Capítulo 76

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Se apresuró hacia el armario de pociones y revolvió su interior, haciendo a un lado cuernos de unicornio y algas marinas secas, hasta que encontró muy al fondo, una cajita de cartas en la cual había sido garabateada la palabra “Bezoars” Abrió la caja justo cuando Slughorn anunció: 

- ¡Les quedan dos minutos!

Dentro de la caja había media docena de unos café arrugados que parecían más a riñones disecados que a verdaderas piedras. Harry tomó uno, puso la caja de vuelta en el armario y se apresuró a volver junto a su caldero.

- ¡Se acabó el tiempo! –Dijo cordialmente Slughorn– Bien, vamos a ver cómo lo han hecho. Blaise… ¿qué tienes para mí?

Lentamente, Slughorn se paseó por la sala, examinando los variados antídotos. Nadie había finalizado la tarea, aunque Hermione estaba intentando llenar con algunos ingredientes más su botella antes de que Slughorn la alcanzara.

Ron se había dado completamente por vencido y estaba meramente intentando evitar respirar por los humos putrefactos que emanaba su caldero. Harry estaba parando esperando, con el bezoar agarrado ligeramente en su mano sudorosa.

Slughorn finalmente alcanzó su mesa. Primero olfateó la poción de Ernie y luego la de Ron con una mueca en la cara.

No se detuvo en el caldero de Ron, sino que retrocedió rápidamente, haciendo un gesto de asco desdeñosamente.

- Y tú, Harry –dijo luego–. ¿Qué tienes para mostrarme? Harry le mostró el contenido de su mano, con el bezoar en la palma.

Slughorn lo observó por unos segundos. Harry se preguntó por un momento si él se enojaría. Luego echó la cabeza y estalló en carcajadas.

- Tienes el talento, chico –lo alentó, tomando el bezoar y sujetándolo en alto para que la clase lo pudiese ver–. Te pareces a tu madre…bueno, no te puedo culpar… un bezoar definitivamente actuaría como antídoto en éstas pociones.                             

Venuz, quien tenía la cara roja y hollín en su nariz, estaba lívida. Su antídoto a medio terminar, que constaba de 52 ingredientes incluyendo un trozo de su cabello magico, su poción burbujeando lentamente detrás de Slughorn, quien solo tenía ojos para Harry. Definitivamente su padrino la mataria por no haber sido ella.

- ¿Y pensaste en el bezoar por ti mismo, Harry? –preguntó Hermione con los dientes apretados

  - Ese es el espíritu de un verdadero Fabricante de Pociones –dijo Slughorn muy feliz, antes de que Harry pudiera responder–. Tal como su madre, ella tenía el mismo talento para hacer pociones, es indudable que lo obtuvo de Lily… Sí, Harry, si yo tengo un bezoar a mano, claro que eso funcionaría como truco… aunque como no funciona en todas las pociones, son bastante raros, y aún así, vale la pena saber cómo mezclar antídotos. La única persona en la Sala que lucía más enojada que Hermione y Venus era Malfoy, quien, para el gusto de Harry, se había derramado encima algo que parecía a vómito de gato. Antes de que alguno de los dos pudiese expresar su enojo porque Harry era el primero de la clase sin hacer trabajo alguno, sonó la campana.

- Tiempo de recoger las cosas –dijo Slughorn– y diez puntos para Gryffindor por el buen trabajo.

Todavía brincando, el Profesor se fue hacia su escritorio al frente de la mazmorra. Harry se quedó rezagado, tomando un tiempo excesivo en guardar las cosas en su mochila.

Ni Ron ni Hermione le desearon suerte al irse, ambos parecían muy enojados. Y a pesar de todo ahí tenía a Venus viéndolo con esos ojos tan penetrantes.

-No lo arruines, esto es importante para ambos.

Finalmente, Harry y Slughorn quedaron solos en la habitación.

- Apresúrate, Harry, o llegarás tarde a tu próxima clase –dijo Slughorn afablemente, haciendo chasquear las hebillas de su maletín de piel de dragón.

- Señor –dijo Harry, recordándose a sí mismo sobre Voldemort– Le quería preguntar algo.

- Pregunta, Harry, pregunta.

- Señor, me preguntaba… ¿que podrían ser los “Horcruxes”?

Slughorn se quedó paralizado. Su cabeza redonda parecía hundirse en sí misma. Se mojó los labios y dijo con voz ronca:

- ¿Qué dijiste?

- Me preguntaba si sabría lo que son los “Horcruxes”, Señor. Verá, es que…

- Dumbledore te metió en esto –susurró Slughorn.

Su voz había cambiado completamente. Ya no era animosa, sino conmocionada y espantada. Se manoseó el bolsillo del pecho y sacó un pañuelo para secarse la frente con él.

- Dumbledore te ha mostrado ese-ese recuerdo –dijo Slughorn–. ¿Verdad? ¿Lo ha hecho?

- Sí –dijo Harry, decidiendo que era mejor no mentir.

- Si, evidentemente –dijo Slughorn para sí, todavía dudando y pasándose las manos por la cara– Por supuesto…bueno, si has visto ese recuerdo, te darás cuenta de que no sé nada, nada –repitió la palabra violentamente– acerca de los Horcruxes.

Tomó su maletín de piel de dragón, regresó su pañuelo al bolsillo y caminó hacia la puerta de la mazmorra.

- Señor –dijo Harry desesperado– Yo solo pensé que podría tener un poco mas de ese recuerdo.

- ¿Pensaste eso? –Dijo Slughorn– Entonces estabas equivocado, ¿no? ¡EQUIVOCADO!

Gritó la última palabra y antes de que Harry pudiera decir otra palabra, dio un portazo a la puerta detrás de él. 

Al salir del salon se encontró con una muy enojada Venus, sabía que lo había arruinado todo.

-Bien Potter, perdiste lo más valioso para seguir con la historia de mi... Querido amigo Voldy. No sé porque Dumbledore te tiene tanta fé.

Ni Ron ni Hermione fueron compasivos cuando Harry les contó acerca de la desastrosa entrevista.

Los Secretos De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora