Capítulo 38

567 31 14
                                    

Adriana

-Tenemos que hablar.

No me entraba en la cabeza todo aquello... 99/9%, no dejaba de repetir ese dato en mi mente. No, no podía ser posible, de ninguna manera. Luca no podía ser mi hijo y yo tampoco podía ser su madre. Su madre biológica lo había abandonado y ahora su figura materna era Julia, no yo. Yo no había firmado nada ni había decidido sobre la vida de nadie, nadie me había pedido opinión ni me había preguntado que era lo que realmente quería para mi hijo. Pero tampoco había tenido esa oportunidad, porque él había muerto... Sí, el día que desperté fue lo primero que escuché. El bebé ha nacido muerto. No había marcha atrás. No pedí explicaciones, no deseé verlo. No hice nada por el niño que se formó en mi vientre. Una niña de dieciséis años no se preocupaba por esas cosas, no pensaba en el futuro con un hijo y tampoco se imaginaba la posibilidad de perder su adolescencia al pasar a ser forzosamente, una adulta. Aunque en las clases de charla sobre sexualidad nos habían informado sobre los contras de ser madre a una edad temprana, no creía que pudiese llegar a vivir esa experiencia, y menos de esa manera. Yo, que había estado evitando mantener relaciones, siendo precavida, queriendo esperar a la persona que creyese adecuada para dar un paso tan importante... Incluso eso me habían robado. Desde hacía más de dos años, mi vida, había pasado a ser la de otros. Y eso tenía que cambiar.

-¿Qué sucede? ¿Por qué ese escándalo? -Preguntó mi madre asomándose desde la cocina tras dejar golpear la puerta de casa.

-¿Dónde está Julia? -Pregunté tras no verla por la planta baja.

-Arriba, con Luca. -Bajé la voz en cuanto lo dijo.

-Tenemos que hablar...

-¿Ha ocurrido algo? ¿Algún problema con Jay? -Preguntó tras intentar adivinar a través de mis ojos sobre que iba a tratar la conversación.

-¿Pensabas contármelo algún día? -Fui directa.

-¿El qué, hija?

-No te hagas la tonta, mamá.

-Hija, no te estoy entendiendo. ¿Qué es lo que tenía que contarte?

-Lo sé todo. -Mi madre, quien hasta hacía un segundo me había estado mirando con cara de confusión, pasó a hacerlo con terror. No me miraba, sus ojos quedaron fijos en un punto determinado y no parecía tener intención de decir algo.

-No... -Se agarró con fuerza a la barandilla de la escalera.

-¿Por qué, mamá?

-Yo...

-¿Por qué lo has estado ocultando todo este tiempo? ¿Qué clase de madre hace algo así? -Mi voz amenazaba con gritar y a la vez con romperse, pero la segunda tuvo más fuerza e impidió a mis cuerdas vocales seguir hablando de forma clara.

-Una que te quiere. Las madres a veces tenemos que hacer cosas que duelen por nuestros hijos. Y yo lo hice. -Agachó la cabeza y de lejos vi que empezaba a llorar. No podía moverme del sitio. No lo había negado. No había negado nada. Lo estaba admitiendo como el niño que oculta haber cogido un caramelo sin el permiso de sus padres y el que después es pillado y no le queda mas remedio que admitir que sí, él cogió un caramelo.

-Yo no te pedí que hicieras nada por mí...

-Lo hice por tu bien, hija. Solo por tu bien.

-¿Mi bien, pero de que bien estás hablando? Me has mentido. Todo este tiempo he creído que mi hijo estaba muerto. Tú has hecho que lo creyera... Eso no lo hace una madre.

-Julia nos va a escuchar... -Dijo acercándose un poco a mí y yo retrocedí como pude.

-¿Y? ¿Tienes miedo de que se entere de algo? ¿A ella también la has engañado? -Vacilé.

Quiero BesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora