Epílogo 1/2

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El teléfono volvió a sonar y antes de responder, la mujer tenía clara la respuesta. No podía dar cita a nadie aquella semana, era demasiado especial para pensar en trabajo. Además, con el éxito que tenía el estudio, tomarse una semana libre le vendría fenomenal. Joane llevaba el cabello rosa recogido en un moño y vestía un chándal, aunque usualmente acudía al estudio arreglada al máximo. Después de dos años, Joane había llegado a desarrollar toda una estética nueva gracias al éxito de su estudio de tatuajes, alquilando una nueva vivienda para ella y Mario. Jamás pensó que el estudio funcionaría tan bien, pero lo había hecho, y había permitido que dejase la biblioteca y ganase mucho más, con lo que podía vivir fuera del domicilio de su madre. Lo que más orgullosa la hacía sentir, no obstante, era poder ayudar a Mario a seguir con sus estudios mientras se esforzaban para que el chico pudiese conseguir la ciudadanía británica. Había sido complicado llegar a ese punto, incluso recordaba algunos momentos en los que creyó que no iba a funcionar, que aquella relación no valía la pena porque nunca llegaría al punto que Joane necesitaba, pero afortunadamente, creer eso había sido un error.

— Nena, ¿lo tienes todo?

— Sí. Cojo el móvil y las llaves y estoy lista. 

— Como vamos bien de tiempo, ¿te apetece que compremos algo para desayunar? Seguramente vendrá con hambre.

— Perfecto, vamos. 

Todavía no era tarde, tenían tiempo para desayunar. Jack había madrugado mucho para coger el avión, así que la idea de Mario era muy apropiada. El problema era que ir bien de tiempo les daba espacio para pensar y claro, tratándose de Jack, era inevitable pensar en Mark. Mario no lo había mencionado, era consciente de que Joane sólo estaba interesada en reencontrarse con su amigo y pasar momentos increíbles con él. Después de todo, no sabían cuánto tiempo pasaría en Gullyshore antes de volver a marcharse. 

Al subirse a la moto, Joane miró hacia atrás. El edificio en el que había montado su estudio era bonito, de esos que tienen el ladrillo a simple vista con un aire industrial pero elegante al mismo tiempo. Se agarró fuerte a la cintura de Mario, no por miedo, más bien por gusto, y la moto se perdió en la carretera. Aquel día iba a ser un buen día. 

La televisión había dejado de ser entretenida mucho tiempo atrás, pero al menos estaba ahí cada vez que la necesitaba, y Mark se sentía más acompañado escuchando a otros humanos hablar

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La televisión había dejado de ser entretenida mucho tiempo atrás, pero al menos estaba ahí cada vez que la necesitaba, y Mark se sentía más acompañado escuchando a otros humanos hablar. Blejan era una perra cariñosa, la quería muchísimo, pero no era muy buena conversando y Mark echaba en falta a veces charlar con alguien. Sin embargo, no era del todo un problema, siempre había sido un tipo solitario, la mayor parte del tiempo estaba bien, a pesar de los momentos en que sentía que su vida era monótona. Había intentado llamar a Mario para ir a tomar unas cervezas, pero no respondía. Aquella última semana había sido difícil contactar con su mejor amigo. Aunque no podía saberlo porque ella no le hablaba, supuso que Mario estaría ocupado con Joane, y lo comprendía. Mark había notado el cambio de actitud de la chica, pero no la responsabilizaba de nada ni tenía una mala opinión de ella. Era natural. Su mejor amigo era Jack y Jack ya no estaba. Las cosas habían cambiado, ellos también. 

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