Capítulo 69

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Las cosas no podían seguir de esa forma, sino como iba a ayudar a sus amigos, incluido Draco. Dumbledore estaba decidido a que su joven amigo rubio no corrompiera su alma. Y sin duda eso no la tenia muy contenta pero estaban buscando el bien común de, probablemente, todo el mundo mágico.

-Así que... Aparición.- dijo Alec sacando a Venus de sus pensamientos.–Debe ser un chiste  ¿eh?

-No lo creo, Dumbledore a veces tiende a acertar con lo que hace - dijo Venus . –Además quiero pensar que es mejor cuando lo haces tú mismo, no disfruté mucho cuando Dumbledore me llevó así. La primera vez casi vómito.

-Olvidé que ya lo habías hecho... Espero pasar mi examen al primer intento... - dijo Alec  ansioso

–Fred y George lo hicieron.-dijo Venus -¿Cuándo tomaremos nuestros exámenes?

-Tan pronto como tengamos diecisiete. ¡Eso es en Marzo para mí!

-Sí, bueno yo los cumplí en enero... pero no podrías aparecerte aquí, no en el castillo.

-No es el punto, todos sabrían que podría aparecerme si quisiera.- Alec no  era el único excitado ante la perspectiva de aparecerse.

Durante el día se habló solamente de las lecciones que se acercaban. Una gran tienda había sido instalada para que pudieran desvanecerse y reaparecer allí.

Por el resto del día Venus fue aturdida por los gritos y el entusiasmo de otros de sexto año, gracias a Merlín la hora en la que vería a Dumbledore se acercaba, si había entendido bien cuando se vio forzada a ir a su casa, Albus le comentó que hablarían de su padre.

Cuando llegó la hora con ayuda de Alec salió de la sala común de Slytherin sin que nadie la viera. Sin embargo no contaba que chocaria de frente con Draco ya que también él estaba escondiéndose. Se miraron a los ojos por unos segundos y antes de que pudiera decir algo Draco levantó las cosas que se le cayeron y corrió a la sala común. Con pesar la chica siguió su camino

Las lámparas en la oficina de Dumbledore estaban encendidas, los retratos de antiguos directores roncaban en sus marcos y el Pensadero estaba listo en el banco una vez más. Las manos de Dumbledore yacían a cada lado de su cuerpo, la derecha negra y quemada como siempre.

No parecía haber curado del todo y Venus se preguntaba, quizá por centésima vez, porque le había caído la maldición del anillo a él y no a ella que también lo usaba con frecuencia, pero no preguntó; Dumbledore había dicho que eventualmente lo sabría, y en todo caso, ahora tenía otros temas que tratar.

Cuando Harry llegó Venus estaba ahí, lo más seguro es que ya le hubiera dicho a Dumbledore del ministro y antes de que Harry pudiera decir algo acerca de Snape y Malfoy, Dumbledore habló.

-Escuché que conociste al Ministro de Magia  en Navidad.

-Sí- dijo Harry.

–No está muy contento conmigo.

-No- dijo y Dumbledore asintió.–Tampoco está muy feliz conmigo.

- Debemos tratar de no hundirnos en la angustia, Harry. – Harry sonrió. 

-Quería que le dijera a la comunidad mágica que el Ministerio está haciendo un grandioso trabajo.- Dumbledore sonrió. 

-Fue idea de Fudge originalmente, debes saber. Sus últimos días en la oficina, cuando trataba desesperadamente de aferrarse a su puesto, pensó en un encuentro contigo,  pensando en que le  darías tu apoyo... –

-¿Luego de todo lo que Fudge hizo el año pasado?- dijo Harry enojado -¿Luego de Umbridge?

-Le dije a Cornelius que no había oportunidad de eso, pero la idea no murió cuando abandonó la oficina. A las pocas horas de la asención de Scrimgeour, me reuní con él y me demandó que concertara una cita contigo.

-¡Y por eso discutieron!- Replicó Harry. –Salió en El Profeta.

-El Profeta está obligado a decir la verdad ocasionalmente- dijo Dumbledore –Aun si es solo accidentalmente. Parece que Rufus encontró la manera de arrinconarte finalmente.

-Él me acusa de ser “hombre de Dumbledore hasta la médula.”

-Muy grosero de su parte.-

-Le dije que lo soy.- Dumbledore abrió su boca para hablar y después la cerró otra vez.

Detrás de Harry, Fawkes el Phoenix dejaba escapar un silbido bajo, suave, musical. Para su vergüenza intensa, Harry se dio cuenta repentinamente que los ojos azul brillante de Dumbledore parecían algo acuosos, rápidamente miró fijo sus propias rodillas. Cuando Dumbledore habló, sin embargo, su voz estaba absolutamente firme. 

-Me has tocado de veras, Harry. –

-Scrimgeour quería saber a dónde va cuando abandona Hogwarts.-dijo Harry, todavía mirando hacia sus  rodillas.

-Si, está muy interesado en eso, aunque una joven ya le ha puesto el alto varias veces- dijo Dumbledore, sonando alegre, y Harry creyó que era seguro volver a mirar para arriba. -Hasta ha tratado que alguien me siguiera. Asombroso, realmente. Puso a Dawlish a perseguirme. No fue muy amable. Ya me había visto forzado a hechizar a Dawlish una vez, lo volví a  hacer con el mayor  arrepentimiento.

-¿Entonces todavía no saben a dónde va?- preguntó Harry, esperando obtener más información de ese intrigante tema, pero Dumbledore tan solo sonrió sobre la punta de sus anteojos de media  luna.

-No, y tampoco es tiempo de que tú lo sepas, ni siquiera mi estimada Venus tampoco lo sabe. Ahora, sugeriría que empecemos, a menos que halla algo más...

-En realidad lo hay, señor.- dijo Harry. -Es sobre Malfoy y Snape... Y Venus- el último nombre lo dijo más susurrando

-Profesor Snape, Harry.

-Sí, señor. Los oí durante la fiesta del profesor Slughorn... bueno, en realidad los seguí... –

Dumbledore escuchó con una cara indiferente.

Los Secretos De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora