Sooji no quería verse muy asustada, sin embargo, lo estaba.
Se dirigía a casa de sus padres, tenía la llave y sabía que no estarían a esa hora, debía aprovechar ese tiempo para buscar cualquier cosa que ellos pudieran usar como prueba en contra de ambos.
Era una tarea fácil, solo entrar, buscar e irse después. Primero llamó al timbre, nadie atendió y entonces entró, se sintió extraña volviendo a pisar aquella casa, el ambiente pesado y más extraño todavía es que, al menos la sala, todo se veía exactamente igual a como ella lo había dejado, los muebles, los cuadros... Sooji solía mover todo una vez cada dos semanas para darle un mejor aspecto y cambiar.
Y ya no movieron nada más después de haberse ido. Observó la hora, tenía solo cuarenta minutos para estar ahí, no más que eso, así que se apuró, pensando que lo más lógico sería ir directo a la habitación de sus padres, eso hizo.
Su teléfono sonó, el nombre de Jimin se mostró en la pantalla y contestó, al menos no era Seokjin, a él no podría hablarle sin que se dé cuenta de su mentira. Desventajas de salir con un médico de la índole de Seokjin.
—Minie.
—¿Dónde estás?
Suspiró.
—Estoy buscando entre las cosas de mi... papá— arrugó el ceño— ¿Estás seguro de que Mary no te mintió?
—¿Por qué lo dudas?
—Las cosas de mi madre no están— abría y abría cajones, nada, solo pertenencias de su padre— no hay nada de ella.
Su ropa tampoco estaba.
—Seokjin va a enojarse mucho contigo si sabe que estás allí husmeando y sola. Te recuerdo que te pidió no hacer nada porque él se encargaría.
Ignoró eso.
—Minie, dijiste algo de un vídeo.
—Ella mencionó un vídeo, pero no profundizó en ello, no creo que se refiriera a uno de ambos, al menos no uno comprometedor— se movió al siguiente cajón— recuerda que ustedes empezaron a ser físicos cuando ya vivían solos, jamás en casa con sus padres.
—Pues sí, pero si lo mencionó es por algo, sé que no por eso, como dijiste, nosotros empezamos a salir y... ser íntimos en nuestra privacidad, en otra casa.
—Preciosa, honestamente, creo que hay muchas cosas que la loquita soltó por soltar, llegó a un punto en el que se sintió muy presionada y solo soltaba palabras al azar— hizo un sonido de explosión— se le hizo corto circuito todo.
Abrió el cajón de la mesa de noche, arqueó las cejas y se acomodó el celular de manera que ambas manos quedaron libres.
—Encontré una videocámara y varias memorias o... cómo se les diga.
—Ay, no me asustes. Ya no podemos preguntarle a la loca porque la mandé a dormir.
—¿Qué?
—¿Qué?— devolvió la pregunta— Mira lo que hay en esas memorias, pero rápido porque estás en un terreno peligroso.
—Si, si. Lo haré y te vuelvo a llamar, Minie.
Cuando colgó, pasó unos minutos descifrando como se encendía la cámara, como se usaba, tomó asiento en el borde de la cama y cuando por fin lo logró, dio a play uno de los vídeos.
Era una grabación desde una de las esquinas de la sala, nada raro ocurría, se veía a Seokjin pasar, a su madre pasar, entonces eran muy antiguas aquellas cintas. La grabación continuó sin mostrar nada en especial.
Hasta que ella apareció en la grabación y en lugar de perderse al pasar, la cámara siguió sus movimientos, su paso, ahí acabó el primer vídeo.
El segundo era ella de nuevo, en la cocina, enfocaba de su cintura hacia abajo.
El tercero también la tenía como protagonista y era en su propio armario, estaba cambiándose.
Amplió los ojos y sintió terror.
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