Capitulo XX

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13 de Enero, Primavera


No sabía dónde estaba y sentía un fuerte dolor de cabeza, había dormido pero me sentía cansado, mi cuerpo aún dolía, ¿dónde estaba?, sentía una fuerte sensación de confusión y un olor de glutaraldehído golpeó fuertemente mi nariz, sabía el nombre del químico pues mi madre era doctora y era el desinfectante más fuerte utilizado en los hospitales para la limpieza de los instrumentos médicos y los suelos, me detuve a pensar unos segundos, aún no podía abrir los ojos, los sentía pesados, completamente pegados a los parpados, ¿estaba en un hospital?, ¿cómo diablos?, ¿no estaba muerto?, o era una alma errante perdida en una morgue, ¿habían hallado mi cuerpo?, por fin pude comenzar a despegar mis ojos, la luz blanca que irradiaba era tan fuerte que no lograba enfocar mi vista, me dolía la cabeza y también otras partes de mi cuerpo, respirar me costaba, mis costillas dolían cuando mis pulmones trataban de expandirse -¡Está abriendo los ojos!, ¡Doctora está abriendo los ojos!, la voz de una mujer que desconocía rompió el silencio del lugar, por fin pude abrir mis ojos, estaba en un cuarto de hospital, una mascarilla de oxígeno en mi rostro, moviendo solamente mis ojos me percaté de la bomba de suero colocada en mi brazo, mis brazos tenían algunos vendajes y las partes visibles de mi piel se veían amoratadas, traté de moverme pero el dolor era insoportable, con la mano que no tenía conectada a una máquina, retiré la mascarilla de mi rostro, sentía que me asfixiaba más de lo que me ayudaba a respirar, rápidamente vi a mi madre entrar con una bata blanca de doctora al cuarto, estaba en el hospital donde trabajaba mi madre –Cariño, cariño, ¿cómo te sientes?- Miraba a todos lados del cuarto, quería arrancarme las conexiones y salir de allí, odiaba los hospitales, no por lo que eran, si no, por lo que transmitían, tristeza, frustración, desesperación, dolor, lo menos que quería era estar en un lugar donde lo único que se respira en el ambiente son rastro de la ansiedad y depresión –Quiero irme, ¿qué hago aquí?, quiero irme- Fue lo único que alcancé a pronunciar antes de que el dolor de lo que quizás era una costilla rota, me ofreciera un puntazo en un pulmón, y el dolor de la misma me hizo gemir del dolor –No, no amor, no hables por favor, ¡Dios mío gracias!, creí que no despertarías- Mi madre se apresuró con sus ojos cristalizados hacia mí, en ese instante recordé todo lo que había ocurrido, recordé la sensación de la caída libre, acompañada con el dolor de mi cuerpo tras unos 10segundos de caída -¿Có...- Nuevamente el dolor me dejó sin el aire suficiente para hablar, mi madre susurró un silencio para darme un beso en la frente, no recordaba la última vez que mi madre me había dado un beso en la frente, quizás nunca la verdad, nunca había recibido un beso de mi madre, mis ojos se llenaron de lágrimas que descendían por mis mejillas, ocasionándome un dolor aún más fuerte en mi cuerpo, mi madre secó con el costado de su mano mis mejillas, me dolía en ese momento no solo el físico, algo mucho mayor generaba mi dolor –Perdón- musité, no me arrepentía de mi intento de suicidio, me arrepentía de cómo había tratado a mi madre –No quiero ser como mi padre- Agregué a mi disculpa, dejando en claro que no estaba arrepentido por haberme tratado de matar, aún deseaba estar muerto, pero si seguía con vida, quería dejar en claro cuánto me arrepentía de mi actitud de esa mañana, las lágrimas descendían en cascada de los ojos de mi madre, las mías igual, pero estas se colaban en el cuello ortopédico, mi madre tomó su teléfono y comenzó a escribir -¿A quién le hablas?- Pregunté, solo podía girar levemente mi cabeza –Aviso a tu padre de que ya despertaste.

-¿Mi padre?- musité con intriga –Sí, tu padre, pagó muchísimo para que la policía apresurase tu búsqueda inmediata, de no ser por él, quizás el derrame interno te hubiese matado, por fortuna, no hubieron daños mayores, pero todo logro ser atendido con éxito- Me asombraba que a mi padre le hubiese importado mi desaparición, aunque recordando algo que no podía negar, mi padre no escatimaba al momento de dar dinero que fuese por alguna causa en relación a mí, solté un suspiro entrecortado por el dolor que sentía y recosté por completo mi cabeza de la camilla, me sentía muy cansado, pero aún tenía una pregunta más que realizar -¿Cómo me encontraron?

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