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Salimos por la puerta principal, y nos escabullimos por el costado de la casa para llegar a la playa. Caminamos un poco hasta llegar a unos roqueríos, con la poca luz que otorgaba el crepúsculo apenas podía ver lo que había en el piso.

—Por aquí—la chica bajó por una roca y una vez abajo me ofreció su mano para ayudarme a bajar.

¿Por qué nos habíamos apartado tanto de las demás? ¿Por qué habíamos salido a escondidas? Por mi mente pasó la posibilidad de que quizás a Chae...si le gustaba y estaba a punto de decírmelo...Pero desvanecí la loca idea inmediatamente. Se vale soñar.

—¿Por qué vinimos hasta acá?

—Yo...—parecía pensativa—quería venir contigo hasta aquí, eres la única que podía acompañarme— tomó asiento sobre una piedra, yo me senté en otra piedra junto a ella.

Se metió la mano al bolsillo del pantalón y sacó una cajetilla de cigarros.

—Me daba miedo venir sola y quería fumar—se rio con el cigarro apagado en la boca.

—Voy a volver—dije, poniéndome de pie.

Y yo imaginando escenarios fantásticos.

—¡No, espera!—me tomó de la muñeca para detenerme.

—No quiero verte fumar, no me gusta que lo hagas.

—Eres la única que sabe que lo hago—me miró suplicante—te prometo que esta será la última cajetilla que fume.

—Prefiero que me prometas que será tu último cigarro.

—Bien, si así lo quieres, te prometo que este será el último cigarrillo que fume en toda mi vida.

—Si no lo cumples, tienes que pagarme un millón de dólares.

Abrió la cajetilla y contó los cigarros.

—Dos—me mostró el interior de la cajetilla—Dos cigarros quedan, te prometo que se quedarán por siempre en esta caja.

Quité mi cara de molestia cuando volvió a guardar la cajetilla en su bolsillo.

—De todas formas, no entiendo que tiene de bueno fumar.

—Nada. Un día lo hice por curiosidad, después lo seguí haciendo por estar aburrida, luego se convirtió en una forma de llamar la atención, quería que alguien me regañara por hacerlo, pero nadie sabía que lo hacía, ni mis padres, y al final se volvió una necesidad, cada vez que estoy nerviosa por algo siento la necesidad de fumar un cigarro.

—¿Estás nerviosa?

—Un poco.

—¿Por qué?

—¡¿Bromeas?! ¡Hoy casi te mueres!

—Ah, es verdad—recordé lo que había pasado hace un par de horas—¿Qué hubieses hecho si moría?

—Llorar y llorar, me hubiese secado llorando.

—También te hubieras fumado esos dos cigarros.

—Si, también.

—Pero ya no lo harás, porque me lo prometiste.

—Si, Myoui Mina—levantó el meñique de su mano derecha—Yo, Son Chaeyoung, prometo cumplir mi promesa de no volver a fumar—estreché su meñique con el mío—No quiero pagarte un millón de dólares.

Encendió su último cigarro, cubriéndolo del viento con una mano. Aspiró profundamente, cerró los ojos y luego dejó escapar el humo por su boca. Si bien fumar no era algo bueno para su salud, no puedo negar que Chae se veía muy atractiva fumando, había algo que me cautivaba de como tomaba el cigarro entre sus dedos, o la forma que apoyaba el cigarro en sus labios, o la forma que hacía su boca para deshacerse del humo. Debía guardar aquella imagen en mi mente para el resto de mi vida, pues esperando que Chae cumpliera su palabra, sería la última vez que la vería fumar.

Malentendido (Michaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora