Capítulo XIII

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29 de Noviembre, Invierno


Allí me encontraba yo, parado tratando de esconderme girando el pasillo, el salón de Alice estaba a unos metros de mí, tenía el casete en mi mano, sé que aún no era hora de salir, pero, planeaba robarme a Alice, ese era mi plan, y haría que funcionara.

Alice salía de su clase y se dirigía hacia donde yo me encontraba en mi escondite, había practicado un centenar de veces las palabras que iba a decirle cuando la viera, tenía 4 días sin hablarle, y sabía que quizás ella no quería hablarme, pero ya tenía las perfectas excusas para disculparme y en mi mente, todo sonaba perfecto, vi a la despeinada girar por el pasillo, su enorme suéter cubriendo casi por completo la falda de su uniforme, usábamos uniformes de lunes a viernes, los sábados asistíamos libres, y sí señores, los sábados también debíamos ir a esta cárcel, enserio, era una cárcel, en fin, la despeinada cruzó y me le posé en frente, pero, al percatarse de mí, solo bajó su mirada y trató de esquivarme, así que la tomé por el brazo, trató de soltarse y no tuve más opción que aplicar algo de fuerza, a lo que soltó un chillido de dolor –Lo siento- Musité, la despeinada no me dirigía palabra alguna, así que me dispuse a hablar –Alice yo, necesito que sepas algo- Su vista se desviaba de la mía, sus ojos no querían mirarme, aunque los míos trataban de dar con los suyos en cada que podía, si bien hace más de un mes no querría verla porque sentía que leía mi alma, ahora me consideraba con el poder de leer la suya, sus ojos eran chingadamente expresivos, era fácil deducir lo que sentía con tan solo mirar su preciosa vista, -Suéltame- musitó con voz temblorosa –No- Exclamé firme y seguro, no permitiría que ella se escapase, mi plan era robármela, mi plan era llevarla lejos solo conmigo a ver el mundo sin nadie más, mi plan era alejarla de esta fregada institución, sacarla de ese círculo al que no correspondía y mostrarle la cara de la moneda de mi lado de la vida.

-Alice... Lynn, basta de forcejeos, sabes que jamás tendrás más fuerza que yo- Sus enrojecidos ojos se clavaron en los míos, ahora comprendía una canción que no solía escuchar pero sabía que decía algo como "Por la furia de sus ojos entiendo el llamarme miedo", su mirada era de ira contra mí, y me heló cada parte de mi cuerpo, si bien ella era fuego y podría calentar cada espacio de mi ser, podía ser también el motivo de dejarme completamente petrificado, "bendita medusa", pensé, si ella tendría una mirada como medusa, entonces jugaré a ser Perseo, pero ella no me arruinará mis planes, no ahora Lynn –Acompáñame- Dije con firmeza, soltándola con la seguridad plena de que ella no escaparía, y, había atinado, luego de comenzar a caminar algunos cuantos pasos alejándome de ella, la despeinada fue tras de mí, marcaba sus pasos al andar, se notaba que si pudiese dejar fuego al andar, sus pisadas ya hubiesen incendiado todo el lugar -¿Qué pretendes Xander Guess?- Por fin me dirigía la palabra con su clásica pregunta entrometida –No pretendo nada Lynn, solo quiero que vengas conmigo.

-¿Por qué no llevas a la zorra de Milly Josy?

-Que pésimo vocabulario tienes Lynn, habla más moderada, eres una dama.

-¡Chingate Xander!- Me causó mucha gracia, su voz era muy tierna al hablar, que tratase de insultar con su voz, daba más ternura que coraje, carcajeé a lo que eso la hizo irritar aún más -¡¿De qué demonios te ríes?!

-De tu voz- Contesté carcajeando, habíamos llegado al estacionamiento del colegio, la chica me veía echa una furia, a lo que decidí acercarme a ella tanto como pude, sosteniendo su mentón con mi mano, rápidamente giró su rostro con fuerza, batiendo su despeinada cabellera otoñal –Lynn, tengo una sorpresa para ti- La chica giró a verme intrigada, su mirada era de ira pero en sus ojos se dibujaban claramente las incógnitas que se estaba formulando en su mente, no sabía lo que pensaba, no era psíquico, pero, esta chica era muy obvia –No quiero nada que venga de ti- Pronunció la despeinada, debo admitir que sus palabras realmente dolieron, pero traté de vagamente sonreír, sabía que había metido la pata, sabía que me merecía ese trato, así que debía tragarme mi mal genio y mis ganas de decirle "Chingate Alice", no contesté nada y le entregué mi casco, la chica me miró y en sus ojos preguntaba ¿Qué pretendes? -¿Te gustan las motos?- Pregunté sin esperar a que ella formulase su pregunta –De niña mis padres tuvieron una, solía subirme siempre- Su respuesta era suficiente para mí, subí a la moto y colocándome mis guantes encendí el motor –Bien, sube niña- Alice me veía, se notaba que dudaba muchísimo en si debía hacerlo o no –Xander las clases aún no se acaban, nunca me he saltado ninguna, mis padres me mataran- Expresó la despeinada, a lo que solo le dirigí una mirada desafiante, fue más que suficiente para que subiese a la moto, pasando sus brazos por mi cintura, hizo que volviese a sentir ese fuego subiendo de mi estómago a mis mejillas –Deberías sostenerte de tus propias rodillas- Exclamé a lo que la chica emitió un chillido de vergüenza y colocó sus manos en sus rodillas, y aunque yo se lo había sugerido, no permitiría que dejase sus manos allí, quería que me volviese a abrazar, así que comencé a arrancar la moto en falso y detenerla de frenazo, la chica comenzó a chillar abrazándose con fuerza a mi cintura, me causó tanta gracia escucharla chillar de temor, que no pude evitar carcajearme -¡Eres un idiota!

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