Era un domingo por la mañana, y casi todos los estudiantes estaban en sus respectivas salas comunes, los de Gryffindor en una torre, los de Ravenclaw en otra, los de Slytherin en la mazmorra, y los de Hufflepuff en el sótano cerca de las cocinas.
Aquí y allá había una que otra persona dirigiéndose a la biblioteca o en algún pasillo. Había algunos en los terrenos, y ahí, solo en el pasillo del séptimo piso, estaba Gregory Goyle. Algo que probablemente no causaría ninguna inquietud en cualquier persona que pasara por ahí.
No había señales del Cuarto de los Menesteres, pero a Harry no le preocupaba eso, si Goyle estaba parado haciendo guardia, el cuarto estaba abierto, sin importar si estaba en el Mapa o no.
Por lo tanto, subió rápidamente las escaleras y bajó la velocidad hasta que alcanzó la esquina que daba al pasillo, donde comenzó a arrastrarse, lentamente, hacia la misma niña pequeña, que sostenía su pesada balanza de cobre, que Hermione amablemente le había ayudado a arreglar quince días antes. Esperó hasta que estuvo detrás de ella e inclinándose hacia ella muy despacio susurró
- Hola ... eres muy bonita, ¿no crees?-Goyle dio un fuerte grito de terror, aventó la balanza por el aire, y corrió lo más rápido que pudo, desapareciendo de la vista antes de que el sonido de la balanza al caer dejara de hacer eco en el pasillo.
Riendo, Harry se volteó para ver la pared en blanco detrás de la cual seguramente se encontraba Draco Malfoy congelado, preocupado de que alguien no deseado estuviera afuera, pero sin siquiera pensar en salir.
Eso dio a Harry un agradable sentimiento de poder mientras trató de recordar con qué palabras aún no había intentado entrar. Pero su humor esperanzado no duró mucho.
Media hora después, cansado de tantas formas distintas en las que había pedido ver lo que hacía Malfoy, la pared seguía sin mostrar ninguna puerta, lo que lo hacía sentir ridículo de seguir intentando entrar, sabiendo que probablemente Venus lo vería y podría apostar qué se reía a carcajadas de él.
Harry se sentía frustrado de pensar que Malfoy ahora podría estar muy lejos de ahí y aún no tenía la más mínima pista de lo que estaba haciendo. Perdiendo completamente la paciencia, Harry corrió hacia la pared y le dio una patada.
-¡OUCH!-Pensó que se había roto el pie, cuando se agarraba el pie lastimado y saltaba sobre el otro, la Capa de Invisibilidad se le resbaló.
-¿Harry?-Miró alrededor, sosteniéndose en una pierna y se cayó.
Ahí, para su completo asombro, estaba Tonks caminando hacia él como si con frecuencia paseara por este pasillo.
-¿Qué estas haciendo aquí?- le preguntó sobando su pie, ¿por qué ella siempre lo encontraba tirado en el piso?
-Vine a ver a Dumbledore,-dijo Tonks. Harry pensó que se veía terrible: más delgada de lo normal, con el cabello lacio y decolorado.
-Su oficina no esta aquí,-dijo Harry, - esta por el otro lado del castillo, detrás de la gárgola ...
-Lo sé,- dijo Tonks. - Él no está aquí. Al parecer se fue de nuevo
- ¿No está?- dijo Harry, poniendo su pie lastimado de vuelta en el piso. -Hey ... tú no sabes a donde se fue, supongo.
-No-dijo Tonks.
-¿Para que lo querías ver?
-Para nada en especial,- dijo Tonks, tomando, al parecer inconscientemente, la manga de su túnica. - Solo pensé que debería saber lo que está pasando. He oído rumores ... de gente lastimada.
-Sí, lo sé, todo ha salido en los periódicos,- dijo Harry. -Ese niño intentando matar a sus...
-’El Profeta’ a menudo se retrasa,-dijo Tonks quien no parecía escucharlo. - ¿Has recibido últimamente alguna carta de alguien de la Orden?
-Ya nadie de la Orden me escribe,-dijo Harry, - no desde que Sirius ...-vio que los ojos de Tonks se llenaron de lágrimas. - Lo siento,-murmuró torpemente. - Quiero decir ... lo extraño, también.
-¿Qué?- dijo Tonks despistada, pensó que ella no lo había oído. - Bueno, nos vemos Harry.
Y se dio vuelta precipitadamente y caminó de regreso por el pasillo, dejando a Harry mirándola mientras se iba. Después de más o menos un minuto, se puso de nuevo la Capa de Invisibilidad y reanudó sus esfuerzos por entrar al Cuarto de los Menesteres, pero su corazón no estaba en eso.
Finalmente, un hueco en su estómago y el saber que Ron y Hermione volverían pronto para el almuerzo lo hizo abandonar sus intentos y dejar el corredor a Malfoy, quien, esperaba, estuviera demasiado asustado como para salir en algunas horas.
Encontró a Ron y Hermione en el Gran Comedor, a mitad de camino a un almuerzo temprano.
-*-
Venus había encontrado la forma de tal vez sabotear una vez más los planes de Draco, cada vez se volvía más compleja su intervención.
Pero tenía que cumplir otra de las miles de promesas que ya le había hecho a su viejo amigo, Dumbledore realmente tenía una genuina preocupación porque Draco no se envolviera en la guerra qué su "adorado" padre se había sacado de la manga.
En verdad no podía creer que un señor se metiera en una estúpida guerra en contra de un escuincle. Y aun así ahí se encontraba ella, una vez más en la sala de menesteres tratando de entorpecer todo el trabajo que había estado haciendo el rubio.
Afuera había dejado a una de sus guardianas vigilando ya qué no dudaba qué hubiera miradas curiosas, sobre todo del chismoso de Potter, qué sin duda no entendía su importante labor.
Con mucho esfuerzo y varias, muchas, muchísimas horas de entrenamiento había logrado mantener a sus guardianas invocadas al mismo tiempo sin caer desmayada al suelo.
Lo que agradecía, ya que en varias ocasiones ya la habían ayudado, sobre todo a seguir de cerca los pasos de Potter y de Draco, ya que aunque ella quisiera no podría estar todo el día detrás de ambos.
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Los Secretos De Una Weasley
FantasíaLos Secretos De Una Weasley Una Chica: Venus Aluminé Weasley Un Confidente: Alec Nott Secretos revelados. "Tal vez es momento de que mis secretos, Los Secretos de una Weasley, salgan a la luz"