Apenas leyó el título en el documento, no lo dejó ir, sino que le abrazó a pesar de que sabía lo mucho que odiaba tanto sentimentalismo mientras seguía leyendo los papeles arrugados, su impresión fue mucha, no entendía como lo había hecho, pero estaba agradecido.
—No creí que lo harías nunca...
—¿Acaso soy un hombre sin palabra? Te dije que esperaría al momento perfecto para reconocerte legalmente como mi hijo— se encogió de hombros como pudo— me demoré un poco más de lo pensado en un principio, pero, sucedió, debo admitir que jugué un poco sucio.
—¿Por qué?— seguía leyendo cada palabra mientras lo escuchaba y no le soltaba.
—Necesitaba la firma de tu padre y una de las enfermeras se encargó de que sucediera— sonrió cuando le miró— ahora eres mi Kim, no su Kim. Sabes lo que eso significa.
Negó, balanceando la cabeza.
—¿Qué al fin tengo un padre decente?
—Bueno, sí. Pero, me refiero a que, por ley, eres mi hijo, entonces...
—Sigo sin captarlo, perdón, estoy en shock.
—Eres tan tonto a veces. Seokjin.
—¿Si, padre?
Rio, quitándoselo de encima, empezaba a cansarse y Seokjin no era precisamente liviano.
—Significa que puedes tener una boda real— musitó— legalmente, Sooji no es tu hermana. De sangre lo serán toda la vida, pero eso podemos ignorarlo.
Sus ojos volvieron a abrirse en todo su esplendor, no recordaba cuando fue la última vez que presenció a Seokjin con ojos brillantes y llenos de ilusión, todos esos años, sobre todo los últimos meses, fueron una tortura, problema tras problema, desilusión, tristeza, estrés.
Lo hacía sentir vivo ver esa expresión de genuina alegría.
—No sé qué decir.
—Un gracias es suficiente.
—Gracias, pero me refiero a que no sé qué decirle a Sooji, se desmayará de la felicidad— se alejó, tomó su abrigo y teléfono, estaba demasiado consternado, así qué llamaría al chofer para que lo llevase—al carajo el trabajo.
—Espero que sea broma, soy tu jefe, sigo siendo tu jefe.
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—¡Está delicioso, unnie!
Dhay le sonrió muy contenta, terminando de servir para que llevaran los platos a la mesa correspondiente, Sooji se lavó las manos, ya iban a cerrar y al fin podrían irse a sus casas cada una.
Un día, tres meses y medio atrás, Louis halagaba muchísimo la comida que Sooji preparaba para él, invitaba a sus amigos a la casa y estos igual quedaban muy satisfechos, pidiendo más, las madres de los compañeros de Louis la llamaban para preguntar la receta de lo que sea que había preparado porque sus hijos pedían y pedían más de ello.
Estaban cenando los tres, como siempre solían hacer cada vez que Seokjin lograba salir temprano de trabajo y este le dijo que debería pensar en estudiar gastronomía, Louis le dijo que debería abrir un restaurante y así él y sus amigos comerían gratis.
Sooji decidió hacer ambas cosas.
Con el apoyo de Seokjin, buscó asesoramiento, empezó a estudiar y contactó a Dhay para ofrecerle embarcarse en esa aventura con ella, Namjoon la convenció, recordándole que ella era muy buena en la cocina y que le encantaba dedicarse a ello.
"Yo cuidaré de Joonie"
Con él siendo un apoyo, Dhay se emocionó y aceptó, así que ahora ambas estaban en el proceso de hacer su propio negocio exitoso, estaba resultando, poco a poco, pero les encantaba.
—Llegó tu esposo— le avisó, Namjoon entraba con su hijo en brazos y saludaba con una sonrisa a lo lejos— puedes irte primero, unnie, yo me encargo de cerrar.
—¿Estás segura? No me molesta ayudarte.
—Nada de eso, vete con tu familia, ayer cerraste por mí y yo me fui antes, hay que ser justas.
Le sonrió.
—Está bien, nos vemos mañana muy temprano.
—Sí, lo hiciste excelente hoy. Mañana será mejor.
—¡Cuenta con ello!
Pronto se quedó sola, organizó todo lo que quedaba y casi muere del susto cuando la puerta se abrió de manera agresiva, Seokjin entraba sin aire.
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