Capítulo 39

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Adriana

Tan solo quedaban cuatro días para el baile de graduación. Las chicas habían quedado para ultimar los detalles de la que sería su "nuestra" gran noche y nos encontrábamos sobre la cama de Et, mirando peinados en Pinterest. Nuestro amigo a parte de ser buena persona era también un gran anfitrión. 

-¿Queréis que pida unas pizzas? -Preguntó este sacándonos de nuestra concentración-. Mirar tantos peinados os debe de haber dejado agotadas. -Bromeó.

-No te imaginas cuanto. -Aseguró Olivia como si aquello hubiese sido uno de los mayores trabajos de su vida. 

-Pizza entonces. 

-No te molestes. Se hará tarde si no empezamos a marcharnos ya. -Informó Mia. 

-Bueno, la escuela se ha terminado y no veo que pueda haber tan importante como para que os haga madrugar. Además, por mi no hay problema si os queréis quedar a dormir. Los chicos no van a pasar por casa así que quedan camas libres, aunque eso sí, habría que cambiar las sábanas y limpiar un poco porque estos no saben lo que es una escoba. -Se burló. Pero en el fondo tenía razón, era el único limpio de aquella casa.

No costó mucho convencer a las chicas y mientras esperábamos a que llegara el repartidor, Et nos dió su opinión sobre algunos de los recogidos que habíamos escogido. Me quedé mirándolo  un buen rato mientras decidía el mío y no por impaciencia a que se decidiera, sino, porque no me podía creer la suerte que tenía de haberlo conocido. Siempre estaba para mí por mucho distanciamiento o mal entendido que hubiésemos llegado a tener. No dudó ni un segundo cuando le pedí quedarme en su casa a dormir y aunque le prometí que solo sería un día, me convenció de que no era ninguna molestia hacerlo el tiempo que fuese necesario. Este chico se merecía el cielo. 

No había vuelto a hablar con mi madre a pesar de sus insistentes llamadas. Con mi hermana, por el contrario, sí. Se había creído la excusa de quedarme en casa de Sophie, tanto que cuando le dije que no volvería hasta pasado el baile, se acercó a casa de mi amiga con el vestido que llevaría. Obviamente no me encontró, pero Soph siempre tenía un as bajo la manga y le contó algo muy creíble. 

Tenía la cabeza saturada aquellos días. No tenía ni idea de como actuar. Necesitaba que alguien me aconsejara sobre que hacer con aquella noticia. No le había contado nada a las chicas, ni siquiera a Ethan a quien tuve que mentir un poquito por la razón de haberme ido de casa. Lo mejor era quedarme callada hasta tener claro que hacer. Solo pensaba en Luca y en mi hermana. Lo que sucedería cuando se enterara. Pero claro, no quería hacerle daño. Aunque por otra parte, eso, ya no podría ser un secreto por siempre. Al fin y al cabo, Luca, era mi hijo. Mi hijo. Esa palabra no entraba en mi cabeza... Mi hijo no estaba muerto. Lo había visto crecer de alguna manera. Y no tenía ni idea de como sentirme al respeto. No tenía ni idea de nada en sí. Eso cambiaría mi vida aún más y tenía que tomar una decisión. Contarlo todo o guardar el secreto. 

-¿No te convence? 

-¿Eh? -Pestañeé intentando así concentrarme en mi amigo. 

-¿Este? ¿Te gusta? -Insistió.

-¿Lo has estado mirando así por algo en especial o quieres convencerte de que él, es el chico que mereces? -Soltó Mia y supuse que desde que había empezado a mirarlo, no había dejado de hacerlo. Et y yo nos sonrojamos a la vez. 

-¿No me digas que al final te vas a enamorar de mí, princesa? -Dijo burlón. 

-Que más quisieras. -Lo bajó Sophie de la ensoñación. 

-¡Eh! No te pases con él. Si no fuera porque soy tonta y me fijo en chicos que no me merecen, estaría coladita por él. Es un partidazo. 

-Vaya, vas a hacer que me sonroje. -Me lanzó una sonrisa cómplice.

Quiero BesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora