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No me importó que no me mensajeara en el resto del día, me había avisado que estaría con Somi. Y nada importaba en realidad, porque mañana sería nuestro día, nadie podría cambiar eso. Además, tenía que concentrarme en mi último ensayo antes de mi última presentación en Corea.

Sin más novedades, llegó el último día de clases y día de nuestra cita, viernes.

En mi salón se organizaron para llevar comida y bebestibles, y así celebrar el último día. Todo fue muy relajado, era todo un eterno recreo, los profesores ni se molestaban en intentar hacer clases a esa altura. Pasé un increible día junto a mis compañeros de clase, incluso me entregaron una enorme tarjeta con varios mensajes deseándome buena suerte en mi viaje, fue bastante emotivo, llegué a agarrarle mucho cariño a mis compañeros, a unos más que a otros, pero fue un gran año, lleno de buenos momentos, estaba muy agradecida con ellos. Esa sería una de las varias despedidas que se venían.

Supuse que Chae también estaba ocupada con sus compañeros, por eso no nos vimos hasta la hora del club, pero estaba bien, porque aquella tarde estaríamos juntas, finalmente.

En el club nos dedicamos a darle una repasada a cada coreografía que habíamos bailado durante el año y luego todas sacamos más comida de nuestros bolsos, para compartir mientras charlábamos. Momo soltó algunas lágrimas, agradeciéndonos a todas por hacer posible la existencia del club que tanta alegría le dio en su último año escolar. Nos lamentamos porque las chicas de tercero ya no estarían más, y yo tampoco. Tzuyu, Dahyun, Chaeyoung y Jihyo prometieron mantener el club vivo y conseguir nuevos miembros. El vínculo que había formado con estas ocho chicas era uno que nunca había tenido con nadie, ni con mis amigas de Japón logré tenerlo, en ese corto año conseguí ocho hermanas, bueno siete hermanas y una novia, mejor dicho.

Nos dimos un abrazo entre todas y no pudimos evitar ponernos a llorar, no queríamos separarnos, pero así es la vida, el tiempo pasa y la gente debe avanzar. Así como mis compañeros de clase me tenían preparada una tarjeta de despedida, nosotras les hicimos una pequeña tarjeta a cada una de las chicas de tercero, junto con un marco de fotos que portaba una fotografía de todas juntas en nuestra presentación del festival. Dios, cómo iba a extrañar a mis amigas.

Todas juntas salimos del salón, cerramos la puerta de manera ceremoniosa, despidiéndonos del lugar, y emprendimos marcha hacia la salida de la escuela. Chae aprovechó de acercarse a mi y tomó mi mano, yo acepté el gesto con gusto.

Cuando estábamos en la salida, cada una se fue por su lado, no sería la última vez que nos veríamos de todas formas.

—Mina unnie—me habló Chae, cuando ya nos habíamos quedado solo Sana, ella y yo.

—Dime, Chaengie.

—No vayas a enojarte, pero...Somi me pidió que le llevara un cambio de ropa al hospital...

Rodé los ojos.

—Te juro que no tardaré, correré a su casa, luego al hospital, le entregaré la ropa y, si es necesario, volaré hasta tu casa—hacía gestos con las manos para enfatizar que sería rápida.

—¿Te parece si nos encontramos en el café directamente?

—Ahí nos vemos—sin importarle la presencia de Sana, se acercó para darme un beso.

—Sigo aquí—dijo Sana.

—¡Nos vemos!—gritó Chae, que ya iba varios metros lejos, pues había comenzado a correr de inmediato.

—Corre bastante rápido para tener unas piernitas cortas de duende—Sana aún seguía algo molesta con Chae, a pesar de que le expliqué que todo con Somi había sido un malentendido.

Malentendido (Michaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora