16 de Noviembre, Invierno
Había pasado la noche en casa de Guel, me había prestado un par de guantes y una bufanda, así que sabía que debía devolverle el suéter a Alice, aunque para ser sincero debo admitir que dormí con su suéter, no podría evitarlo, el olor de su perfume me traía cada segundo efímero en mi mente, donde todo el peso de su cuerpo reposaba sobre mi espalda, confiando en mí para llegar segura al suelo seco, aferrando sus brazos como sogas que ahorcan a mi cuello, era tan pura esa chica, ya admitía que no podía dejar de pensarla, pero me faltaba mucho si esperaba que admitiese que me había enamorado, actualmente sería la mentira más grande del planeta el decirle un te amo, no la amaba, pero si sentía algo que era realmente fuerte por ella.
Miraba por la ventana de la clase, el profesor Giuseppe de Algebra era fatigante, cada segundo e instante de mi vida solo la empeoraba dentro de su clase, así que decidía ignorar todo lo que hablase, no era mal estudiante, todo lo que me indicaban en lo que tuviese que ver con números, era excelente, pero si tenía que ver con artes, era un desastre.
Afuera la nieve reposaba tranquilamente sobre el campus, pude observar que a lo lejos, en las escaleras de las gradas, se encontraba Alice sentada, lo que mi cerebro no comprendía, era con quien hablaba, allí, sentado a dos escalones sobre ella, hablándole, se encontraba Ángel, ¿Qué hacía allí?, debía salir lo antes posible de esta clase, ¿qué podía hacer para irme?, realmente no pensé mucho, tomé mi mochila, guardé mi cuaderno y salí de la clase sin decir más, ese idiota debía darme una explicación, me había cansado de escuchar que odiaba a Alice, para que ahora hablase con ella.
Caminaba lo más rápido que pudiese para llegar al campo, no quería solo llegar directo y parecer un loco muriendo de rabia o de celos, quería verme normal, así que como conocía este colegio tan bien, cada uno de sus atajos para escaparme de las clases y profesores, llegué al campo girando por el cuarto del conserje, que es el lugar donde almacenan todos los artefactos de limpieza, así pude subirme a las gradas sin alertarlos, y acercarme hasta donde ellos estaban.
-Hola Xander- Me dice Ángel con el máximo de sus descaros, Alice me daba la espalda, coloreaba tranquilamente un pequeño dibujo de un lobo, o quizás era un gato montés, no sabría distinguir, no me gustaba la zoología, con tener un gato o un perro me era suficiente –Ángel- Contesté a su saludo esperando una explicación –Oye tu chica le va muy bien con eso de los colores, mis comics se hacen un asco cuando comienzo a colorearlos, desgracia la mía, pero ella colorea de maravillas –Ángel era un idiota, pero si algo sabía es que si alguien lo superaba en lo que él amaba, él querría aprender de ese alguien para superarlo, y Alice por su parte era muy buena con los colores y los cuadernos para colorear.
Alice estaba completamente despeinada, no había ventiscas que le hubiesen desarreglado aún más su cabello, pero primera vez la veía tan callada, estaba seguro que algo le había ocurrido, no podía solo acercarme y hablarle así no más como ella hacía, debía ser cuidadoso, tener el tacto que ella no tenía para decir lo que pensaba, además Ángel estaba presente, no permitiría que si a ella le estaba ocurriendo algo, Ángel se enterara, así que sutilmente mire a Ángel con ojos de lárgate, y entendió que era hora de irse.
Me senté a un escalón por encima de Alice, ella no me saludaba, no decía nada, ignoraba mi presencia, ¡Demonios Alice!, ¿Qué te pasaba?, su silencio era abrumador, teniendo en cuenta que era la chica entrometida, parlanchina y positivista, que estuviese así, me hacía sentir vacío, siempre me había sentido así, pero ahora, era la primera vez que podía sentir el faltante con asfixia y profunda desesperación, había llevado sus orejeras, estaban junto a ella, al lado de un par de colores, encima de un libro de cuentos para colorear, tomándolos sin su permiso, se los coloqué, acomodando un poco su cabello, al menos permitiendo facilitar su vista al dibujo que coloreaba del libro de animales para colorear, ella siguió en silencio, era imposible esta situación, ¿A caso no pensaba gritarme y hablar?, ¿No pensaba preguntar sin cesar por lo que acababa de hacer?, ¡Demonios Alice habla! -¿Qué es?- La terrible ansiedad me consumió y opté por romper el hielo que había entre nosotros, y no era precisamente el helado clima sereno que hacía –Un lince ibérico- Contestó, guardando una pausa de unos segundos para volver a hablar –Es un gato montés nevado, considerado el más bello de los felinos- Finalizó la frase sin quitar la vista a su pequeño libro infantil, saqué de mi mochila su suéter, arrojándoselo encima con la esperanza de que sus preciosos ojos rojos volteasen a mirarme dije –Gracias, hoy si traje mis abrigadores- Musitó algo que no pude entender, quitándose el suéter de encima para arrojarlo sobre su rosada mochila, no aguantaba más que no hablase, y me acerqué a ella tanto como pude, dándole un templón de cabello -¡Ay!- Exclamó, estaba seguro que había captado su atención... Me equivoqué, siguió coloreando su obra de arte, y aunque sabía que esto era un error, debía intentarlo como método desesperado, arrancando su libro de coloreo, fue la única manera que me diera su atención -¡¿Qué diablos te sucede Guess?!- Gritó en un tono de voz completamente enfadada -¡Nada, Lynn!- Exclamé, pero, pude percatarme de algo en sus enrojecidos ojos, ella estaba llorando, ¡Demonios!, ¿Ahora qué haré?, secó sus lágrimas con el suéter que le había arrojado, y bajando su mirada hasta sus muslos, musitó –Lo siento.
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Simplemente Ella
Teen FictionXander Guess es un chico de 16 años de edad el cual no ha tenido una vida sencilla, teniendo en cuenta que ha sido el peor error de sus padres, creció lleno de traumas que le generaron trastornos psicológicos, tiene un carácter fatal y una personali...