Capítulo XVIII

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08 de Enero, Inicio de la Primavera


No había colocado una alarma para despertarme, así que me había quedado profundamente dormido, logré despertarme cuando sentí que alguien tocaba mi hombro, abría mis ojos suplicando por 5minutos más -¡Xander, Xander!- La voz de mi madre insistente me indicaba que me despertara pronto, solté un quejido y una bufada -¿Qué?- Pregunté aún soñoliento, entre dormido y despierto –Xander, son las 8:00 am, te has quedado completamente dormido, debes ir al colegio- ¡Demonios!, quería asistir, pero... ¡¿Qué diablos estoy pensando?!, era la primera vez que tenía ganas de regresar al colegio y todo era culpa de una chica entrometida, ¡Qué ironías!, pensé, al final los sentimientos te hacen contradecirte a ti mismo, ¡Qué fregada!, solté un quejido, subiendo mis sábanas hasta mi rostro, la luz del sol encandilaba a través de mi ventana, era demasiado molesto, a veces sentía que debía ser un vampiro, odiaba el sol.

Luego de acomodarme, guardé una cajetilla de cigarrillos en mi bolso y decidí bajar a comer un poco de cereal, mi madre se encontraba en la cocina pues le habían dado unas vaciones de dos semanas que acababan el 15 de Enero, y mientras yo me servía el cereal en un tazón, escuché la voz de mi madre formular una pregunta hecha una furia -¡Xander Guess! ¿Fumas?- ¡Demonios!, ¿Todas las mujeres eran unas fregadas entrometidas o qué?, ¿Era algo en su ADN?, ¿Venía en su gestación? –Yo...

-¡Demonios Xander!- Soltó mi madre mientras respiraba tan hondo que sentí que me quedaría sin oxígeno, y luego soltando un enorme bufido volvió a hablar -¡¿Cómo has conseguido estos cigarrillos?!

-Bueno yo.... Verás madre...- Sin dejarme hablar, golpeó fuertemente la mesa con la cajetilla de cigarrillos en su mano, aplastándola por completo -¡Madre!- Exclamé enfadado por lo que ella acababa de hacer -¡Guarda silencio!, ¡Responde Xander Gabe Guess Grams! ¡¿Cómo has conseguido los cigarrillos?!- Dijo con tanta fuerza que podría visualizar como se quebrajaba el silencio que siempre había en esta casa desde que papá no estaba -¡Déjame explicarte!- Grité, ya sofocado y totalmente obstinado por la situación –Verás, una amiga...- Sin dejarme terminar de hablar, volvió a interrumpirme -¡¿Qué amiga!?

-Su nombre es Milly.

-Quiero su número- Dijo con firmeza, sus profundos ojos negros se encontraban clavados en los míos, tenía los ojos de mi madre, pero nunca había logrado transmitir terror con mis ennegrecidos ojos, y de por sí, esta era la primera vez que veía a mi madre enojarse contra mí, ese era el trabajo preferido de mi padre cuando vivía con nosotros –No tengo su número- Dije con firmeza, tratando de sonar convincente de lo que decía -¡Mientes!- Gritó mi madre, caminaba de un lado a otro completamente enojada, si pudiera respirar fuego como un dragón, estoy seguro de que lo haría, y la verdad la comprendía, mi padre fumaba como locomotora antigua, nuestra casa siempre olía a nicotina, y claramente mi madre no quería que siguiese los pasos de mi inútil padre, algo muy dentro de mí se sentía fatal, realmente yo tampoco quería ese ejemplo, cuando era niño odiaba el olor de los cigarrillos, y más porque mi padre me arrojaba el humo en la cara gritándome que fuese más hombre, y que dejase de lloriquear tanto debido a las golpizas que acababa de darme, esos recuerdos vinieron a mi mente y un fuerte ataque de ansiedad se apoderó de mí, había desahogado cada una de mis últimas penas en cajetillas de cigarrillos, por cada calada era un segundo menos en el que me estresaba, y ahora me conseguía completamente estresado, ansioso, con un nudo en la garganta y una comprensa en el pecho que no me dejaba respirar –Madre regrésame los cigarrillos- Musité a baja voz, tratando de rogar que mi madre dejase de escandalizarse tanto por algo que solo me mataría a mí -¡¿Cómo demonios te atreves?!

-Madre, por favor, regrésame los cigarrillos- Volví a implorar, tratando de conservar la serenidad, aunque era notorio que ya estaba perdiendo la cordura y pronto iba a afectarme el descontrol de mi ira -¡No voy a darte los cigarrillos Guess!- Gritó mi madre, amenazándome con arrojar la cajetilla de cigarrillos al cesto de basura, no tenía mesada de esta semana, mi padre aún no había enviado el dinero de mi manutención de Enero, por lo que no tendría dinero para comprar otra cajetilla si ella arrojaba la que tenía en sus manos, la cual era la última que me quedaba –Madre por favor.

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