Capítulo 19

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Adriana

La policía no tardó en llegar y a pesar de tener conocimiento del peligro que suponía no saber el paradero de Mike, no creyeron que hubiese sido él. Una broma de niños, eso fue lo que dijeron. Dean cogió un cabreo monumental y estuvo a punto de golpear a uno de los cuerpos, por suerte pude frenarlo. No quería que se lo llevaran al calabozo o presentaran una sanción contra él. Llamaron a mi madre para informarle de lo ocurrido en su casa y no sé como, apareció a los cinco minutos. Solicitó una orden de alejamiento, pero dejaron bien claro que de poco iba a servir. Sin mas, cogieron algunas muestras prometiendo que buscarían huellas o algo que los llevara a la persona o personas que habían hecho eso y se marcharon. En definitiva, no hicieron nada. Mamá quiso quedarse conmigo el resto de la noche, pero Dean se ofreció a hacerlo él y tras pensarlo unos minutos, regresó al trabajo. Mi amigo se aseguró una vez más de que todo estaba en orden por la casa y se sentó en uno de los taburetes de la cocina mientras yo terminaba de hacer el café.

-¿Estás bien? -Preguntó a mi espalda.

-Sí... -Dije sin girarme. La verdad era que no, no estaba bien, no dejaba de preguntarme a mí misma si eso iba a ser así siempre.

-¿No deberías hablar con Jay? Creo que es él el que lleva un buen rato llamándote.

-No quiero hablar con él. -Seguro que llamaba porque ya se había enterado de todo. Un buen momento para despedir al de seguridad, sin duda.

-Está bien. ¿Quieres ver una película? -Asentí sin mucho entusiasmo, nos terminamos el café y subimos a mi habitación, ahí estaríamos más cómodos.

No presté mucha atención a la película, ni siquiera recuerdo cual habíamos puesto y Dean se dió cuenta, pero no le molestó, aún así me disculpe por la mala compañía que le estaba devolviendo y lo entendió. Mi cabeza estaba en otra parte en esos momentos, con miles de preguntas sin respuesta. No quería tener una vida en la que temer y tampoco vivir con la incertidumbre de si ese día o al día siguiente o al otro iba a encontrármelo cara a cara y fuese a hacerme algo, que ganas no le faltaban y ya lo había dejado bien clarito. Las clases de defensa personal habían ayudado bastante a tener menos miedo, pero en los momentos de peligro no sabía como actuaría, quizás me quedaba quieta... Al igual era hora de regresar a España, si se lo decía a Julia tal vez me dejaría quedarme en su casa, pero claro, no quería volver allí... ¿Otro país? No... ¿Qué iba a hacer yo sola en la otra parte del mundo? Si apenas había viajado... No, no pensaba abandonar mi nueva vida por nadie y si tenía que enfrentarme a él, lo haría. "En persona no seré tan valiente..." Me entró el sueño y le ofrecí seguir viendo la peli, a mi no me molestaba. Volví a agradecerle que estuviese allí y me giré dándole la espalda. No conseguí dormir más de media hora, me daba miedo bajar la guardia y que él aprovechara para entrar. Seguí en la misma postura, con los ojos cerrados, pero Dean se percató.

-¿No puedes dormir? -Negué sin girarme-. Tienes que descansar.

-Me da miedo...

-No te va a pasar nada, para eso estoy aquí. ¿Quieres que duerma contigo? -Desde el principio había dicho que dormiría en el sofá, pero no quería quedarme sola.

-Sí, por favor. -Me giré hacia el otro lado mientras se colocaba en la cama y me abracé a él que no tardó en ofrecerme su brazo para usarlo como almohada. -Gracias Dean.

-No hay de que, aquí me tienes para cuando necesites un cojín. -Me contagió su sonrisa.

-Lo decía por haber venido cuando te he llamado, bueno y por todo en general, aunque tendré en cuenta lo del cojín.

-Claro que sí, firme y reconfortante. Enserio, no tienes que agradecerme nada, lo hago encantado.

-Eres el mejor.

Quiero BesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora