capítulo extra (2/2): familia

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El sonido del teléfono móvil hizo que Jack extendiese su brazo hacia la mesita de noche, palpando todo hasta dar con el aparato. 

—¿Quién es? —murmuró Mark adormilado a su espalda. 

—Tu hijo. Sigue durmiendo, voy a ver qué pasa.

Jack se libró del abrazo de su marido y salió de la cama para sentarse en una de las butacas que tenían en el dormitorio, justo al lado del armario, donde había varios butacones aterciopelados a juego con una alfombra pomposa de color blanco. Jack se frotó los ojos tras saludar a su hijo, retirándose el pelo de la cara y haciendo un esfuerzo por no quedarse dormido. 

—No quiero molestar —dijo Borja con una voz rota al otro lado del teléfono. 

—No me molestas, cariño, no estaba durmiendo. ¿Va todo bien?

—No. Me acaban de despedir. 

Jack suspiró frustrado y salió del dormitorio para no molestar a Mark, escabulléndose hacia la enorme cocina. Mientras se preparaba una tila, dejó que Borja le explicase cómo había tenido lugar su pelea con Rose. Él nunca había sido partidario de que Borja comenzase su vida laboral como un trabajador en McSween's, el nuevo restaurante que la mujer había montado después de la quiebra de Aira's. Mark siempre había comprendido su punto de vista, pero en el fondo era lógico que Borja quisiera un trabajo propio y durante algunos años, trabajar en el McSween's no le había resultado problemático en absoluto, al menos no hasta que Rose se enteró de quién era su padre. Nunca antes lo había mencionado, pero desde que supo que el hijo de Jack trabajaba en su restaurante, el nombre del artista no desapareció. Eran comunes las anécdotas sobre la vida que Jack había llevado antes de ser un artista reputado y también se hacían comentarios, muchos de una naturaleza que a Borja le resultaba inadecuada. Al final la situación se había hecho insostenible y había acabado por estallar aquella noche, por eso Borja estaba sentado en la calle llamando a su padre. Tenía miedo de regresar a casa con Olivia para decirle que se había quedado sin trabajo, que no podrían pagar el alquiler y que todo era culpa suya. 

—Encontrarás otro trabajo, cariño, y si aún así tenéis problemas para pagar el alquiler, yo puedo...

—¡No! —interrumpió Borja perdiendo la compostura—. ¿Es que no lo entiendes? ¡No quiero tu dinero!

—Ya, cariño, ya sé que quieres ser independiente, yo no...

—Maricón. 

Jack cerró la boca y contuvo el aliento por un momento. También se había producido un denso silencio al otro lado del teléfono, un recuerdo incómodo se había interpuesto entre padre e hijo. A Jack le escocían los ojos, siempre había sido inseguro y por más que quisiera aparentar cierta madurez, seguía resultando demasiado fácil hacerle llorar. 

—¿Recuerdas cuando te llamaba maricón?

—Sí —contestó Jack más fríamente de lo que quería. 

—Escuchaba eso sobre ti en todas partes. Me daba tanta rabia tener que aguantar las burlas y el acoso en el instituto que no me paraba a pensar en si la víctima era yo o si en realidad lo eras tú. 

—No fue culpa tuya, eso ya está olvidado. Sólo tenías catorce años, Borja. 

—Los dos sabemos que no. Yo no lo he olvidado y sé que tú tampoco. No es casualidad que mi relación sea más fluida con Mark. Al principio te tuve rabia, te culpé de lo que me hacían en el instituto. No podía permitir que la situación volviera a repetirse tantos años después. Te lo debía.

—¿Alguien me insultó? Ha sido eso, ¿no? Te has peleado con alguien por mi culpa.

—No, por tu culpa no. No eres culpable de ser quién eres, ni ahora ni antes. Nadie debería cuestionarte por expresarte de la forma que en que lo haces, nadie debería intentar hacerte daño por ser así. Esa es la lección más importante que me habéis enseñado. He perdido mi trabajo y no sé qué va a pasar ahora, pero sí sé que nunca volveré a dejar que te hagan daño delante mío. 

JACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora