Capítulo 31

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Y Slughorn se marchó dando media vuelta. Venus se agachó nuevamente sobre  su  caldero,  sonriendo  burlonamente.

Podría  decirse  que  Malfoy hubiera  esperado  ser  tratado  como  ella  o  Zabini;  quizá  aún  esperando algún  tratamiento  preferencial  del  tipo  que  él tenia  de  Snape.

Se  veía que  Malfoy  tendría  que  confiar  en  nada  más  que el  talento  para ganarse la botella de Felix Felicis.   El  frijol  de  sofofora  resultaba  ser  muy  difícil  de  cortar.  Venus  recurrió  a Alec.

Se podría presumir que ella era buena en lo mismo que su padre y su padrino, las Artes Oscuras, sin embargo ella no era muy habilidosa en aquella materia.  Revolver cosas en un cazo definitivamente no era lo suyo.

   — ¿Puedes prestarme  tu daga de plata?—   El asintió  impacientemente,  sin  quitar  la  vista  de  su  poción,  la  que todavía  era  de  un  color  púrpura  intenso,  aunque  de  acuerdo  al  libro debía poseer un leve tinte lila a estas alturas.

En la mesa que compartían los Gryffindor Harry  aplastó  su  frijol  con  el  lado  plano  de  la  daga.  Para  su  asombro, inmediatamente  soltó  tanto  jugo  que  se  sorprendió  de  que  ese  marchito frijol  pudiera contenerlo  todo. Rápidamente  introdujo  todo  en  el  caldero  y  vio,  para  su  sorpresa,  que  la poción inmediatamente  se tornó del color descrito en el texto.  

Su  molestia  con  el  anterior  dueño  desapareció  en  el  acto,  Harry  dirigió su  mirada  a  la  siguiente  línea  de  instrucciones.  De  acuerdo  al  libro,  tenía que  revolver  en  el  sentido  contrario  a  las  agujas  del  reloj  hasta  que  la poción  se  volviera  clara  como  el  agua.  Según  la  nota  que  hizo  el  dueño anterior,  sin  embargo,  debía  agitar  una  vez  en  el  sentido  del  reloj después  de  cada  siete  agitaciones  contrarias  al  sentido  del  reloj. 

¿Podría estar el  dueño anterior en lo correcto dos veces? Harry  revolvió  en  sentido  contrario  a  las  manecillas  del  reloj,  mantuvo la  respiración  y  movió  una  vez  en  sentido  de  las  manecillas  del  reloj.  El efecto fue inmediato. La poción se volvió rosa pálido.

— ¿Cómo  lo  estás  haciendo?—  dijo  Hermione,  quien  estaba  roja  y  su cabello  se  volvía  más  y  más  desordenado  por  el  vapor  de  su  caldero,  su poción todavía era resueltamente púrpura.  

—Revuelve una vez en sentido de las manecillas del reloj 

—  ¡No,  no,  el  libro  dice  en  sentido  contrario  a  las  manecillas  del reloj!—, chasqueó ella.  

Harry  se  encogió  de  hombros  y  continuó  lo  que  estaba  haciendo.  Siete veces  contra  el  reloj,  una  como  el  reloj,  pausa...  Siete  veces  contra  el reloj, una como el reloj... Al  otro  lado  de  la  mesa,  Ron  maldecía  a  cada  momento  en  voz  baja,  su poción  parecía  regaliz  líquido.  Harry  echó  un  vistazo  alrededor.  Hasta donde  podía  ver,  ninguna  otra  poción  estaba  tan  pálida  como  la  suya.  Se sintió  exaltado  algo  que  ciertamente  nunca  antes  había  sucedido  en  esa mazmorra. 

—Y  el  tiempo...  ¡Se  acabó!—  dijo  Slughorn.  —¡Dejen  de  revolver,  por favor!— Slughorn  avanzó  lentamente  entre  las  mesas,  mirando  con  atención  los calderos.

  No  hizo  comentarios,  pero  ocasionalmente  olfateó  o  agitó  las pociones.  Al  final  llegó  a  la  mesa  donde  Harry,  Ron,  Hermione  y  Ernie estaban  sentados.  Sonrió  lamentablemente  a  la  sustancia  color  alquitrán del  caldero  de  Ron.  Pasó  por  encima  del  brebaje  azul  marino  de  Ernie. Al  ver  la  poción  de  Hermione  dio  una  inclinación  de  cabeza  aprobatoria. Luego  vio  la  de  Harry  y  una  apariencia  de  incrédulo  deleite  se  extendió en toda su cara.  

—¡El  ganador  absoluto!—  gritó  en  la  mazmorra.  —  ¡Excelente, excelente,  Harry!  Oh  Dios,  es  claro  que  has  heredado  el  talento  de  su madre.  ¡Fue  una  tremenda  alumna  en  Pociones  Lily!  ¡Aquí  tienes, entonces,  aquí  tienes   una  botella  de  Felix  Felicis,  lo  prometido,  úsala bien!— Harry  dejó  caer  la  diminuta  botella  de  líquido  color  oro  en  su  bolsillo interior,  sintiendo  una  extraña  combinación  de  deleite  al  ver  furia  en  las caras  de  los  Slytherins  y  culpabilidad  por  la  decepcionada  expresión  de Hermione. Ron se quedó simplemente como quien ve visiones.  

— ¿Cómo  lo  hiciste?—  murmuró  al  oído  de  Harry  cuando  salían  de  la mazmorra. 

—Tuve  suerte,  supongo,  —  dijo  Harry,  porque  Malfoy  podía escucharlos.  

Una  vez  que  estaban  seguros  en  la  mesa  de  Gryffindor  para  cenar,  se sintió  lo  suficientemente  a  salvo  como  para  decirles.  La  cara  de Hermione se volvió de piedra con  cada palabra que pronunció.  

-¿Supongo  que  piensas  que  hice  trampa?—  terminó  exasperado  por  su expresión. 

— ¿Bueno,  no  fue  exactamente  tu  trabajo  cierto?  —  dijo  ella rígidamente. 

—  Sólo  siguió  instrucciones  distintas  a  las  nuestras,  —  dijo  Ron,  — podría  haber  sido  una  catástrofe,  ¿Cierto?  Pero  tomó  un  riesgo  y  le resultó—.  Exhaló  un  suspiro.  —Slughorn  me  pudo  dar  ese  libro,  pero no,  me  pasó  uno  en  que  nadie  había  escrito  nada.  Con  una  mancha  en  la página cincuenta y dos  pero...

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Venus caminaba hacia el comedor muy molesta, no debió haberle hecho caso a su padrino su futuro estaba al lado de su padre o de Dumbledore, no estaba hecha para ser una maestra de las pócimas.

Le fastidiaba el saber que Potter niño fuera mejor que ella en algo, Alec también estaba algo molesto nadie, lo había podido sobrepasar en cualquier clase, siempre era uno de los mejores.

—Espera,—  dijo  una  voz  muy  cerca  de  la  oreja  izquierda  de  Venus, la sacó de sus pensamientos.   Miró  alrededor  y  vio  que  Draco  se  les  había  unido.  - ¿Podríamos vernos en la sala común después de la cena?

-¿Pará qué?

-Tengo que hablar contigo, es importante.

-Bien te veré ahí.

-Los gemelos también vendrán tengo que empezar a planear unas cosas que me encargo cierto mago.

Los Secretos De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora