Capítulo 1

2K 68 28
                                    

Adriana

¿Sabéis esa sensación de no poder abrir los ojos del cansancio que tenéis? Pues así me sentía yo. Escuchaba voces todos los días de gente que hablaba sobre mí, oía su voz llamarme, pedirme que despertara, y lo intenté, juro que intenté hacer lo que pedía, pero algo más fuerte que yo lo impedía. Estaba en una especie de sueño profundo del que no podía despertar.

-¿Puedo besarte?. -Lo escuché decir.

Quería decirle que sí, que lo había echado de menos en aquella oscuridad infinita que se había iluminado en varias ocasiones, pero que no lo había vuelto a hacer... Sin embargo, no dije nada. Abrí los ojos con dificultad, como si me los hubiesen pegado con pegamento ultra resistente y asentí levemente. Lo volví a ver, vi sus lágrimas, su tristeza, su barba de varias semanas, su desesperación... Lo vi, como también vi todo eso desaparecer de su rostro en el momento que desperté.

-ADRI... -Soltó casi en un suspiro tocando mi cara con mucha delicadeza-. Estás... Has... ¿Esto es real? -preguntó inspeccionándome-. ¿Te acuerdas de algo? Espera... ¿Te acuerdas de mí?. -Asentí como pude y le dediqué una pequeña sonrisa.

No sabía el tiempo que llevaba postrada en esa cama, la hora o el día que eran ni si seguía teniendo la misma edad, pero lo recordaba. ¿Cómo podía olvidarme de él?.

-Voy a avisar a los enfermeros de guardia -me informó. Posé mi mano sobre la suya que se encontraba todavía en mi rostro y se lo impedí-. Será un momento, necesito que te vea alguien. ¿Te haces idea del tiempo que llevamos esperando que des alguna señal? -negué-. Ahora vuelvo, no te muevas de aquí.- Me quedé mirándolo incrédula ante sus palabras, ya que muy fácil no era escapar de allí con tantos tubos y se llevó una mano a la cabeza en cuanto se percató de a que venía mi gesto -. Que estupidez acabo de decir... No tardo -besó mi frente y en cuanto salió corriendo, gritó: "Ha despertado" "Lo ves muerte, con mi chica no se juega" y "Aquí nadie trabaja ¿o qué?". Sin duda no había cambiado, seguía siendo Jayden, el chico del que me había enamorado.

No tardó en aparecer por la puerta con uno, dos, tres, cuatro... Enfermeros. Había en mi habitación por lo menos diez personas y fuera, tras un cristal, cinco más.

-Me alegro de ver por fin tus ojos, me han hablado mucho de ellos. -Me ruboricé y mi vista se fue hacia el que imaginaba que había sido -. Soy el doctor Robinson, ¿Cómo estás? ¿Te duele algo? ¿Ves bien? -preguntó pasándome una linternita por los ojos-. Puede que te cueste un poco hablar ahora mismo. Tendrás que tener paciencia porque van a tener que hacerte pruebas para comprobar que cada parte de tu cuerpo funciona como corresponde. Voy a dejarte descansar un rato ¿vale?. Ellos están aquí para lo que necesites -dijo señalando a todo el grupo que había tras él-. Tienes mucha suerte de tener a este muchacho -golpeó a Jay en el hombro- no te ha dejado sola ni un sólo momento. Voy a buscar a tu madre por si no le han dado la noticia ya y luego hablamos ¿Te parece? -asentí agradecida y se marchó.

-Adri, estos son los enfermeros que han estado cuidándote y los que han evitado que me pegara un tiro -dijo Jay colocándose de nuevo a mi lado con una sonrisa. Todos saludaron con énfasis e intenté devolverlo con toda la fuerza que tenía en aquel momento.

-Nos alegramos mucho de que hayas despertado, no sabes lo cansados que estamos de escuchar sus lloriqueos.-Bromeó uno.

-¡Eso, eso! -se escuchó a los de atrás.

-¡Hija! -gritó mi madre al verme por el cristal, se abrió paso entre todos y corrió a abrazarme con cuidado de no hacerme daño-. No sabes cuanto llevamos esperando este momento -dijo llorando sobre mi hombro.

-Nosotros nos vamos -anunció el personal sanitario-. Vendremos a verte por turnos. -Se despidieron y salieron de la habitación.

-Ma-má. -logré pronunciar y eso llamó su atención.

Quiero BesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora