Capítulo 32

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Para cuando terminaron de cenar, Venus junto con Alec y Theo se encaminaron hacia la sala común de Slytherin. Tenía ciertas ansias de saber que era lo que "cierto mago" le había pedido a Draco hacer.

Dudaba que se los dijera todo, sin embargo podría comenzar por una parte, Dumbledore y Severus sabían que era lo que Draco tenía que hacer gracias a su padrino.

Sin embargo la querían tanto ayudando al cachorro Malfoy que no se lo habían dicho, ¿que era lo peor que le podían pedir al chico? ¿Matar a Potter? Ella tal vez estaría de acuerdo en hacerlo.

Tal vez solo le estaba dando vueltas al asunto y probablemente él cachorro solo estuviera alardeando como era su costumbre. Cuando se dio cuenta ya estaban llegando a la entrada de su casa.

Theo dijo la contraseña y la puerta se abrió, dejando que los tres chicos pasarán, Draco aún no se encontraba ahí así que la chica fue a su dormitorio. Se quito el uniforme y se puso más cómoda, tomó algunos libros, no se olvidaba de que tenía tarea, podría hacerla en lo que el cachorro les contaba su gran plan maestro.

Cuando regresó a la sala, Draco, Blake, Andrew y Alec ya estaban sentados esperando su llegada. Dejó sus libros en la mesita que estaba en medio de los sillones y con gracia se sentó en el suelo a escuchar lo que Draco tenía que decirles.

-No se como empezar...

-Pues por el principio, ¿que fue lo que hizo que nos reunieras aquí hoy?

-Tengo un encargo de el señor tenebroso...

-¿Y? Vamos Draco deja de darle vueltas al asunto y solo dilo.

-Bien, lo primero que tengo que hacer antes de explicarles todo mi plan, debemos encontrar un armario...

-¿Me estas diciendo que me tienes aquí sentada en el suelo para buscar un armario? -Venus sonaba alterada.

-No es cualquier armario, me ayudará con mi plan.

-Debes estar realmente loco si crees que me vas a tener buscando un armario...

—No hay que buscarlo, sé donde puede estar. Pero tengo que entrar a la sala de Menesteres y tu sabes como hacerlo.

—Esto definitivamente no es lo que esperaba, pero bien lo haré.

-*-

Durante  el  resto  de  las  clases  de  Pociones  de  esa  semana,  Potter siguió siendo el centro de atención, con  el  resultado  de  que  en  la cuarta  clase  Slughorn  no  paraba  de  hablar  sobre  las  habilidades  de Harry,  diciendo  que  rara  vez  le  había  enseñado  a  alguien  con  tanto talento.

Ni  Venus ni  Alec  estaban  muy  contentos  con  esto. Por lo que le había dicho su padrino unos días antes Potter no tenía ni la más mínima idea de que era una poción y ahí se encontraba otra vez viendo como lo felicitaban.

Tenía que averiguar que era lo que estaba sucediendo, no era posible que de un día para otro él aprendiera con tanta facilidad. Si ella no lo había logrado en las vacaciones con su padrino, él en un par de días, menos aprendería todo eso.

Gracias a  la  cantidad  industrial de  tarea  que  les  habían  dado  no  le  dejaba  tiempo para  ir a conversar con Dumbledore, la búsqueda del armario que quería Draco no estaban dando buenos resultados.

Ya llevaban varias noches yendo a escondidas a la sala de menesteres y parecía que cada noche que entraban todo estaba en otro lugar.

Ella estaba muy irritada de que siempre tenían que empezar a buscar de nuevo. Como si la noche anterior no lo hubieran hecho ya.

Para antes de que terminará la semana Dumbledore la cito en su oficina, tenían que hablar seriamente de todo lo que les venía por delante. Aquella mañana de Sábado despertó temprano, antes de que comenzará el amanecer. Con varita en mano y cuidadosamente salió de su habitación.

Camino por los pasillos desiertos de Hogwarts esperando que Dumbledore tuviera chocolate caliente en su oficina. Era cierto que la había citado un poco más tarde, sin embargo a ella le gustaba mirar el amanecer estando tranquila.

Y a esas horas de la mañana no había nadie por todo el colegio, así que podía andar a sus anchas pensando, incluso podía ver a sus más leales compañeros.

Mientras iba en dirección al lago, la pesadilla se le unió, era muy poco común ver a un corcel de su tipo rondando por ahí. Pero a Venus le gustaba dar caminatas con él a su derecha.

Cuando ella calculo que ya había pasado casi media hora de que había salido de su habitación tomó un nuevo rumbo dejando que su corcel se fuera.

–Gaseosas  ácidas  –dijo  Venus  y  la  gárgola  se  corrió  de  un  salto;  la  pared detrás  de  ella  se  deslizó  y  se  reveló  una  escalera  de  piedra  en  espiral  en movimiento,  en  la  que Venus se  paró,  y  fue  llevada en  suave  círculos hasta  la  puerta  con  la  aldaba  de  bronce  que  daba  a  la  oficina  de Dumbledore. Ella golpeó.

–Entre  –dijo la voz de Dumbledore.

—Escuché que querías saber de mi— dijo la chica apenas abrió la puerta, dándole una sincera y gran sonrisa tomó asiento delante del escritorio de Dumbledore.

—No he tenido ni una sola noticia sobre ti. Espero que hayas tenido un buen inicio de clases.

—Tomando en cuenta que el año pasado estuve fuera todo el ciclo, creo que puedo arreglarmelas sola Albus

—De eso, te aseguro, que no tengo duda, de lo que quiero que hablemos y por lo que pedí que vinieras esta mañana es por el señor Malfoy.

Los Secretos De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora