Capitulo XLIV

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01 de Junio, Final de la Primavera


Ya el aire que se respiraba olía a sol de verano, yo no había asistido en una semana al colegio, de verdad la noticia de Alice me había golpeado más que uno de esos molestos resfriados en los que te obligan a comer caldos de pollos, gastas 30 cajas de pañuelos y tu nariz se convierte en tu peor enemiga, ahora, esto, se sentía de la chingada, estaba hundido en mi cama, en lugar de asquerosos caldos de pollo, eran inmensas cantidades de helado, en vez de 30 cajas de pañuelos, 30 cajas de cigarros por toda mi habitación, todas vacías, y en lugar de ser mi nariz mi peor enemiga, era mi mente que me consumía, definitivamente la mente es un asco y no tengo dudas de eso, las cortinas oscuras las arreglé para que la claridad no atravesara mis ventanas, y creo que tenía una semana sin levantarme de la cama, mi madre traía mis comidas y se las llevaba a la hora siguiente de la que venía, quizás adelgacé unos 6kg en los últimos días, mis ojeras eran peores de lo que creía, pocas veces me vi en el espejo cuando por mera obligación debía ir al baño, era quizás para lo único que me levantaba, pero no me bañaba, tenía que olvidarme de ella, acostumbrarme a vivir sin ella, quitarme esta fregada adicción de ella, estas ganas de tenerla cerca, quería borrarla por completo de la existencia de mi mundo interno, y con ella cerca, no podría hacerlo.

Así fue como después de una semana, alguien tocó la puerta de mi cuarto, alce la voz en un ronquido para dar a entender a mi madre que pasase, pero volvieron a tocar, volví a soltar un fuerte ronquido de permiso de ingreso, pero nadie abría la fregada puerta, bufé, blanqueé mis ojos, tomé el teléfono que no había revisado en una semana, eran las 6:00 pm, ¿Quién demonios podía ser?, me levanté de la cama, estaba descalzo, con un mono gris y una franela negra que no me quitaba desde hacía una semana, mi cabello desordenado, estaba del fregado asco, y arrastrándome hasta la puerta, un pies tras de otro deslizado, estrujé mis ojos con mi mano izquierda para poder aclarar mi visión, y con mi mano derecha en el pomo de la puerta, abro lentamente con muchísima pereza para ver quién es, y la persona que aparece frente mí, es quién menos esperaba, quizás fui muy impulsivo al cerrar de golpe la puerta, me giré afincando la espalda contra esta, con ambas manos estrujé mi rostro hasta retirar todo mi cabello despeinado de mi rostro –Xander...- La voz de la entrometida tras la puerta me hizo sentir un choque de emociones punzantes que no sabía cómo manejar, quería escapar por la ventana de mi cuarto y dejarla sola a ella tras esa puerta, mi madre estaba en casa puesto que era su día libre, la había dejado pasar cuando mis explicitas indicaciones habían sido que no le abriese la puerta ni le atendiese llamadas, quería desacostumbrarme a estar cerca de ella, para que cuando se fuese, su partida no me doliera tanto, sin embargo, ahora nuestra única distancia era una puerta de madera, ambos tras de estas, donde nuestros ojos no podían observarnos, pero sabíamos que estábamos allí –Alice, vete- Las palabras salieron de mi boca sin antes pensarlas, pero la verdad, quería que ella se marchara –Guess..- Su voz sonaba un tanto quebrada, pero no me importaba, quizás era egoísta, pero ya había sufrido demasiado en mis 17 años de vida, como para que esta chica me deshiciera aún más, ya había mejorado un poco mi mundo, mi carácter se mantenía relativamente en paz, y esta fregada entrometida no me iba a chingar más –Alice, por favor vete- Mis palabras sonaban firmes, seguro de lo que decía, enserio no me arrepentía, no me planeaba arrepentir de que ella se marchase, no quería escucharla, quería olvidarla, quería dejarla ir sin interponerme, no podía permitirme decaer más, era hora de que esto fuese un final –Guess...- Su voz sonó una vez más, quebrada, y para esta no tuve palabras, odiaba verla llorar, y las imágenes de cuando ella lloraba pasaron por mi cabeza, la ansiedad me estaba matando y solo caminé a buscar un cigarrillo, sentarme en mi cama a fumar con la mirada clavada en la puerta, Alice tras de ella, la chica que tenía en sus manos mi alma, mi corazón y toda mi vida, tras de esa fregada puerta, y yo aquí fumando, sentado, sin abrirle, conteniendo mis ganas de correr a abrazarla, porque iba a marcharse y nadie podría detenerla, tenía que alejarla, y ahora comprendía el por qué quería alejarla, no era por mí, no era porque me mataba, no era porque me dolía, era por ella, ella debía desacostumbrarse de mí, porque iba a dolerle mucho despegarse, y prefería que lo hiciera desde ahora, a que en otra ciudad sintiese las mismas ganas que yo tengo ahora de abrazarla, y sé que podría, solo abro la puerta y lo lograría, pero ella, ella no podría, porque estaría a otra ciudad de distancia, no es una puerta, son kilómetros y le dolería mucho no poder hacerlo, siento que la conozco bien, lo sé.

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