-Eh... buenos días. Soy del Ministerio de Magia...
-No eres bienvenido.
-Eh... lo siento... no le entiendo -dijo Ogden, nervioso.
Venus pensó que Ogden estaba siendo extremadamente torpe; el extraño se estaba haciendo entender muy claramente en la opinión de ella, particularmente porque sostenía una varita en una mano y un cuchillo corto y bastante sangriento en la otra. Aunque sus palabras también eran muy claras.
-Me imagino que entiendes lo que dice, ¿No es así, Harry? -dijo Dumbledore despacio.
Venus sintió como un escalofrío la recorrió todo su cuerpo, como si le hubieran tirado un balde de agua fría, ella también entendía y hasta ese momento se dio cuenta. Estaba hablando la lengua de las serpientes, un don heredado de su padre y del que nadie sabía que ella poseía.
-Si, por supuesto -dijo Harry, un poco perplejo -. ¿Por qué Ogden no puede...? Pero cuando sus ojos encontraron la serpiente muerta en la puerta nuevamente, comprendió al instante. - ¿Está hablando Pársel?
-Muy bien -dijo Dumbledore, sonriendo y asintiendo con la cabeza. Aunque su sonrisa no llegaba a sus ojos, la preocupación estaba más presente ya que Venus también había entendido. El hombre con harapos ahora estaba avanzando hacia Ogden, cuchillo en una mano, varita en la otra.
-Bueno, mire... -empezó a decir Ogden, pero demasiado tarde: Hubo un ruido como una detonación, y Ogden apareció en el suelo, agarrándose la nariz, mientras que una desagradable sustancia pegajosa amarilla le salía de entre los dedos.
- ¡Morfin! -dijo una voz fuerte.
Un anciano había salido apresuradamente de la choza, golpeando la puerta detrás de él, haciendo que la serpiente se balanceara patéticamente. Este hombre era más bajo que el primero y extrañamente desproporcionado; sus hombros eran muy anchos y sus brazos demasiado largos, lo que junto con sus ojos marrones, su pelo corto y disparejo y su cara arrugada, le daban la apariencia de un mono viejo y poderoso.
Se detuvo junto al hombre con el cuchillo, que ahora estaba riéndose, con una risa que parecía un cacareo, ante la vista de Ogden tirado en el suelo.
-Del ministerio, ¿no es así? -dijo el hombre más viejo mirando a Ogden.
- ¡Correcto! -dijo Ogden enojado palpándose la cara -. Y usted es, me imagino, ¿El señor Gaunt?
-Así es -dijo Gaunt -. ¿Le dio en la cara, no es así?
-¡Sí, sí que lo hizo! -dijo Ogden repentinamente.
-Debería haber anunciado su presencia, ¿No? -dijo Gaunt agresivamente -. Esta es propiedad privada. No puede entrar aquí como si nada y esperar que mi hijo no se defienda.
-¿Defenderse de qué, hombre? -dijo Ogden, volviendo a ponerse en pie.
-Curiosos. Intrusos. Muggles y mugre. Impertinentes. -Ogden apuntó su varita a su propia nariz de la que todavía estaba manando lo que parecía pus amarillo y el flujo se detuvo enseguida. -Entra a la casa. No discutas -le dijo el señor Gaunt a Morfin por la comisura de sus labios.
Esta vez prevenida Venus reconoció la lengua Pársel, aún cuando pudiera entender lo que decían, distinguió el extraño siseo que era todo lo que Ogden podía oír.
Morfin parecía estar a punto de discutir, pero cuando su padre le echó una mirada atemorizante, cambió de opinión y se fue pesadamente al interior de la choza, balanceándose al andar y golpeando la puerta detrás de él, haciendo que la serpiente se balanceara tristemente otra vez.
-Es a su hijo a quien vengo a ver, señor Gaunt -dijo Ogden, mientras limpiaba los últimos restos de pus de su saco -. Ese era Morfin, ¿No es así?
-Ah sí, ese era Morfin -dijo el anciano indiferentemente - ¿Es usted de sangre pura? -preguntó, repentinamente agresivo.
-Eso no tiene nada que ver ahora - dijo Ogden fríamente y Harry sintió que su respeto por Ogden subía.
Aparentemente, Gaunt se sentía de forma bastante diferente. Le echó una mirada a la cara de Ogden y murmuró, en lo que claramente debía ser un tono ofensivo:
-Ahora que lo pienso, he visto muchas narices como la suya en el pueblo.
-No lo dudo, si han dejado suelto a su hijo cerca de ellos -dijo Ogden -. ¿Tal vez podríamos continuar esta conversación adentro?
- ¿Adentro?
-Sí, señor Gaunt. Ya le dije. Estoy aquí por Morfin. Le enviamos una lechuza...
-No tengo necesidad de lechuzas -dijo Gaunt -. No abro las cartas.
-Entonces no puede quejarse de que no reciba aviso de sus visitas -dijo Ogden mordazmente -. Estoy aquí siguiendo una seria infracción de las leyes de la comunidad mágica, que ocurrió aquí temprano esta mañana.
- ¡Esta bien, está bien, está bien!- bramó Gaunt. - ¡Entre a la maldita casa, entonces, como si fuera a servirle de mucho!
La casa parecía tener tres pequeñas habitaciones. Dos puertas daban a la habitación principal, que servía a la vez de cocina y de sala de estar. Morfin estaba sentado en una silla mugrienta junto a la chimenea, retorciendo una víbora viva entre sus gruesos dedos y cantándole suavemente en lengua Pársel:
Sisea, sisea, pequeña serpiente
Culebrea en el piso
Se buena con Morfin
O te clavará en la puerta.Hubo un ruido en un rincón cerca de la ventana abierta, y Venus se dio cuenta de que había alguien más en la habitación, una chica cuyo vestido gris harapiento era exactamente del mismo color que la sucia pared de piedra detrás de ella.
Estaba parada cerca de una olla de la que salía vapor puesta sobre una estufa negra y sucia, acomodando unas ollas y sartenes en un armario arriba de la cocina. Su cabello era lacio y deslucido y tenía una cara plana, pálida y bastante pesada.
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Los Secretos De Una Weasley
FantasíaLos Secretos De Una Weasley Una Chica: Venus Aluminé Weasley Un Confidente: Alec Nott Secretos revelados. "Tal vez es momento de que mis secretos, Los Secretos de una Weasley, salgan a la luz"