La persiana de Aira's ya había tocado el suelo. El teléfono de Jack vibraba en su mochila, pero él no se daba cuenta porque estaba acabando de cerrar la puerta para poder marcharse a su casa. Tenía los auriculares puestos y la voz de Aya Nakamura retumbando contra su tímpano. En su cabeza sólo había la idea de todas las noches que tenía que cerrar el local: volver a casa con la música en sus oídos dando un paseo por la ciudad, dormida y oscura. No obstante, aquella noche no pudo hacerlo. Había visto que Joane le enviaba audios, pero dedujo que era para hablar de la cita que estaba teniendo, así que tenía pensado responder cuando llegase a casa. Sin embargo, las vibraciones, que se habían detenido unos segundos, ya no eran por mensajes de su amiga. Eran cíclicas y muy fuertes. Alguien lo estaba llamando y era incapaz de creerse que fuese Mark. El chico no respondió y se quedó mirando la pantalla iluminada de aquel teléfono, leyendo una vez tras otras las doce letras con las que había agendado el número del policía: Agente Whisky. Era muy probable que se hubiese equivocado al marcar o que hubiera llamado por error. Se sorprendió cuando unos segundos después de apagarse la luz de la pantalla, el móvil vibró de nuevo. El Agente Whisky volvía a la carga. Jack se detuvo a la luz de una farola, antes de cruzar el paso de peatones, y respondió a la llamada.
— A ver, camarero, ¿se puede saber por qué no me respondes la llamada y te quedas mirando la pantalla?
— Creía que te habías equivocado y... Espera un momento. ¿Cómo sabes que me he quedado mirando la pantalla?
— Porque te estoy viendo desde el coche.
Jack se separó el móvil de la oreja y empezó a mirar a su alrededor, nervioso. No vio el coche por ningún lado.
— Oye, ¿tú te has cenado una botella de ron o algo?
— Mira que eres estúpido cuando quieres, eh. Estoy en mi coche, en el aparcamiento de la hamburguesería. ¿Vas a venir o tengo que esperarte mucho tiempo más?
Jack colgó el teléfono algo enfadado y dio media vuelta, regresando por la acera hacia Aira's. El aparcamiento no tardó en aparecer ante sus ojos y efectivamente, allí estaba el coche de Mark, aparcado en soledad al lado de la acera. Había salido tan distraído que no lo había visto. Se acercó hacia allí y miró con mala cara al hombre que lo esperaba frente al volante, saludándolo con una mano y sonriendo, como de costumbre. Abrió la puerta para subirse al vehículo y la cerró de mala manera, agarrando con fuerza su mochila negra y mirando a Mark con el ceño fruncido. Mark, por el contrario, tenía la sonrisa más amplia que Jack hubiese visto jamás.
— Encima de que su príncipe viene en carroza a buscarlo, se enfada. ¿Ves por qué no tienes novio todavía?
El chico se ruborizó, abriendo la boca desmesuradamente, sin poder creerse lo que acababa de escuchar. Soltó una risa de incrédulo, mirando al frente. Aquel cretino era jodidamente irresistible.
— Te ha encantado lo del príncipe y la carroza, eh —rio a carcajadas el hombre—.
— Sí, demuestra a la perfección que la única neurona que te queda es muy vaga y no quiere trabajar. ¿Me vas a explicar qué haces aquí?
— Pues esperarte para llevarte a tu casa. John me había dicho que hoy cerrabas, así que me he puesto ropa y he venido para que no vayas solo por ahí a estas horas.
El chico iba a responder algo, pero no lo hizo. Se quedó callado, mirando a Mark, casi sin parpadear. Su corazón latía muy fuerte cada vez que hacía eso, sorprenderlo de aquella manera, tratarlo como no lo había tratado ningún tío antes. Sintió una sensación extraña y un nudo en la garganta. Sí, iba a llorar.
— Gracias —murmuró, girando la cabeza para mirar por la ventana—.
Mark lo miraba con los ojos abiertos, sin saber demasiado bien qué decir o hacer. Ya se había acostumbrado a las ironías del chico, a su sátira casi hiriente, a su mala cara. Que se callase y estuviese tan serio era una novedad. Mark miró al frente, agarrando con fuerza el volante. Se sentía algo confuso porque no había visto a Jack así antes. Afortunadamente no se dio cuenta de que el chico estaba llorando.
— Oye, no quería molestarte. Sólo pensé que estaría bien llevarte a casa en coche. Perdón.
Jack se giró. Ya no lloraba, pero sus ojos seguían cristalinos y Mark se dio cuenta de que había llorado. El chico se quitó el cinturón y le dio un abrazo sorpresa al conductor. El corazón de Mark comenzó a latir más deprisa, jamás se habría esperado que Jack fuese a abrazarlo así. No entendía qué había hecho para que reaccionase de aquella manera, pero sonrió con dulzura, envolviéndolo en sus brazos. La versión sensible de Jack era incluso más tierna que la versión maleducada. El chico se retiró a ponerse el cinturón de nuevo y Mark arrancó el coche. El trayecto se hizo corto. Ninguno de los dos habló demasiado, Mark estuvo concentrado en la conducción y Jack mantuvo su mirada fija en el paisaje oscuro que se veía a través de la ventana. Cuando el bloque en el que vivía el chico apareció a la luz de las farolas, las lágrimas habían dejado de brotar de sus ojos. El chico tenía su cabeza apoyada en el cristal de la ventana y no apartaba su mirada del paisaje, aferrándose con fuerza a su mochila. Mark detuvo el coche y se giró a mirar a su acompañante, sin soltar el volante. Lo miró con ternura, creyendo que se había dormido. Le tocó el brazo con suavidad, haciendo que sus miradas se encontrasen.
— Creía que estabas dormido.
— Muchas gracias por todo, Mark —le dijo con seriedad, sacando sus llaves de la mochila—. Nos vemos.
— Oye, espera, no te vayas. Te noto muy raro. Si te ha pasado algo, por favor, dímelo.
Jack ya había bajado del coche y tenía la puerta agarrada con una mano. Se inclinó hacia delante para poder mirar a Mark directamente a los ojos, unos ojos en los que podía detectar a la perfección una preocupación sincera. Forzó una sonrisa.
— Todo está bien —le dijo—. Eres increíble. Gracias.
El chico cerró la puerta del coche y echó a caminar deprisa hacia su portal, dejando a Mark anonadado por completo. Sentado y agarrado al volante, el hombre no emprendió el camino de regreso a su casa hasta ver que el ventanal del ático se iluminaba. Jack lo vio marcharse desde allí arriba, sin asomarse demasiado, con el corazón todavía desbocado en el pecho. Estaba muy sensible, Mark había acabado de romper todos los esquemas, si es que quedaba alguno que pudiese romper. A Jack no le molestaba en absoluto volver andando a su casa solo, fuese de noche o de día. Estaba más que acostumbrado a eso, a ir por su cuenta por todas partes, pues durante toda su vida la mayoría de personas había sido poco más que una decepción. Que Mark hubiese salido de su casa a aquellas horas únicamente para ir a buscarlo al trabajo era algo que jamás habría pedido porque Jack consideraba que aquello sólo podía ocurrir en las películas, y si ocurría en la vida real, siempre era a otras personas.
Se duchó y se fue a la cama, pero la ansiedad no le permitía conciliar el sueño. Cogió su móvil y vio unos cuantos mensajes de voz de Joane, así que los reprodujo. Una sonrisa deslumbraba en su cara unos segundos más tarde. Joane siempre era una buena salida a sus preocupaciones, sus miedos y sus inseguridades. Además aquella noche había tenido una cita entretenida y se lo había pasado bien. Escuchar la felicidad que sentía Joane a través de un mensaje de voz era una experiencia casi mística. Jack no podía alegrarse más por ella, al menos eso pensaba hasta que escucho a su amiga pronunciar el nombre del chico con el que había cenado. Tomó la decisión de no responder a Joane. Si ella había disfrutado, no iba a ser él quien le aguase la fiesta, pero aquel chico no le gustaba. No podía gustarle, no después de lo que pasó.
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JACK
RomanceA Jack todo le va mal. A Mark nada le va bien. ¿Qué pasaría si se dieran una oportunidad? _______________________________________________________ Finalista de los Watty 2021. Segunda ganadora en la categoría romántica de los Premios Tinta Dorada 20...