Capitulo XLVIII

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16 de Junio, Inicio del Verano


Era sábado, agradecía a Dios que esta vez no tenía que llevar un suéter rosado a todos lados, había venido al colegio con mi usual atuendo, unos jeans negros de cadenas a las trabillas, unos converses blanco con negro, y un suéter de Nickelback, me encontraba sentado en la cafetería, los chicos llegaban con sus bandejas de comida a sentarse en nuestra misma mesa de siempre, Ángel, Guel, Winder tomaron asiento, pero Alice, Alice se quedó parada a mi lado, observándome como si tratase de obligarme a hacer algo con la mirada, Winder le hizo una seña para que ella se sentara, pero ella no hizo ningún gesto ante la petición de Winder, siguió observándome con su penetrante mirada, y yo, bueno, yo comía tranquilamente una papa frita, ¿Qué demonios esperaba?, ¿Qué dejase de comer mi almuerzo porque a ella le dio hoy por observarme amenazante?, No fuese tan ilusa la entrometida, las papas fritas son mi comida favorita, no espere que deje de comerlas porque hoy se ha parado con la pierna izquierda, su fregado humor no es mi problema, mi problema es hacerla irritar y contentarla porque se ve hermosa de ambas formas, pero, no es mi problema soportar sus cambios hormonales, Guel levantó la mirada de su celular para ver a Alice unos segundos –Alice ¿Vas a sentarte?- Esa realmente era la fregada pregunta que todos nos hacíamos, la chica negó con la cabeza y siguió observándome, la mirada de todos se clavó insistente sobre mí, pero llevando otra papa a mi boca, decidí ignorarlos –Alice si no te sientas se enfriará tu hamburguesa- Dijo Ángel mirando deseosamente la hamburguesa de Alice –No importa- Contestó Alice ante la lógica de Ángel –Pues si no quieres comer, puedes dármela a mí- Añadió nuevamente Ángel, y Alice deslizó su bandeja de hamburguesa hasta él, bufando cansado de la situación, me giré a ver a Alice, tenía las manos en los bolsillos del que alguna vez fue mi suéter favorito, a decir verdad, sigue siéndolo, es que se le ve precioso, aunque aún sigo debatiéndome sobre si ya ha escuchado las canciones de Peep, y sabe que significan los símbolos del suéter, regresando a concentrarme, miré a Alice -¿No piensas comer?- Pregunté, con una voz que salió algo ronca y fría -¿Podemos hablar?

-¿Sobre?

-Tu padre- Mi semblante cambió al instante en el que Alice mencionó a mi padre, mi ánimo dio un cambio por completo y si antes tenía una vibra de fastidio, ahora solo podía emitir una señal de aléjense, hablar del imbécil de mi padre no es un tema de conversación que aprecie, sinceramente, es el tema de conversación menos deseado, ante el cambio drástico de mi expresión, fue Guel quién ha contestado por mí, antes incluso de que pensara las palabras para no sonar hiriente ante la petición de la fregada entrometida –Alice, no... No es conveniente tocar esos temas ¿Sabes?, hay cosas que es mejor que no se hablen.

-¡Pero quiero hablarlo!, ¡Guess!, Tú padre está atravesando una situación difícil, no es solo él ¿Sabes?, es el bebé en el vientre de tu madrastra, tu futuro hermano o herma...- No dejé que terminase de hablar, la ira corría fríamente por mis venas, sentí cómo todo dentro de mí se helaba a un punto de quebrajarse, y en un segundo ya había golpeado la mesa y me había colocado de pie -¡No todo es tu problema Lynn!, ¡Deja de entrometerte en lo que no te importa!- Grité tan alto que todos guardaron un silencio sepulcral, no me importaba ser el fregado centro de atención en este chingado momento, ella no tiene que meterse en estos temas donde nadie ha pedido su opinión, hay puntos donde su ser entrometido me agrada y le agradezco por eso, pero ¿esto?, ¡Oh no Alice!, no me toques la llaga, es cómo echarme sal y limón en la herida, y todos saben que la sal y el limón le quedan mejor al tequila, bufé y solté un suspiro, los chicos me observaban atónitos, Alice por su parte tenía sus manos sujetas a su pecho, y su expresión no podría descifrarla porque no me quedé suficiente para detallarla, antes de que pudiese hacerlo, ya me había retirado de la cafetería, me dirigí al baño con gran velocidad, no había nadie pues al ser hora del almuerzo todos están en la cafetería, apoyando mis manos del bode del lavabo, golpeé tan fuerte el espejo que se astilló -¡Maldición!- Exclamé, al sentir el dolor de los vidrios cortar la piel de mi mano derecha, la sangre comenzó a gotear, nada de esto estuviese pasando si no fuera por la fregada entrometida, si bien había cambiado muchísimas cosas para mejor por ella, si bien era cierto que había convertido mi vida en amarilla como dije la canción de Deffit, si bien era muy cierto que había sanado muchas heridas en mí y la mejora era notoria, jamás lograría sanar esta herida, esta profunda y fregada herida que me ha causado mi padre, este fregado ser en el que me convertí a su causa, esta basura que ha tratado de ser mejor solo porque se ha enamorado, esta maldita inseguridad que me come como demonios internos dentro de mí a causa de ese imbécil, de ese monstruo, de ese... Antes de que pudiese seguir maldiciendo a mi padre y sus acciones, la puerta del baño se abrió drásticamente, al mirar quienes habían abierto la puerta, eran Nacilegna y... ¿Smith?, besándose, al percatarse de mi presencia, el rostro de Nacilegna se enrojeció de tal manera que jamás creí verla así –Buen meridiano- Pronuncié, caminando hacia la salida, mientras ambos estaban de pie viéndome sin decir nada –Por cierto Caramelo, buen provecho- Musité al estar cerca de Nacilegna, quien parecía que moriría pronto de la vergüenza, si a esa chica le pagaran por acostarse con todo el colegio, apuesto que ya no tendría que estar estudiando en esta fregada institución fregada, al menos la satisfacción de ver la vergüenza en la cara de Nacilegna había amortiguado un poco la ira que corría por mis venas, pero, no planeaba quedarme más en el colegio, era hora de irme.

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