Capítulo 45

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Adriana

La comida fue mejor de lo esperando. En gran parte porque ignoramos a nuestra madre (salvo en momentos escasos en los que había que poner buena cara y bromear por el bien de Luca. Él no tenía culpa de lo que estaba pasando). La otra gran aliada de esa tarde fue la presencia de Thomas. Sí, a Julia y a mí nos pareció extrañísimo que el padre de Jay comiera con nosotros. Haber, no era la primera vez que compartíamos mesa, pero en esa ocasión no había explicación alguna del porque lo hacía. Lo consideraba un hombre elegante, culto, con buenos modales y muy reservado. Sin embargo, en esta ocasión, lo vi reír y hacer bromas. No sé si lo hacía para cortar la tensión del ambiente o simplemente porque se sentía a gusto. Intercambió el número de teléfono con Matthew e incluso quedaron en verse para tomar un café y hacer alguno de esos deportes de ricos a los que no les veía la gracia. También conversó mucho con mamá. A ella se le veía muy preocupada y aunque podía ser normal estando en la situación que estábamos, me dio pena. No sonrío en toda la reunión y si lo hizo fue con tristeza o por lo mismo que nosotras (su nieto).
Ethan tuvo que irse poco después del cóctel, su convención no quedaba cerca y debía salir con tiempo si quería llegar en hora. Al quedarme sin acompañante decidí que cogería el autobús, por lo que debía despedirme antes si quería cambiarme sin prisas, como de costumbre. Antes de avisar a mi hermana, recordé que no tenía ni idea de cómo habían llegado al instituto y le pregunté. Thomas los había recogido (otra gesto extraño que añadir a la colección ese día) y los dejaría de vuelta. Julia le preguntó si me podían dejar a mí de paso y este muy caballeroso, asintió amablemente. No hacía falta que se molestara pero insistió y acepté. A esas horas los buses estaban a rebosar y ya empezaba el calor propio del verano. Al despedirnos nos montamos en su Lexus (una maravilla de vehículo) y nos pusimos en marcha. Primero me dejarían a mí.

Él y Julia iban hablando sobre finanzas, nunca la había visto tan interesada por el tema, pero estaba entretenida. Yo jugaba con Luca a quien veía más coches rojos.
-Adriana, -dijo mirándome por el retrovisor, el señor Fischer- antes te he comentado que tenía algo para ti. Me he tomado la confianza de hablar con tu jefe para pedirle que te diera unas semanas de vacaciones. -¿Qué? Acababa de entrar, no me correspondía ni un día...-. No ha puesto ninguna pega y ha aceptado encantado.
-Pero... ¿Por qué? Es decir, no necesito vacaciones.
-Lo sé, no lo he hecho por ese motivo. -Mi hermana se giró hacia mí alucinando, al igual que yo.
-¿Entonces?
-Quiero que paséis un tiempo en casa, ahora que Julia y tú os habéis "independizado" por decirlo de alguna manera. -Mi hermana soltó una risita.
-¿Por qué lo hace? -Todo era bastante ilógico.
-Estaréis más cómodas y como queda lejos de la heladería, he pensado que era lo mejor. Además, me voy en una semana. Tendréis todo para vosotros solos.
-Algo tendrás que ganas a cambio. -Dijo por fin mi hermana.
-Lo hago por vosotras. Además... Creo que de alguna forma, os lo debo.
-No nos debes nada. -Aclaré.
-Créeme que sí. Sobretodo a ti. -Su mirada tenía un destello de tristeza-. Aunque no es la única razón por la que quiero que vengas. -Se aclaró la garganta.
-¿Qué otra razón puede haber?
-Ya lo verás. -Sonrió y volvió a prestar toda su atención a la carretera.
Julia y yo, nos mandamos miraditas confusas. Radiaba emoción. Porque claro ¿Quién tenía la oportunidad de tener unas vacaciones en una villa, palacete...? Lo que fuera la casa del señor Fischer. Sin contar que llegaba el verano y tendría a disposición una gran piscina para ella solita. Aún así, necesitaba trabajar y que un jefe diera vacaciones así como si nada, empezando la temporada más loca del año y con un mes trabajado, me olía a despido. Podría ser que no. Tenía que llamarlo...
Le agradecí que me acercara a casa de Et y me despedí de los tres. Me recordó, bueno, me informó de que al medio día del día siguiente pasaría a por nosotras y nuestras cosas. Por suerte no tenía mucha cosa conmigo, pues todo seguía en casa de mamá. Y no pensaba pasarme, al menos no tan pronto. 

Quiero BesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora