Quiero Besarte

Capítulo 44

Jayden

Apenas veía a Adriana y las veces que me la encontraba era en situaciones complicadas. Mas que nada porque la bruja siempre iba colgada de mi brazo. Ella siempre tenía que ir con esos aires de superioridad y tratar de dejar en ridículo a la gente. Si ella supiera que a la única que lograba hacer quedar mal era a sí misma... Estaba harto de la mierda de situación en la que me había metido, pero debía aguantar. Aguantaba por ella. Porque la quería. Soportaría lo que fuese por verla bien, aunque nuestra relación se hubiese esfumado y no fuera capaz de estar más de dos minutos en el mismo lugar en el que yo me encontrara. No era justo, para nada. Sin embargo, sabía que la vida era dura y para conseguir algunas cosas debías sacrificar otras. Y a mí me había tocado dejarla ir. Me prometía a mí mismo que no sería por mucho tiempo, pero esa esperanza se iba desvaneciendo según pasaban los días.
A pesar de todo, Adri estaba bien, y eso era lo único que importaba.

Hacía días que no hablaba con Julia ni jugaba con el niño. Los veía de lejos y a pesar de no ser lo mismo, me alegraba verlos. Los echaba de menos, a todos. Ese día no podía más y aprovechando el tiempo que tenía para mí aproveché para hacerles una visita.
A punto de tocar el timbre de la casa, Julia abrió la puerta de mala manera, y salió con unas maletas en mano.

-Creía que ibais a quedaros un poco más. -Dije mientras veía cómo dejaba sus  pertenencias en la acera.

-Y así es, pero no pienso dormir bajo el mismo techo que ella lo que me queda aquí.

-¿Ha pasado algo? -Pregunté curioso. Lola era una de las mejores mujeres con las que había tenido el gusto de coincidir y me parecía sorprendente que sus hijas estuvieran peleadas con ella.

-Mi madre es una.... Es mala. Lo que le ha hecho a Adri no tiene perdón. -No sabía de que estaba hablando .

-¿Qué ha hecho? -Sus ojos me miraron llenos de rabia.

-La muy cabrona ha... -Reparó en mí y tras un largo suspiro, rectificó-. Por su culpa se ha ido de casa y no le ha importado lo más mínimo. -Quería saber el motivo, pero no quería parecer un cotilla. Todavía no.

-¿Y a dónde vas a ir?

-Había pensado ir a un hostal. Vi uno de pasada hace unos días. ¿Puedes vigilar las cosas mientras voy a por Luca? -Asentí y desapareció. No tardé en volver a verla, esta vez con el pequeño en mano.

-¡Jay Jay! -Gritó corriendo hacia mí y lo cogí en brazos.

-¿Cómo estás, pequeñajo?

-Ben. -Dijo con su lengua de trapo-. Mamá eta tiste.

-¿Ah, sí? ¿Y eso por qué? -Levantó los hombres porque no sabía la razón.

-No te preocupes, peque, nosotros le haremos feliz. ¿Chocas? -Levanté la mano y este juntó la suya con la mía.

-Luca, despídete de Jay. Tenemos que irnos.

El pequeño me miró haciendo un puchero y se me partió el corazón. Le tenía mucho cariño a esa familia y sentía a Luca como a una parte de mí. No podía permitir que durmieran en un hostal, ni por que fuera el mejor del mundo.

-Nos vamos. -Dije sin bajarlo de mis brazos y arrastrando una maleta.

-¿A dónde? -Preguntó ella confusa.

-¿Tenéis hambre? -La ignoré. Caminé hacia el coche que estaba a menos de cien metros de la casa y sonreí cuando cogió el resto de sus cosas y me siguió.

Tiffany había quedado con sus amigas (no sé como alguien como ella podía tenerlas) y después de varias insistencias de que la acompañase, me dejó vía libre para hacer unos cuantos recados como ir a la ferretería o reunirme con mi padre, quien en esos momentos se encontraba en la ciudad. No sin antes soltarme un sermón de los suyos. Estaba loca si pensaba que iba a quebrantar sus amenazas. Por el momento, claro. Pero necesitaba a hablar con Julia, y aunque eso no entraba en los planes que le había comentado, no estaba haciendo nada malo.