Seokjin tomaba asiento en el sillón del lugar mientras una estilista de encargaba del cabello y maquillaje de Sooji, utilizaba ese tiempo de espera para hacer sus llamadas al hospital.
Habían autorizado internar a Mary, el señor Kim había ido personalmente a ocuparse de ella, de su habitación y de suministrarle un calmante que según le había dicho, la tenía profundamente dormida.
—Oppa— desvió la mirada del teléfono, escuchó a Sooji— ¿Lacio o con ondas?
—Con ondas, se ve más bonito de esa manera.
La estilista sonrió, siguiendo las indicaciones de Seokjin, Sooji dejándolo decidir cómo quería verla lucir ese día.
—¿Se maquillará también?
Seokjin asintió, colocándose de pie detrás suyo y viéndola a través del espejo.
—Si, un maquillaje muy simple, no quiero ojos demasiado cargados— solían llenarle los ojos con delineador y lo odiaba— labios...
—¿Solo gloss?— Sooji dijo, intuyendo que le gustaría la idea y así fue.
—Si quiero— sonrió de medio lado— no hay mucho que hacer con un rostro que ya está más que bien.
La mujer sonrió, estando de acuerdo con lo que decía.
Volvió a irse, le avisó que saldría a responder unas llamadas y Sooji no tuvo problema, solo de relajó en la silla.
—Su novio es muy atento.
Sonrió en grande, dándole la razón.
—Lo es, atento y detallista— suspiró— ayer tuve una mala noche... ha querido darme este gusto para compensar.
—Está todo bien, Sooji— tomó asiento, el señor Kim intentando consolarla— independientemente de todo, ella necesitaba ayuda hace un buen tiempo, así que nada de esto es culpa tuya o de Seokjin— sonrió con suavidad— y me agrada como te ves hoy, supongo que te han llevado al salón de belleza.
Agradecía no tener la responsabilidad de cuidar de la hija de la colega de Seokjin, ambas estaban de viaje y eso significaba libertad, en ese momento no estaba de ánimos para tener responsabilidades en absoluto, su humor era muy malo e iba en picada.
Así que, mientras ella hacía eso de hablar con el mayor, Seokjin se ocupaba de lo suyo en su consultorio.
—Entiendo, señor Kim.
—Así que, como le dije a Seokjin apenas me enteré de lo que sucedió— cruzó ambas manos sobre el escritorio—necesitan mudarse de nuevo, a un lugar que ningún cercano que pueda perjudicarlos, tenga acceso, que ni siquiera se enteren de la ubicación.
Sooji odiaba la idea de mudarse.
—¿Y qué le ha dicho oppa sobre esa sugerencia?
—Que luego lo consultaría contigo. Escucha, Sooji, en mi vecindario hay muchísimas casas muy bellas que están disponibles, si tú me dejas, puedo hacer una averiguación y conseguir la mejor entre ellas, una casa con espacio, privacidad, buena ubicación, incluso puede beneficiar a Seokjin en cercanía con su trabajo— aseguraba— y lo más importante es que tú vas a sentirte muy cómoda y tranquila porque nadie va a perturbar la paz de ambos. Ni siquiera tus padres.
—No voy a mentirle, señor Kim— sus labios temblaron un poco— eso es lo que más me asusta, que mis padres se enteren, podrían intentar hacernos la vida imposible, al menos a mí, porque soy la hija que odian y lo más probable es que me den toda la culpa, que me acusen de corromper a Seokjin o tonterías así.
Él negó.
—Te prometo que Seokjin no dejará que intenten meterse contigo. Él siempre lo soluciona todo tal cual promete, si alguien va a protegerte de todo y todos, será él— se llevó una mano al pecho— y también cuentas conmigo para absolutamente cualquier cosa que necesites, Seokjin es mi hijo, lo considero como tal y a ti te aprecio de corazón. Somos familia ahora, las familias se ayudan.
Le ofreció un apretón de manos, Sooji aceptó, también accedió al tema de la mudanza, si Seokjin creía que era lo que les convenía, que así sea.