puto día perfecto

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— Siempre me dicen que disfrute del viaje, pero es difícil disfrutar un viaje que no parece llevarte a ningún sitio. 

Liberty observaba con una enorme sonrisa la conversación que estaban teniendo Albert y Jack. Sabía que tenía talento, pero no acababa de acostumbrarse a la capacidad que Jack tenía de sorprenderla. Era muy interesante conversar con él y eso era algo que no podía decir de la mayoría de sus compañeros y compañeras de trabajo. A aquellas alturas, Liberty sabía que no equivocaba apostando por el talento de aquel joven alumno.

— Hay agencias de viajes sorpresa —le respondió Albert con la cerveza en la mano—.

— Sí, bueno, pero aunque no sepas exactamente el destino, sabes que será una ciudad. No es lo mismo. 

— Disculpad que interrumpa vuestro debate —dijo Liberty—, pero Jack tiene cosas que contarnos, ¿no?

Jack asintió sonriente. Lo había estado pensando, especialmente en los últimos días. La ausencia de Mark había empujado al chico a centrarse en sus proyectos, más por intentar no agobiarse que por estar realmente inspirado. Sin embargo, estaba convencido de haber encontrado un filón interesante, finalmente había encontrado algo que no dudaría en presentar. Liberty había intentado quitarle importancia, pero aquello era un paso muy importante, era el comienzo de su carrera como artista. Jack era consciente de que no que iba a exponer marcaría un punto de inflexión en su vida, así que eso era precisamente lo que quería mostrar. Puntos de inflexión. Las personas, los momentos y las cosas que lo habían marcado y lo habían hecho ser quién era, las versiones de él mismo que habían existido en el pasado, las que podrían haber sido y no llegaron a ser y también las que podrían existir en un futuro. Todo eso había dado lugar al primer gran proyecto artístico de Jack. Liberty preguntó por el nombre y él no no dudó en que sería "Legau", nombre aragonés que significa "legado". A Liberty le pareció una idea perfecta, pues además combinaba muy bien con su propio proyecto. 

Siguieron conversando. Pasó algo de tiempo hasta que Liberty se percatase de que tendría que estar preparándose para las clases de la tarde, pero fue un rato muy divertido para Jack, porque en aquel pequeño intervalo temporal, los problemas y las preocupaciones habían desaparecido. Solo, el chico se decidió a acabarse su café y marcharse a casa. Había sido una buena mañana, quizá podría coger algo de comida para llevar y pasar el día dibujando. Revisó su móvil al pensar en Mark, por si acaso había llamado, pero no fue así, y sintió que la ansiedad volvía a afectarle.

— Jack, basta, intenta no ser tan dependiente por un momento —se dijo a sí mismo murmurando—. Levanta tu culo de la silla, ve a por algo para comer y ten un puto día perfecto. 

Si alguien vio a Jack hablando solo debió llevarse una idea interesante de él, pero a quién le importa. El chico se levantó y se dirigió a la parada de autobús. Pararía en el centro a coger comida y después cogería otro autobús hasta Fortside. Llevaría más tiempo, pero estaba decidido a darse un capricho. Tuvo bastante suerte con los autobuses, de hecho llegó a casa antes de los esperado. Dejó las bolsas de comida en la cocina y se dispuso a preparar la mesa, pero el móvil comenzó a vibrar. 

— ¿Qué haces, Jackie? —preguntó Mark al otro lado del teléfono—. 

Jack le explicó lo que había hecho aquella mañana y la comida que había comprado, deseando que su novio pudiese acudir a tiempo para comer juntos, pero tendría que ser en otra ocasión, en una ocasión que últimamente parecía no llegar nunca. 

— Mark, ¿pasa algo? 

— No, amor, todo va bien. Sólo que tengo bastante trabajo.

— Vale, pues ya no te pregunto más, que me hago pesado. Voy a comer.

Mark se despidió y colgó al instante. Pasaba algo, Mark mentía mal, pero Jack decidió obviarlo. Estaba decidido a su buen día. Empezó a comer. Se había comprado hummus y una ensalada con seitán y aguacate. Era de uno de sus locales favoritos, amaba esa comida, pero tuvo que dejarla estar para atender a Joane. Podría haber ignorado la llamada hasta después de comer, pero Jack se alegraría de no haberlo hecho. Su amiga estaba en pleno ataque de nervios, algo malo le había pasado a Mario, aunque no sabía explicarse bien. Estaba fuera de sí. Dejó la mesa como estaba y salió por la puerta. Miró el horario de autobuses, todavía faltaban diez minutos para el próximo, no le quedaba más remedio que esperar a no ser que Mark quisiera llevarlo en coche. Colgó a su amiga, pero como ya se había imaginado, Mark no respondió a sus llamadas. Volvió a llamar a Joane, tenía que esperar un poco pero pronto estaría en el hospital con ella. Al menos no estaba sola. Se había encontrado con Sophie, seguramente porque la chica había ido a ver a John. 

Aunque sabía que Joane estaba acompañada, Jack tenía un nudo en el estómago. El autobús llegó antes de tiempo y el chico lo tomó, con lo que estuvo en el hospital antes de lo que se esperaba. Al bajar del vehículo corrió hasta la papelera más cercana y vomitó lo poco que había comido. El repugnante sabor permaneció en su boca mientras corría hacia el ascensor para subir a la planta donde esperaba su amiga. Fueron sólo unos pocos minutos, pero a Jack se le hicieron eternos hasta que las puertas del ascensor se retiraron y los ojos del chico contemplaron a su amiga sentada en las sillas del pasillo, con la cara descompuesta y temblando de los nervios. Se abrazó a él como si su vida dependiera de ello y se rompió. Jack tragó saliva, incapaz de decir algo que pudiese reconfortarla. 

— ¿Están aquí por el señor Villa? —preguntó una enfermera, insegura de haber pronunciado bien aquel apellido—.

— Sí —respondió Jack—.

— No se preocupen, está bien. Tiene un esguince en el tobillo, el hombro dislocado y heridas y contusiones varias, pero su vida no corre peligro. En un momento lo subirán a una habitación y podrán ir a verlo.

Joane dejó de llorar al instante, secándose las lágrimas. No era religiosa, pero le agradeció a Yahvé que hubiese protegido a Mario, porque a pesar de lo que había dicho la enfermera, Joane estaba convencida de que el chico se moría. Fueron al ascensor para subir a la planta que la enfermera les indicó, pero no entraron a la habitación. Mario había sido sedado para que pudiese descansar y además había un policía. Jack lo reconocía bien, había visto mil veces el cuerpo que ocultaba aquel uniforme. Mark se giró, sorprendido de ver a Jack allí. Abrazó a Joane para consolarla y dejó que entrara en la habitación, pero no parecía estar muy contento con su novio.

— Creía que estabas en casa comiendo.

— Lo estaba cuando hablamos, pero Joane me necesitaba.

— Jackie, ya te he dicho que no quiero que vayas solo a ningún sitio. Tendrías que haberme llamado.

— Antes de decirme nada, mira tu teléfono. Te llamé antes de coger el autobús. Si me disculpas, mi amiga me necesita. 

Jack pasó al interior de la habitación, rozando el hombro de su novio con mala cara. Se sentó junto a Joane, cogiéndola de la mano. Su puto día perfecto había acabado siendo un puto día sin más. 

 

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