Capítulo 22

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Jayden

No me miró ni una sola vez desde que llegue, ni cuando traté de hablar con ella, ni después. Al parecer las miradas ese día eran exclusivas para el vaquerito del rancho... ¿Se llamaba Conrad?, da igual, lo que importaba ahí realmente era la atención que le prestaba cada vez que el soltaba alguna tontería. Me iban a estallar las venas del cuello de tanto tragar saliva para contenerme. Me conocía a mí mismo y sabía que a la mínima saltaría con algo que no les gustaría, en especial a ella. Sus manos se rozaron demasiado cuando le pasó las zanahorias que daría a los caballos y sus cuerpos se unieron aún más cuando la ayudó a trepar el muro que separaba a los cerdos. ¿Un muro? ¿No se acordaba del accidente o qué?

-Adriana, bájate de ahí. -Le ordené en cuanto estuve detrás de ellos. Esta se giró asustada.

-¿Has venido a ejercer de padre? Lo estás cogiendo como costumbre.

-Estoy hablando muy enserio. Bájate, ahora.

-No. -Me ignoró y siguió trepando.

-¿A tí qué cojones te pasa, no ves que te puedes hacer daño?

-No, que te pasa a tí que has llegado dando gritos. -Se metió Conrad.

-Tu no te metas.

-Me meteré donde me de la gana, para algo es mi propiedad.

¿Tú propiedad? -Reí sarcásticamente-. Querrás decir la de tus padres.

-JAYDEN.

-Déjalo Adriana, que pegue gritos si quiere, pero que lo haga lejos de aquí.

-Si lo que quieres es librarte de mí para poder follártela, lo llevas claro.

-¡BASTA YA! -Volvió a gritar ella-. Vete a molestar a otro, o mejor, ¿Por qué no te vas a llamar a tu novia? A lo mejor a ella le gusta que le des órdenes.

-Bien. -Di media vuelta después de enviarle una mirada ardiente al imbécil del vaquero y volví con los demás, quienes fingieron hablar de algo muy interesante cuando se dieron cuenta de que los había pillado prestando atención a la escenita que había tenido con los otros dos.

No abrí la boca en un buen rato. Me dediqué a beber con Ethan y recordé porque en algún momento de la vida, habíamos sido amigos. Lo que no uniera el alcohol, no lo unía nadie. Tiempo atrás nos habíamos llegado a entender muy bien, con una, dos, tres, botellas de Jack Daniels, hasta que dejamos de hacerlo o hasta que intentó meterse en las bragas de mi novia... Sí, esa fue la razón. Pero ese día no le guardaba rencor, al fin y al cabo estábamos en la misma posición y Adriana había elegido pasar el rato con otro imbécil, con la desventaja de no conocerlo y no saber que intenciones podía llegar a tener con ella. Aunque no necesitaba ser un genio para adivinarlo... Por la tarde, después de comer, las chicas se metieron en la piscina y nosotros nos acostamos en las tumbonas, charlando y escuchando música. Le di una oportunidad a Dean y no me pareció tan mal chico, al contrario, era muy profesional y tenía que reconocer que me había equivocado con él. Por suerte el vaquero no volvió a aparecer y nada más, me fastidió el día, salvo la ignorancia de Adriana hacia mí. Me quedaba embobado viéndola hablar con las demás y cuando reía me daban ganas de meterme en la piscina, cogerla con fuerza y besarla sin soltarla. Volví a la realidad cuando una sonrisa de sus labios fue directa hacia Et, dejándome claro que lo que estaba pensando, no iba a pasar. En la cena no me hizo mucho más caso, evitó quedarse a solas conmigo y para ello, fue acompañada de alguien en todo momento. Brandon se llevó a Olivia para entretenerla y así nosotros decorar un poco la zona de la piscina. Las chicas habían comprado globos, guirnaldas y mil cosas más que no entendía muy bien para que servían o donde se ponían, pero en un momento estuvo todo listo.

Quiero BesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora