zodiacal

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El móvil empezó a vibrar justo cuando se iba a pintar la raya del ojo. Joane no se maquillaba mal en absoluto, pero siempre se ponía un poco tensa cuando tenía que pintarse con el delineador, porque le temblaba el pulso y odiaba estropearse el look de aquella manera. Aquella vez consiguió apartar la mano antes de cagarla. Joane puso a su amigo en altavoz y siguió maquillándose, mientras al otro lado se escuchaba cómo Jack comía algún snack, seguramente patatas fritas de bolsa o alguna cosa parecida. El chico se disculpó por haber tardado en responder, pero tenía motivos más que suficientes. Su amiga no sabía si creerse todo lo que le estaba contando, ya que la maravillosa excursión que había hecho su amigo con Mark al Pontón Maldito parecía la típica cita de ensueño de los libros románticos que Joane solía leer. 

— Es que realmente yo creía que no habíamos tenido química. 

— Siempre te pasa eso, Jackie, tienes la maldita manía de ver siempre la parte más oscura de todo. Te dije que ese hombre te lo ha mandado el Universo. ¿Cuándo volveréis a veros?

— No hemos quedado en nada. 

Jack seguía contando cómo se sentía mientras la chica se miraba al espejo. Se sentía muy guapa en aquel momento. Recientemente se había comprado unas extensiones y unas uñas postizas, aunque estas últimas no le habían acabado de convencer. Se veía bastante guapa y eso que en los últimos días había tenido un poco de problemas con su autoestima. El monedero estaba sobre su cama con el dinero esparcido sobre las colchas de color rosa y negro. Había estado contando para saber si podía permitirse ir a cenar y sí, podía hacerlo, aunque tendría que escoger bien qué comer. Sus ingresos no eran demasiado exuberantes, así que era algo habitual que antes de salir dedicase un par de minutos a hacer cuentas. Su amigo seguía contándole cosas, ya no hablaba de Mark, sino de cosas menos importantes que pasaban por su cabeza, porque en realidad sólo quería adivinar qué estaba haciendo su amiga. 

— Tía, ¿me puedes explicar de una vez qué estás haciendo?

— Ya te lo he dicho, Jackie, me estoy arreglando porque me aburro. No estoy haciendo nada. 

Jack no creía en absoluto a su amiga, pero no iba a insistir. Joane sabía perfectamente que no la creía. Se conocían demasiado bien y, aunque el peor mentiroso era Jack, Joane tampoco era una experta. En realidad ella no solía ocultarle cosas, pero no quería contarle que tenía una cita, ya que aunque no estaba segura del todo, había notada tensión entre Jack y Mario, el chico con el que iba a salir a cenar. No sabía exactamente por qué, pero cuando coincidieron en la calle, apenas unos días atrás, Jack había sido borde a más no poder, casi cortante. Por alguna razón que la chica no tenía en mente, a su amigo no le había gustado Mario, pero a ella sí le gustaba, y además le gustaba bastante. Si discutía con Jack sobre Mario, la cita de aquella noche no sería igual, y Joane quería disfrutar de aquello, es más, necesitaba salir y hacer algo distinto. Por supuesto, su idea era hablar con Jack sobre el tema, pero no aún. Disfrutaría de su cita y lo hablaría después. 

Cuando la llamada ya había acabado, Jack tuvo la sensación de que su amiga había quedado con un chico, pero lo que despertaba su curiosidad era el motivo por el que no había querido contárselo. En cualquiera de los casos que se imaginaba, el chico no veía ningún problema, él sólo quería lo mejor para su amiga. Pronto todo aquello se le olvidó porque al ver el reloj se dio cuenta de que el tiempo había pasado volando y que la hora de ir a trabajar estaba muy cerca. Se fue a duchar y se vistió rápidamente, todavía algo mojado. La ropa se le ceñía al cuerpo y resultaba algo incómodo, pero no tenía tiempo para secarse mejor. La mochila negra lo esperaba en el suelo, en el sitio habitual, y tras colocarse los auriculares, el chico salió de su casa. Aquel día no llegaba tan tarde como para tener que correr, pero sí caminaba deprisa, adelantando a las personas que caminaban tranquilas, disfrutando de la tarde. Incluso Rose se sintió abrumada de verlo llegar tan pronto. Como era de esperarse, la faena se había ido acumulando por la cantidad de holgazanes acumulados que había en aquella hamburguesería, así que en cuanto empezó su turno, Jack tuvo que ponerse a trabajar. Había muchos clientes y el ambiente era tenso, algo agobiante y los nervios podían palparse en el aire. De hecho, Rose tuvo que salir a despachar junto al chico por la cantidad de clientes. 

JACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora