mochila con furia para después subirse de un salto. Merzé era una niña muy enérgica, no era capaz de estarse quieta y en silencio por más de unos minutos, por eso era la preferida de Mark, era la que más se parecía a él. El hombre arrancó a conducir y atravesó la ciudad hasta alejarse del centro en dirección a Fortside, el distrito en el que Mark llevaba viviendo ya más de dos décadas de su vida. 

Merzé cogió el teléfono móvil de su padre cuando el aparato comenzó a sonar. Mark tenía por costumbre no utilizar para nada el teléfono móvil mientras conducía, mucho menos cuando viajaba con alguno de sus hijos. Merzé leyó el nombre en la pantalla y preguntó a su padre si debía responder, algo que hizo reír a Mark. Por supuesto que debía, por el bien de ambos. 

—¿Sí?  —respondió la niña con impaciencia—. Ya estamos de camino, no nos regañes. Sí, Papá va bien vestido. Sí, se ha afeitado bien. No, no lleva chanclas. Sí, huele bien. Bueno, más bien no huele a nada, no está bien decir mentiras.

—No le digas eso o me castigará un mes sin kebab  —rompió a reír Mark—. Dile que deje de dar la brasa. Ya estamos llegando. 

—Dice Papá que no des la brasa y que estamos llegando. Sí, lo ha dicho él. Vale, yo se lo digo. Yo también te quiero. 

—¿Qué me tienes que decir? —quiso saber Mark divertido cuando la niña colgó el teléfono. 

—Que hoy duermes en el sofá. 

Ashie's había sido una de las fábricas más importantes de Gullyshore en el siglo XX, muchas de las historias de la gente de la ciudad estaban vinculadas de una forma u otra a aquella vieja fábrica que hasta hacía muy poco se caía a pedazos a las a...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ashie's había sido una de las fábricas más importantes de Gullyshore en el siglo XX, muchas de las historias de la gente de la ciudad estaban vinculadas de una forma u otra a aquella vieja fábrica que hasta hacía muy poco se caía a pedazos a las afueras de la ciudad, muy cerca del distrito de Fortside. Nadie se habría imaginado jamás que aquel amasijo de ladrillos y suciedad podría convertirse en uno de los edificios más emblemáticos de Gullyshore a aquellas alturas, todo el mundo pensaba que el papel de Ashie's en la vida social de aquella ciudad era algo del pasado, pero Mark y su familia habían demostrado que no era así. De hecho, pocas casas en la ciudad podrían compararse a la ostentosa vivienda en la que Mark y Jack habían formado su numerosa familia. Había sido algo complicado al principio acostumbrarse a vivir en un edificio entero, por muy rehabilitado que estuviese y por más reacondicionamiento que se le hubiera aplicado, pero Mark no habría renunciado jamás, vivir en un edificio que les pertenecía en su totalidad era como poseer un mundo aislado en el que solamente estaba su familia. Mark no tenía problemas en reconocer que vivir allí era un sueño hecho realidad. Para Jack, que había sido bautizado por la crítica europea como el Godward de L'Aínsa por su estilo pictórico, reacondicionar Ashie's  para convertirlo en su hogar había sido única y exclusivamente una necesidad. ¿Era necesario comprar un antiguo edificio industrial para tener una vivienda? Cualquiera diría que no, pero las circunstancias de Jack eran distintas. 

JACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora