El enojo que estaba sintiendo Sooji en ese momento, era colosal, además de la frustración y sus sentimientos siendo heridos. Definitivamente no le perdonaría aquello a Mary.
Ella había decidido hablar con los padres de su novio, por supuesto también suyos y expresarles su incomodidad con su forma de ser, desde como se vestía en casa hasta como se comportaba con Seokjin, el cual había tenido que salir rápido al hospital por culpa de un paciente suyo que se había salido de control.
—¿Acaso pretendes arruinar la oportunidad de tu hermano para sentar cabeza? ¡Tiene más de treinta años y un matrimonio fallido!— le gritó, acercando su rostro al de ella, su padre era demasiado agresivo cuando se trataba de reprender a Sooji— Desde ya te digo, Kim Sooji, deja de meterte en los asuntos de tu hermano.
—¿No deberías estar buscando un hombre con el cuál casarte? En lugar de crear todos estos problemas, Seokjin tiene suficientes cosas en la cabeza como para que tú agregues más a la lista— apretó el agarre de sus propias manos entrelazadas en sus rodillas— su trabajo es muy demandante, mantener una relación estable es difícil para alguien con su oficio y fuera de eso, se ocupa de mantenerte contenta.
—No mueves un solo dedo, Sooji, no trabajas, no haces algo por tu vida— empujó su hombro— ¿Acaso piensas que Seokjin va a cargar contigo toda su vida? Abre los ojos, aterriza y céntrate en tus cosas, no estropees la felicidad de los demás.
Se colocó de pie en un arranque de molestia, apartó el cabello de su rostro y limpió sus mejillas.
—¿Que no hago nada?— le preguntó—Todos los días me levanto muy temprano para preparar el desayuno de todos porque a pesar de que no fui yo quién se casó contigo, si no cocino yo, no comes— lo señaló y luego a su madre— tú tampoco trabajas, ni siquiera tienes el derecho a hablar de tener tiempo o ser una buena esposa cuando todo lo que haces es ver la televisión mientras yo soy quien limpia, quién hace las compras y todo lo que implica mantener esta casa en condiciones.
—¡No me hables de esa manera!
La puerta principal se abrió, pero nadie estaba prestando atención a ello, ni siquiera Sooji.
—¡Todo lo que hacen ustedes dos es pelear y juzgarme! ¡Ya entendí que no soy su hija favorita!— tomó aire— Pero si no es por mí, ninguno de ustedes viviría tan bien como ahora y sin preocupaciones.
—¡¿Crees que me mato trabajando para que me saques la limpieza de esta casa en cara?!
Bufó, riéndose.
—¡Los gastos de esta casa los cubre Seokjin! Porque ni ser el pilar de un hogar puedes hacer bien.
Sintió su mejilla arder y luego un silencio sepulcral la trajo de regreso a la realidad. Su padre de verdad se había atrevido a levantarle la mano y golpearla con tanta fuerza, que la sangre escurrió por una de sus fosas nasales.
Cuando volvió a mirar al frente, se encontró con el rostro rojo de Seokjin y no supo por qué, sintió vergüenza de que él la viera en esas condiciones.
Su madre se había cubierto la boca con ambas manos, demasiado impresionada y en shock por el accionar de su esposo quien permanecía con la mano alzada y un deje de arrepentimiento en su mirada.
—Sooji...— pronunció en voz muy baja—hija, lo...
—¡¿Estás loco?!— el grito de Seokjin la asustó, a todos, de hecho—¡¿Qué mierda acabas de hacer?!
Seguía aturdida por el golpe, cierto pitido se instaló en su oído, cerró los ojos un momento y lo ignoró, el nudo en su garganta y su diestra en su nariz intentando detener el sangrado, dejó la sala, corriendo escaleras arriba para encerrarse en su habitación a sentirse culpable, triste y frustrada, todo al mismo tiempo.
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