Capítulo 49

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Jayden

12 HORAS DESPÚES.

No tenía ni puta idea de a donde podía habérsela llevado. Mike era una persona impredecible. Un día le gustabas las flores y al otro las destrozaba. Hoy podía ser buena persona y mañana el demonio. Nunca podías seguirle los pasos.

Nada más encontrar la tiara llamé a mi padre, quien con sus contactos en la policía, consiguió que enviaran patrullas. Normalmente tomarían un caso así como desaparición, pero al no haberse cumplido las setenta y dos horas de desaparecida, no harían nada. Sin embargo, eso, era algo que todos esperaban que pasara y aún así, habían desestimado el caso. Todo lo que estaba pasando era tanto culpa suya, como mía. Si ellos hubiesen tenido controlado a mi "hermano", si lo hubiesen seguido como era debido o lo hubiesen metido en la cárcel por acoso (porque era acoso lo que había estado haciendo desde que regresó), nada de esto podría haber pasado. Y si yo no hubiese sido tan idiota e insistente por querer acompañarla al baile, tampoco. Al final, solo podía culparme a mí. Una vez más la había puesto en peligro. Y ahora no sabía nada de ella. Los detectives, otro factor importante que no habían servido para una mierda. ¿De verdad nadie tenía ojos como para ver que podía estar planeando?

Todos se volcaron buscándola. Las horas pasaban mucho más rápido que de costumbre y eso no era para nada bueno. No si no la encontrábamos. Los agentes rodeaban la ciudad, llegando incluso a las ciudades cercanas. Los estados cercanos tenían constancia de lo ocurrido y sus fronteras pertenecían en vigilancia. Debían haber recorrido el noventa por ciento de California y seguíamos sin pistas.

Estaba completamente seguro de que Tiffany tenía mucho que ver en todo eso y era la primera persona a la que había ido a buscar. Pero no sabía el paradero de ella. La tierra se la había tragado. Así sin mas. Mi instinto decía que debía encontrarla para así, llegar al final. Busqué a cada una de sus amigas, hablé con sus padres, fui a casa de sus abuelos. Nadie sabía nada.

Me iba a arrancar el pelo de la cabeza si no daba con algo que me llevase a ella. Se cumplían casi dieciocho horas de la desaparición y estábamos cada vez más lejos de encontrarla. Tenía la compañía de Brandon, que trataba de tranquilizarme sin éxito. Pero al menos lo tenía junto a mí, en otro de los peores momentos de mi vida. Como siempre.

-Vamos, tío. Si te estresas no piensas y si no piensas, no la vas a encontrar. Hay algo, algún sitio que conozcas y que a tu hermano le guste. Debe haber algún sitio.

Le di mil vueltas, lo pensé horas. Nada. No se me ocurría ni un maldito sitio al que la pudiera haber llevado. Golpeé el volante con fuerza y salí del coche, descontrolado. Pateé la parte delantera, me tiré al suelo, grité. Odiaba no saber que podía estar haciéndole. Pensar siquiera que le había hecho daño. Incluso replantearme si podía, si ella... Si la habría matado. Aunque lo conocía lo bastante como para saber que no lo haría. No hasta tenerme a mí cerca. Porque aunque la venganza era contra ella, yo estaba de su parte. Siempre lo estaría. El móvil comenzó a sonar dentro del vehículo. Probablemente sería alguno de los chicos informando sobre que no tenían nada. No tenía ganas de oír más malas noticias. Bran insistió en que lo cogiera, mas no le presté atención. Debía seguir pensando...

-¡Jay! De verdad, creo que deberías contestar. -Resoplé.

-¿Quien es?

-Es un número oculto.

Me levanté casi de un salto y rodeé el coche arrancándole el teléfono de las manos. La melodía dejó de sonar y estuve apunto de partir el móvil, pero un pitido anunció la llegada de un mensaje y lo abrí automáticamente.

"Ubicación" Ven solo.

-¿Quien es? -Preguntó preocupado, Dean.

-Tengo, tengo que irme. Necesito que te quedes aquí.

Quiero BesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora