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Pasaron un par de semanas desde la fiesta. Jeongyeon y Nayeon estaban algo distantes, no parecían llevarse tan bien como solían. Momo se desaparecía de vez en cuando para estar con su novio, al igual que Jihyo, quien prometió presentárnoslo pronto. Sana y Dahyun estaban más cariñosas que nunca entre ellas, siempre estaban abrazadas o coqueteando, yo ya me había acostumbrado, pero me sentía agobiada por ser la única que sabía que en el fondo sus juegos no eran juegos, y que realmente entre ellas había algo más. Tzuyu parecía más distante de mi desde la fiesta, como si estuviera molesta conmigo o algo así. Chaeyoung, bueno, Chae era Chae, todo seguía igual que siempre con ella, o eso es lo que yo aparentaba. La verdad es que fingir que nada pasaba, fue más difícil de lo que pensé, cada día Chaeyoung me gustaba un poco más. Sus expresiones, su forma de hablar, sus movimientos, su manera de ser, su forma de pensar, me fui encantando cada vez más de la pequeña chica, y ella no tenía ni la menor idea.

Cuando ella se excusaba para irse antes o para faltar a algo, yo en el fondo sabía que lo que hacía era ir a juntarse con su novia, Somi, y me partía el corazón en mil pedazos. El dolor era parte del amor, lo había leído en muchas partes, que el amor duele, pero hubiese preferido no experimentar esa parte.

Uno de los días más dolorosos de mi vida fue aquel viernes. La práctica había terminado hace ya más de veinte minutos, todas se habían ido a casa, o eso creía. Yo había vuelto a mi escuela a hablar con una profesora sobre un trabajo, y al salir del salón de profesores recordé que había dejado algo en el salón del club de baile. Tuve que caminar todo el trayecto nuevamente de vuelta a la otra escuela, ya estaba cansada de ir de un lado a otro, arrastraba los pies por los pasillos. Era bastante tarde ya, el naranjo del atardecer estaba en su punto más intenso, casi no se podían distinguir las cosas al mirar dentro de los salones de clases por la sombra que se generaba a contraluz.

Clase 1-C, no sé por qué tuve que mirar. Fue una coincidencia, yo solo iba caminando y por pura casualidad, miré al interior de aquel salón. Pude ver dos siluetas a contraluz, estaban muy cerca, tan cerca que parecía que se mezclaban. La curiosidad me ganó, puse más atención para entender lo que mis ojos veían. De las peores decisiones de mi vida, pues me di cuenta de que las figuras, una de pie frente a la otra que estaba sentada sobre un escritorio, eran nada más ni nada menos que Somi y Chaeyoung. Somi estaba besando a Chaeyoung, sujetaba su cara con ambas manos, mientras que Chae se sujetaba al escritorio. Mi corazón se rompió en mil pedazos, juraría que pude sentir como se caía al piso y retumbaba por toda la escuela como si fuera un vidrio quebrandose.

Caminé desconsolada hasta el salón del club, era algo que pasaría tarde o temprano, pero sentía como si fuera la confirmación definitiva, que era cierto y no había manera de negar que Chae y Somi estaban juntas, de que eran realmente novias, que no eran solo algunas palabras de una chica borracha. Abrí la puerta del salón del club, me encontré con dos figuras, las cuales distinguí se estaban besando, fue como un deja vu, y no pude evitarlo, las lágrimas comenzaron a caer por mi cara sin control. No me importaba ser vista por Sana y Dahyun, las chicas que estaban hace un rato besándose apasionadamente ahora me abrazaban sin entender por qué yo no podía parar de sollozar.

No pude explicarles a mis amigas la razón de por qué no paraba de lloriquear, si Chae no les había contado sobre su relación con Somi, era por algo, y por mucho que me doliera, yo no pensaba pasar a llevar las decisiones de la chica. Aun así, mis buenas amigas estuvieron ahí para mí, me dejaron llorar todo lo que quise sin cuestionar nada cuando se convencieron de que nadie me había hecho algo malo.

—Si te dijeron o hicieron algo, nosotras mismas le matamos, con estas manos—dijo Dahyun con las manos en alto.

—¿Si nadie te hizo nada entonces por qué lloras?—pregunto Sana acariciando mi espalda.

—Solo...quiero...llorar—dije entre sollozos.

Más nada, solo el sonido de mi llanto y palabras de consuelo.

Cuando logré tranquilizarme habían pasado casi treinta minutos, sentía los ojos hinchados y la cara adormecida. Incluso una de mis piernas se había dormido y no me había dado cuenta, ya que estaba sentada en una incómoda posición. Sana y Dahyun fueron a dejarme a mi casa. Yo no les dije nada por lo que acababa de verlas haciendo, de todas formas, ya sabían que yo sabía sobre ellas.

Corrí a mi habitación fingiendo sentirme enferma del estómago, para que mis padres no preguntaran por qué parecía que había estado llorando, me metí en mi cama y me dormí poco tiempo después. 

Malentendido (Michaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora