Capítulo 17

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Adriana

No pude ocultárselo más y se lo expliqué todo. Entendió que no quisiera quedarme en su apartamento, pues había recuerdos que no se podían borrar y no me iba a hacer bien rememorarlos.

-¿Y ahora?

-Ahora nada.

-¿Pero estáis juntos? -¿Qué respondía a eso?

-No tengo ni idea de lo que somos...

-Bueno, tampoco te precipites. Yo he visto como se comporta contigo y está completamente enamorado de tí. -Todos decían lo mismo, pero era irónico...-. Pienso que debe ser cierto lo que te ha dicho.

-Yo no estoy tan convencida.

-Deberías hablar con él, ¿no te ha dicho cuando vendrá a verte?

-Dudo que lo haga.

-No seas tan negativa...

-No lo estoy siendo.

-Vale, cambiemos de tema. ¿Qué vas a hacer ahora que te quedas?

-Volveré a las clases si el director me lo permite y a rehabilitación si aún tienes hueco para tratar a una más.

-Para tí siempre lo tendré.

-¿Sabes que más se me ha ocurrido hacer? -Negó-. He pensado que podría buscar trabajo.

-¿Ahora? -No pareció convencerle mucho.

-¡Sí! ¿Por qué te sorprende?

-No, es que, es pronto, tienes que preocuparte por estar bien al cien por cien y luego podrás.

-Necesito alguna distracción.

-Lo entiendo, pero con los estudios y nuestras sesiones te aseguro que tienes para rato. NO TE VAS A ABURRIR. -Sonó muy seguro.

Le ofrecí cenar en casa y a mi madre le alegró mucho verlo allí. No preguntó la razón por la que estaba en casa y no con Jay algo que agradecí, aunque en cuanto se fuera nuestro invitado, lo haría. Me contaron un montón de anécdotas que les había pasado en el hospital y también hablaron sobre la chica que tenía una pequeña obsesión con mi amigo, ahí sentado. Ya me imaginaba quien era la chica y no me pareció nada raro. Como había dicho, lo raro era que no tuviera nada por ahí. Una hora más tarde llegó Matthew, quien se ofreció a quedarse en casa en cuanto mi madre le dijo que no me había marchado. Esos dos iban a acabar más juntos y revueltos que los de la película. Al terminar de cenar, Dean y yo fregamos los platos, bueno, los fregó él tras yo ceder a su insistencia. Un poco más tarde se marchó recordándome que tenía cita para dentro de dos días, así el día siguiente lo tendría libre para ir a hablar con el director del Venice y a idear mi plan. El plan cero lo había llamado. Básicamente se basaba en descubrir que quería en mi vida, tarea bastante complicada. Intenté subir a mi habitación sin que mi buena madre me preguntase por Jay, pero fue inútil porque me siguió hasta el principio de la escalera.

-Cariño -su voz hizo que me girara.

-¿Sí, mamá? -Soné infantil, como si no supiese lo que iba a preguntarme.

-¿Estás bien? -Pues no, no tenía ni idea de que fuese eso lo que iba a preguntar.

-Yo... ¿Sabes...?

-Sí, Jay me llamó al salir del trabajo.

-Supongo que tú si que te has creído el cuento.

-Cielo...

- ¿Te lo has creído no? -Sonreí irónica.

-No tienes razones para no creerle.

-Claro que las tengo y tu deberías tenerlas también.

Quiero BesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora