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Llegamos en pocos minutos hasta la casa de Chaeyoung, las luces estaban todas apagadas. Toqué el timbre, pero no hubo respuesta. Volví a tocar y entonces la puerta se abrió lentamente.

—¿Mina?—preguntó confundida cuando me vio de pie frente a su entrada.

—Vamos a celebrar nochebuena a mi casa, Chaengie.

—Pero...

—¿Estás en pijama?

—Ya me había acostado a dormir—me dejó entrar a su casa.

Le hice unas señas a mi padre para que esperara un poco.

—¿Te trajo tu papá?—se sorprendió al ver el auto afuera.

—Sí, así que ponte algo de ropa y vamos a mi casa—entré detrás de ella y encendí la luz ya que Chae no se había molestado en hacerlo.

—Gracias, Mina, pero...

Me estaba dando la espalda a propósito, así que me acerqué a ella y con un poco de fuerza la tomé del hombro para girarla hacia mí. Tenía los ojos hinchados, y sobre sus mejillas se notaba un rastro de lágrimas secas.

—Chae...—la abracé con todas mis fuerzas. Se tensó en un principio, pero después se relajó y enterró su cabeza en mi hombro, rodeándome con sus brazos—Ya, ya...—la consolé, acariciando su cabeza, se puso a llorar como una niña pequeña.

—Lo siento—dijo entre sollozos.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no pidas perdón?—me separé y busqué sus ojos—Ahora, ve a cambiarte para ir a comer una deliciosa cena con mi familia—le di un beso en la frente y luego la solté, ella asintió y subió rápidamente las escaleras.

Chae trajo consigo el postre que había preparado, cerró la casa y subimos al auto.

—Buenas noches, señor Myoui—saludó mientras subía.

—¡Chaeyoung! ¿Cómo estás?

—Bien, muchas gracias, ¿y usted?

—Contento porque te nos unes, y hambriento, así que ponte el cinturón porque nos iremos rápido.

Desde el asiento del copiloto, me giré a verla por sobre mi hombro, ella miraba por la ventana con una sonrisa. Yo sonreí al verla sonreír.

—¡Chaeyoung!—mi mamá la recibió con un abrazo—¿Ya comiste algo?

—Hola señora Myoui—ella respondió el abrazo como pudo, con el recipiente del postre en una mano—La verdad es que no he comido.

—Entonces debes estar hambrienta...¡pues sentémonos a comer!

La cena estaba deliciosa, las horas que pasamos preparándola valieron la pena. Los 24 de diciembre me pasaba casi todo el día sin comer, solo para comer hasta reventar en la cena. Chaeyoung en un principio comía con timidez, pero mi mamá la regañó, le sirvió un tazón de arroz enorme y la obligó a comer sin vergüenza. Mis padres le hicieron el típico interrogatorio sobre su familia, su vida, sus gustos, sus intereses, la escuela, etc. Chae no parecía incomoda, de hecho la noté muy cómoda y contenta. Escuchaba con atención cada historia de mis padres, historias que yo ya estaba aburrida de escuchar, pero ella parecía disfrutarlas como si fueran realmente lo más interesante que le hubiesen contado en su vida.

Después de la cena, comimos el postre que había hecho Chae, un tiramisú. Mis padres ya estaban encantados con Chae y cuando probaron el postre, estoy segura que quisieron adoptarla.

—Hija, tienes que darme la receta de este tiramisú, no puedo creer lo delicioso que está—mamá estaba comiendo su segunda porción.

—Cuando quiera puedo enseñarle, señora Myoui—dijo con una gran sonrisa.

Malentendido (Michaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora