Capítulo 8

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Adriana

Si dijera que dormimos media hora esa noche, era mucho decir. La luz primaveral entró por el gran ventanal de su habitación, avisándonos que era de día. No tenía mucho que hacer, salvo estudiar. Quedaba tan sólo un mes para los exámenes finales, y ya era hora de volver al VSH.

Me levanté de la cama tras escabullirme de los brazos de Jay, quien sí se había quedado dormido como un tronco, y me metí directa al baño para darme una ducha. Abrí el grifo dejando correr el agua helada hasta que saliera la caliente y me quedé bajo la alcachofa con los ojos cerrados. La noche había sido realmente apasionada, tanto, que volaron por mi cabeza varias escenas, provocándome rubor y calor en la parte baja. ¡DIOS! Es que había sido alucinante. Busqué el champú con la mano con los ojos todavía cerrados y lo sentí detrás de mí.

-Lo tengo yo -dijo poniéndolo delante de mí-. Te lo voy a aplicar. -Cerró la válvula. Masajeó con las yemas de los dedos, la raíz y con la espuma que hizo, deslizó hacia abajo-. ¿Te he dicho alguna vez lo bonito que es tu cabello? -Soltó a mi oído con sus labios rozándolo. Negué y mi boca se tornó seca-. Pues es precioso -confirmó.

Terminó de enjabonarlo bien y volvió a correr el agua sobre mí. Lo tenía en mi espalda, aclarando. Una mano bajó hasta mi cintura y su tacto hizo que me humedeciera los labios. Cogí la suya con la mía, llevándola conmigo a la zona que cada vez ardía más y la acarició. Apreté con fuerza para que sus dedos tocaran donde yo quería. Eché la cabeza hacia atrás, apoyándola a la altura de su pecho y volví a escuchar su voz muy, muy cerca de mí.

-¿No has tenido suficiente? -Preguntó lamiendo la hélix.

-Yo... -Lo único que salió de mi boca fue un gemido. ¡Que bien tocaba!

-Tú... -Me imitó.

Di media vuelta quedándome frente a él, obligándome a abrir los ojos y lo descubrí completamente desnudo.

-¿Tú que, Adriana?

-Yo... Quie, quiero más de tí. -Dije casi en un susurro agarrando su miembro.

Se mordió los labios con fuerza y volvió a penetrar sus dedos, en mí. Me acorraló en la esquina de la ducha, cortándome la respiración con su acercamiento. Dejó pequeños mordisquitos encima de la piel de mi clavícula. Tanteó el terreno. Se arrodillo despojando besos por todo mi vientre, hasta llegar a mí órgano sexual. Lo succionó con fuerza hasta hacerme perder los estribos. Apreté los dedos de los pies y perdí el equilibrio. Me agarré a él, dejándole las uñas clavadas en sus hombros. Soltó una risita de satisfacción. Tiré de su pelo con firmeza para hacer que se pusiera de pie. Más besos. Rozó sus labios con los míos. Mis ojos le "gritaron" que entrara en mí. Me hizo sufrir. Subí una pierna a su cadera apretándolo contra mi cuerpo. Finalmente me cogió y me agarré a él como un koala. Rozó mi pálpito, se llevo dos dedos a la boca, los lamió mirándome fijamente y eso fue lo más sexy que había visto nunca. Llevó los dedos húmedos a su aparato y con sus manos en mi culo, la introdujo. Una y otra vez, sin descanso. Mis uñas se clavaron todavía más en su espalda y con ello emitió sonidos que me hicieron enloquecer.

-Te quiero Jayden Fischer.

-Te quiero Adriana García. -Estaba apunto, iba a hacerme gritar como nunca y él lo sabía. Me tapó la boca con una mano para que estos no se difundieran y llegué al clímax. Me dejó con los pies en el suelo. Su mano fue directa a su pene, puesto que no había terminado y se la aparté llevando la mía. Quería hacerlo yo. Me agaché frente a ella. La meneé y me la metí en la boca. Agarró mi nuca, levanté la vista hacia él y su espalda se encorvó. Succioné con ganas y lo hice con más fuerza cuando noté que no le quedaba mucho-. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida -dijo, y empezó a convulsionar de placer.

Quiero BesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora