better off

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Los tejanos le apretaban, algo normal porque había cogido peso. La sensación era molesta, no podía andar suficientemente rápido, como solía hacer siempre. Iba a llegar tarde, una vez más. Lo peor de todo era que ya no le importaba. Caminaba por las calles tan rápido como podía cargando su mochila negra de mala manera y con aquella canción sonando constantemente, una y otra vez. 

...I never let'em know too much

Hate gettin' too emotional, yeah...

Jack era demasiado fanático de Ariana Grande. Tenía camisetas, sudaderas, fondos de pantalla... Hasta la mochila negra en la que llevaba el uniforme laboral era de Ariana Grande. Siempre que llevaba sus auriculares, escuchando sus playlists de spotify, las canciones de la cantante salían por algún lugar. Era inevitable. Era una de las pocas artistas de las que había escuchado todos los discos y siempre corría para escuchar los últimos lanzamientos. Escuchar a Ariana Grande tranquilizaba sus nervios constantes, le hacía la vida más llevadera. 

...I'm better off being a wild one...

Jack se esforzaba por ir rápido. Cruzaba cuando no debía hacerlo, corría de mala manera entre la gente y sentía que el pantalón le iba a explotar de un momento a otro, pero es que llegaba demasiado tarde incluso para ser él. Odiaba tanto ir a trabajar que a menudo salía tarde de casa a conciencia, era casi como un impulso retrasar el momento en que tuviese que abrir la puerta de aquel infierno lleno de hamburguesas y gente poco recomendable. El cartel de neón, apagado todavía, asomaba ya en el cielo y Jack se apresuró. Nuevamente fue a cruzar la calle. El semáforo estaba en rojo, no debía pasar, pero ya casi había llegado. Agarró su mochila y echó a correr, atravesando la carretera, con los ojos puestos en el cartel de Aira's y la canción de Ariana Grande inundando su cabeza. 

...Go on and face it, I'll never be ready for you, ready for you...

...I swear my love is a curse...

Y entonces un sonido ensordecedor eclipsó la canción y Jack se giró. Un coche se abalanzaba sobre él y creyó que moriría, pero el conductor giró en el último momento y acabó chocándose frontalmente con una farola, que fue derribada y se estampó contra el asfalto. Jack se tapó los ojos, incapaz de creerse lo que acababa de pasar. A su alrededor todo se había detenido. La gente estaba alucinando y las miradas estaban clavadas en él.  Estaba en mitad de la carretera, nervioso, sin saber demasiado bien qué hacer. Odiaba ser el centro de atención, pero si encima era por haber provocado un accidente, pues la cosa era ya de chiste. Tenía tanta vergüenza que no sintió que alguien se le acercaba y cuando lo tuvo al lado, su instinto de supervivencia lo obligó a empujarlo y gritar. 

—¡Eh, eh! Tranquílizate, hombre, sólo quería ver si te había hecho daño. 

Aquella voz... Jack miró con detenimiento a aquel hombre y se sintió más avergonzado todavía. El coche que se había estrellado no era un coche cualquiera, sino un coche de policía, pero además aquel policía le resultaba familiar. Sin embargo no conseguía recordar dónde lo había visto antes; por el contrario, el policía sí se acordaba. 

—¿Cómo no? Primero me insultas por comprar mi cena en tu local y ahora haces que me estrelle. ¿Quieres matarme, verdad?

—¡Tú! —exclamó el chico recordando quién era aquel policía—. ¿De todas las personas de esta ciudad has tenido que ser tú, en serio? 

El policía miraba molesto al chico. No sabía cómo tenía que reaccionar, pero estaba especialmente sorprendido porque le resultaba gracioso. Era una casualidad cómica, casi irónica. Una semana antes de aquel accidente se había encontrado con aquel chico en una hamburguesería y habían tenido un rifirrafe. Y justo siete días después habían estado a punto de matarse. Era cómico, le costaba demasiado aguantarse la risa. 

—¿Eres tonto? 

—Muy bonito, eh... Como no has podido matarme, ahora me insultas. 

—Es que no entiendo qué te hace tanta gracia, ¿no sabes conducir o qué?

—No me estoy riendo y no soy yo el que cruza la carretera cuando no se debe hacer. A ver si maduras un poco, chaval. 

—Antes de darme lecciones ponte algo de desodorante, señor agente. Apestas a alcohol. 

Mark no pudo evitarlo. Comenzó a reírse, llenando la calle con sus carcajadas mientras la gente miraba sorprendida la escena y la grababa en sus teléfonos móviles. El chico lo miraba sorprendido, incluso algo asustado. Parecía un maníaco. Mark levantó su mano en el aire y con la otra agarró a Jack por el brazo. 

—Tranquilos, queridos conciudadanos de Gullyshore. Este gamberro se viene conmigo a comisaría por alteración del orden público. 

Algunas personas aplaudieron al policía mientras arrastraba al chico hasta el coche patrulla. Jack no podía creerse lo que estaba viviendo y para colmo, seguía llegando tarde a trabajar. El policía abrió la puerta trasera del coche para que el chico subiese, pero antes de eso se acercó a su oído. Jack no sabía si reírse o enfadarse. Había cruzado la carretera sin mirar, pero Mark reconocía que había bebido un poco, así que lo dejarían tal cual. Le propuso llevarlo a trabajar para librarse de una bronca, como si hubiera leído su mente, pero lo cierto era que así también se aseguraba una coartada. Jack se colocó los auriculares antes de que Mark cerrase la puerta. La canción de Ariana seguía sonando. 

...I'm better off without him...

I'm better off without him

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JACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora