"Gritos"

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Para Seokjin era la segunda vez que tenía que escuchar como su padre arruinaba otra relación, para Sooji, era la primera.

Sus padres gritaban insultos al aire en el primer piso creyendo que sus hijos no estaban escuchando todo, Sooji fingía que no era incómodo mientras ayudaba a Seokjin con el nudo de su corbata y este observaba sus reacciones, esperando que no se sintiera afectada por el rumbo que tomaban las cosas.

—Siento que debería disculparme con tu madre— dijo— porque sé que la culpa es de mi papá, él es experto arruinando sus matrimonios.

—Exacto, es culpa de él, no tuya, así que no te sientas comprometido a nada cuando pronto vas a mudarte y ya no tendrás que vivir este infierno.

—Ya hablamos de esto, yo me voy, pero tú vienes conmigo. Lo hablé con Mary, ella no tiene ningún problema— asintió, todavía desanimada— hoy salgo temprano, podemos ir al tenis juntos.

—¿Invitarás a Mary?— preguntó porque era lo más probable— Tal vez debamos elegir otra cosa, a ella no le gusta el tenis.

—No, esta vez será algo de los dos. Una salida para despejar la mente un rato, haciendo algo divertido y lejos de casa.

Sonrió dentro de sí, con algo de malicia y como no, ilusionada.

—Me parece bien... si a Mary no le molesta que salgamos juntos...

—¿Por qué le molestaría?

Suspiró, terminó el nudo de la corbata y se giró a buscar su abrigo para ese día.

—No lo sé, oppa, yo la verdad, siento que mi presencia molesta a Mary— continuó sonriendo de forma sutil— ayer me dijo que yo era una mujer inapropiada, al menos sabe elegir sus palabras porque de lo contrario...

—¿Cómo?

—Básicamente me dijo que era incorrecto que yo usara pijamas tan cortas, que era demasiado atrevida dándote una imagen así— tomó el blanco, su favorito— no te mentiré, me hizo sentir mal porque no lo pensé de esa manera, lo que menos quiero es incomodarte y... bueno, no entiendo por qué Mary se sentiría amenazada o celosa de mí— lo acomodó apenas se lo puso— somos hermanos, oppa.

—No me incomodas, Sooji. Estás en tu casa, puedes andar como quieras, yo siempre estoy sin camiseta, en ese caso, yo también sería un atrevido— arrugó el ceño— hablaré con ella.

Negó, sacudiendo las manos.

—No es necesario, yo la entiendo, supongo que sí yo estuviera en su lugar...

—Nada de eso, no es justo que intente hacerte cambiar tus modos cuando estás en casa y si alguien tuviera que quejarse, debería ser yo, pero no lo hago porque no tengo ese derecho.

—Mm, aún así, no vayas a discutir con ella, tal vez no lo hizo con mala intención— los gritos habían cesado, para buena suerte de ambos, Seokjin tomó sus cosas y salió, Sooji iba detrás suyo— entonces, estaré lista.

—A las cuatro, vendré por tí y nos vamos.

—Alistaré tus cosas.

—Bien.

Pasaron por la cocina, ignoraron ambos la presencia de sus padres, demostrando su molestia por todo el alboroto que habían formado hasta hace minutos y llegaron a la puerta principal.

—Tu bufanda.

—Cierto, gracias— dejó un beso en su frente— cuídate mucho, puedes encerrarte en mi habitación y ver la tele hasta que vuelva— arrugó la nariz— deja de preocuparte por ellos dos, que resuelvan sus problemas sin meternos a nosotros en el medio.

—Sí, oppa.

Y le vio partir, se quedó apoyada en el marco de la puerta hasta perderlo de vista, pensando entonces en como podía arreglarse para antes de las cuatro y en sí su ropa para el tenis estaría impecable o no.

Sintió una mirada encima, sonrió a sabiendas de quién era. Sacudió la mano a su vecino confidente.

—Sooji— pronunció, llamándola con un gesto de mano para que se acercara— afortunado soy de verte.

—Jimin— canturreó— no sabía que ya habías regresado, de hecho, no creí que volverías.

Soltó una risa divertida, dejando la manguera de lado, parecía muy ocupado lavando su auto.

—Japón es divertido, pero no para quedarse siempre, además — se acercó, inclinándose— allá no estás tú.

Resopló.

—¿Cuántos corazones rotos dejaste en Japón?

—No lo sé, unos tres... mil.

—Te creo.

Señaló con la mirada el rumbo que había tomado Seokjin.

—¿Cómo vas?

—Luego te cuento— se le iluminó la mirada— de hecho, Jiminie, necesito tu ayudita en algo.

—Luego te cuento— se le iluminó la mirada— de hecho, Jiminie, necesito tu ayudita en algo

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OPPA❞ ksjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora