bajo la almohada

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El sonido de la puerta alertó a Mark sobre la llegada de su pareja. Jack llevaba la mochila a su espalda, pero pronto la abandonó sobre el sofá y dejó las llaves sobre el mueble de la entrada. Se quitó los zapatos, fue a la cocina, cogió un puñado de sus cereales malos y subió las escaleras, comiéndoselos uno a uno. Arriba lo esperaba su novio, ya tumbado en la cama con cara de estar adormilado, aburrido o muy probablemente ambos. Lo recibió con una sonrisa que mostraba lo cansado que estaba. Jack ya se había comido los cereales, así que se tumbó en la cama y abrazó a Mark, besuqueándole la cara. El policía se despejó un poco, obviamente, y atrapó al chico en sus brazos con un fuerte abrazo. Jack adoraba quedarse tumbado así, con la cara escondida en su cuello, encajada a la perfección en aquel hueco como una pieza de tetris

— ¿No se te está olvidando algo? 

— ¿Quieres más besitos? —preguntó Jack poniendo voz de inocente, levantando un poco la cabeza para mirarlo—.

— Sí —rio Mark—, pero me refiero a tus dibujos. 

Jack accedió a besar a su novio un poco más, pero en cuanto dejó de hacerlo le explicó lo que había sucedido aquel largo día, desde el casual encuentro con Liberty Oldham en la cafetería hasta la sorprendente visita que le había hecho en la parada de autobús, acabada ya la jornada académica. Jack le había prestado su cuaderno azul para que revisara sus dibujos, aunque no estaba muy seguro de haber hecho lo correcto. Nunca se separaba de aquella libreta, era uno de los objetos más preciados para él. No desconfiaba de ella, era su profesora, una de las personas más respetadas en la Universidad de Gullyshore, pero evidentemente separarse de catén no era fácil para él. Como era de esperarse, Mark lo entendió. Ya tendría tiempo de ver sus dibujos, tenía toda la vida para ver a aquel precioso dibujante progresar en su carrera artística. Se lo quedó mirando mientras bostezaba, respondiendo a los mensajes de su amiga en el teléfono. Al principio había sido una de las personas más estúpidas, malhabladas y frías que había conocido, y aquello no era algo negativo, más bien le había llamado la atención. No obstante, en aquel momento, teniéndolo en su cama y compartiendo su cotidianidad con él, Mark comprendía que Jack era todo lo contrario. Era la persona más sensible, reflexiva y profunda que hubiese visto en sus treinta años de vida, era tan delicado y emocional que lloraba por cualquier cosa en cualquier momento. La profundidad con la que miraba las cosas, aquella filosofía que podía percibirse en casi todo lo que hacía y hablaba... A veces daba la sensación de estar en mil sitios al mismo tiempo. 

— ¡Eh! ¿Has estado bebiendo o algo?

Mark sacudió la cabeza, saliendo de sus pensamientos. Jack estaba arrodillado junto a él, sonriendo de forma pícara.

— ¿En qué estabas pensando, Agente Whisky?

— En el tiempo que hace que no bebo.

Y no mentía del todo. No era eso en lo que estaba pensando, pero ya que Jack lo llamaba de aquella manera, Mark se acababa de dar cuenta de que llevaba mucho tiempo sin ser el Agente Whisky. Desde que Jack estaba en su vida, su mente no había pensado en el alcohol. Jack lo abrazó de pronto, sacándolo de golpe de sus pensamientos una vez más. Mark rodeó su cintura y lo apretó contra él, dejándolo encima de su cuerpo. Siempre era cariñoso, pero aquella noche Jack estaba más mimoso que de costumbre. Mark metió su mano en el interior del pantalón y palpó con ganas sus dos nalgas, apretándolas mientras lo besaba con intensidad, prolongando el contacto entre sus dos bocas. Con un simple movimiento lo tiró sobre la cama y se subió encima, tomando el control, como venía siendo costumbre cada vez que vivían aquellos momentos de fogosidad. Se apartó de él un momento para quitarle el pantalón y volvió a estirarse encima suyo, acariciándole las piernas blancas y cosquilleando su cara con la barba, sin dejar de besarlo. Los gemidos de Jack en su oído avivaban aún más sus ganas y como estaba en ropa interior, el chico pronto sintió la erección de Mark rozando sus nalgas. Usualmente paraban al llegar a ese punto, pero aquella noche Jack no dijo nada y siguió disfrutando de los besos y las caricias de su pareja, de modo que no se detuvieron. Mark acabó de desnudar a Jack y después se quitó su propia ropa interior. Al estirarse una vez más sobre el chico, sus dos sexos entraron en contacto, estimulándose mutuamente. Jack cada vez gemía más fuerte al sentir el pene de Mark rozando el suyo y eso aumentaba la libido del mayor. Levantó sus piernas y rodeó la cintura de su novio con ellas, con lo que pudo notar el miembro de Mark muy cerca de su ano. En aquel punto, sus gemidos se oían por toda la casa. 

JACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora