Capítulo 21

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Adriana

Las tres de la mañana. Si tenía que contar las veces que había madrugado en mi país de nacimiento, todo Estados Unidos se reiría de mí. Por dios, pero si llegaba tarde a la escuela por quedarme durmiendo un rato más. Aunque claro, si comparábamos eso con ir a hacer cosas divertidas, el madrugón lo merecía. Tan sólo quedaban dos exámenes por hacer y seríamos libres. Las últimas semanas serían todavía más duras, pues se repasarían cada una de las cosas que salían en el temario de todo el año y ya nos daba pánico ver lo que saldría en el cuestionario. Por eso ese fin de semana nos venía de lujo para desconectar. El día anterior había ido con Dean a por un regalo para Olivia y como aún no tenía sus zapatos para el baile, nos decantamos por los que sabía que le habían gustado. Bran y Et se encargaron de ir a comprar unas cuantas cosas al supermercado por si nos apetecía en algún momento, pero todos sabíamos que mas que nada, iban por el alcohol. Elegimos el paquete que incluía todas las comidas así no tendríamos que perder tiempo cocinando y lo aprovecharíamos para otras cosas mucho más interesantes. Íbamos a dividirnos en dos coches ya que eran suficientes para todos: Mía, Sophie y Olivia, con Brandon y Et y yo, con Dean, pero el primero prefirió ir en el suyo porque supuestamente venía la chica de la que me había "hablado" e iríamos más cómodos. Me pareció una tontería porque cabíamos de sobra, pero bueno, al final fuimos Dean y yo solos. Nos encontramos todos en la entrada de la ciudad y partimos hacia allí. Lo de levantarse a las tres de la mañana no era para organizarlo todo, ni mucho menos, era porque Ridgewood, Santa Rosa, quedaba muy, pero que muy lejos, más lejos que Sacramento. Me hubiese ofrecido a conducir por el piloto un rato, pero no tenía ni el carnet así que pedí disculpas por la mala copiloto que le había tocado. Pusimos música para no quedarnos dormidos ninguno de los dos, sin embargo, entre bostezos y letras, caí. Dean, en el asiento de al lado y con el coche parado, me despertó cuando pararon a repostar y de paso comprar cafés del veinticuatro para darle cafeína al cuerpo. Aproveché para ir al baño. Mia se cambió de vehículo y nos acompañó para seguir el trayecto. Por lo visto estaba cansada de todo el amor que desprendía el coche de Brandon.

-Oye, ¿Tú has visto a la chica de la que habló Et? -Le pregunté a mi amiga en cuanto recordé que no había visto a nadie más que los de siempre.

-¡No! ¿No dijo que iba a traerla? -Respondió ella.

-Sí, le dije que viniera con nosotros y él dijo que no porque venía ella y así estábamos más cómodos. -Repetí lo que él había dicho el día anterior.

-Que extraño, últimamente está de un raro -exageró las palabras.

-Luego hablaré con él.

-Sí, seguro que a tí te cuenta lo que le pasa. -Yo no estaba tan segura de ello pero por intentarlo...

Cantamos unas cuantas canciones más y las dos caímos rendidas. Pobre Dean, abandonado por dos insensatas. No paramos muchas veces más, salvo por las veces que nos entraron ganas de ir al baño, vale, no fueron pocas, mi vejiga y eso... Nos encontramos de todo por la vía de cintura, desde atascos por vacas invadiendo el carril (Sí, VACA), hasta unos individuos disfrazados de algunos de los personajes de películas de terror haciendo creer que tenían rehenes. Al principio nos entró el miedo, pero enseguida nos dimos cuenta de que todo era una broma. Un asesino no iba por ahí con un cuchillo de juguete. El viaje al final fue entretenido y no volvimos a quedarnos dormidas, un gran logro. A las once menos cuarto, llegamos a nuestro destino. Había una barrera en la entrada del rancho con herraduras de caballo, desde ahí no se veía nada, pero en cuanto te adentrabas un poco, descubrías dos bonitas y grandes cabañas, un lago con cisnes y mucho verde. Tras eso se distinguía un prado y pavos reales, no podía esperar más para ver al resto de animales. Bajamos de los coches dando saltitos, las chicas, claro y nos abrazamos entusiasmadas. No tardó en salir una familia a recibirnos. Los dueños del lugar tenían dos hijos, un chico de veintiséis años y una chica de veintiuno, muy guapos los dos. El señor Barker nos mostró el interior de las dos cabañas y sus hijos el resto de las instalaciones. Fueron muy simpáticos. Había una multitud de animales: Cerdos, gallinas, conejos, ardillas, vacas... De todo. Mi corazón se lo ganó una vaca llamada Quely, me sorprendió mucho el nombre ya que en España había unas galletas que se llamaban igual y al decirlo en voz alta, el chico de veintiséis años, Connor, me sorprendió diciendo que por eso mismo la había llamado así, porque en un viaje a Europa las probó y le gustaron tanto que al regalarle esa vaca, sus padres, le puso el nombre como recuerdo. Me hizo mucha gracia y me pareció de lo más tierno. Estuvimos hablando un poco más de su viaje y me asombró que lo hiciera en español. Seguimos conociendo un poco más, nos dejaron un papelito con la hora a la que se servía cada comida y nos instalamos por fin en las habitaciones.

-Yo duermo con Brandon. -Avisó Oli, la primera. Habitación con baño privado.

-Jo, con la ilusión que me hacía dormir con tu novio... -Ironizó Mia.

-Lo sé, pero es mío. -Se burló ella.

-Yo duermo con Mia. -Anunció Sophie.

-Yo que creía que me ibas a escoger a mí... -Et se hizo el ofendido.

-Mas quisieras. -Le sacó la lengua ella-. Yo quiero la habitación que queda con baño.

-No, esa es para -Oli se quedó callada un momento, pero enseguida supe lo que había estado a punto de decir. Rectificó-. Es para Adriana, ya sabéis que es una meona y no queremos que se le escape por no llegar rápido al baño de abajo.

-¿Para esto quiero amigas? -Me sonrojé.

-Exactamente. -Empezaron a pelearse por la habitación que quedaba libre con el baño y como a mi no me importaba que se la quedara otro, aproveché para acercarme a Et.

¿Qué pasa, meona?

-Eh, no te pases... -Le di un puñetazo juguetón.

-Es broma -se rió-. ¿Quieres dormir conmigo? Sabes que soy un buen compañero de cama. -Me hizo reir.

-El mejor, sin duda... ¿Y tu novia? -Pregunté sin rodeos.

-No es, no es mi novia... No ha podido venir.

-Que pena, me hacía ilusión conocerla.

-Sí, bueno, a lo mejor otro día... Igual, no creo que vaya a ir muy lejos lo nuestro... -Parecía que le molestaba hablar del tema.

-¿Por qué lo...? -Sophie me interrumpió y no pude terminar la pregunta. Et aprovechó para escabullirse.

-Adriaaana, hooolaaa, ¿Podéis prestar atención? Gracias.

-Están esperando por tí, Adri. Quedan dos habitaciones y sois tres. ¿Dónde quieres dormir, con Dean o con Et? -La pregunta del millón. No quería elegir a ninguno de los dos porque uno tendría que dormir solo.

-Dormiré -Una voz detrás mía, respondió por mí.

-Dormirá conmigo. -Todos se quedaron callados mirando al recién llegado y yo me quedé muy quieta. Si no me movía no me vería. ¿O sí?

-¡Has venido! -Gritó Oli, impresionada. Me lanzó una mirada de disculpa.

-No me iba a perder tu cumpleaños por nada.

-Que alegría tío, te veo bien.

-Es lo que tiene Sacramento. -Noté como se iba acercando a mí, hasta que sentí el roce de su mano en mi cintura.

-Voy a dejar las cosas en la habitación. Me quedo la del baño, por las molestias. -Informé medio en broma y me aparté de él enseguida. Todos me siguieron con la mirada, pero hice que no me daba cuenta.

No me giré en ningún momento para verlo, no hacía falta. Saqué las cosas de la maleta y las coloqué cuidadosamente, tomándome cinco minutos por cada prenda. No lo quería cerca y no sabía como lo iba a hacer para evitarlo todo el fin de semana, pero dormiría en el establo, con Quely, si hacía falta. Entré en el baño a darme una ducha y ponerme algo más cómodo para pasar el día con los animales. Connor iba a ir a darles de comer y me ofrecí para ayudarle. Me recogí el pelo en una coleta alta y salí a por unos leggins y una sudadera ancha. No había terminado de abrir la puerta cuando lo vi, sentado en la cama. Sujeté con más fuerza la toalla y me dirigí al armario. Sentí como sus ojos se clavaban en mí y su boca suspiró de frustración tras haberlo ignorado. Volví a meterme en el baño para vestirme y cuando salí me choqué con él, pues estaba de pie frente a la puerta.

-Adri, ¿Podemos hablar? -No respondí-. Por favor... -Acarició mi brazo.

-He quedado con Connor para dar de comer a los animales. -Como siempre yo, dando explicaciones innecesarias.

-Solo será un momento.

-Entonces no debe ser importante. Luego hablamos. -Separé su mano de mi brazo y salí dejándolo atrás, con las ganas de decir lo que fuera que quisiera decir.

Quiero BesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora