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—Mina, hija—escuché la voz de mamá llamándome—despierta—bostecé con los ojos aún cerrados.

—¿Qué pasa mamá?—pregunté desorientada.

Con esfuerzo abrí los ojos. Siete de la mañana, ¿por qué me despertaba tan temprano?

—Llamaron de la aerolínea, adelantaron tu vuelo.

—¡¿Cómo?! —me senté de golpe en la cama.

—Tu vuelo sale a las nueve de la mañana, tenemos que salir lo más pronto posible.

—¿Pero cómo? ¿Por qué? No, no puedo irme tan pronto, tengo que...tengo que hablar con Chaeyoung—comencé a hiperventilarme.

—Puedes llamarla, hija, dile que vaya al aeropuerto, no tenemos tiempo para pasar por su casa.

—Pero...

—Rápido, hija—me dio unos golpecitos en la espalda para apurarme—Te preparé el desayuno.

Era imposible. ¿Por qué justo mi vuelo se había adelantado? Era como si el destino no quisiera que hablara con Chaeyoung. Al diablo todo, hice lo que debí hacer en el primer instante en que me arrepentí de pelear con ella, la llamé por teléfono.

Marqué, pero sonaba fuera de servicio. Le escribí, pero tampoco le llegaban mis mensajes.

Mina: Chae, mi vuelo se adelantó, salgo en dos horas (8:02 am)

Mina: necesito hablar contigo antes de irme, por favor (8:02 am)

Mis manos temblaban de los nervios. Le marqué a Sana.

—¿Mina?—contestó con la voz ronca, seguro la había despertado.

—Sana, adelantaron mi vuelo, me voy en dos horas.

—¡¿Dos horas?!

—Tengo que estar en una hora en el aeropuerto.

—¿Le avisaste a las demás?

—No, aún no, tengo que alistarme para salir.

—Tranquila, yo les avisaré.

—Chae no contesta mis llamadas.

—También la llamaré, no te preocupes.

—Gracias, muchas gracias.

—Nos vemos en el aeropuerto—cortó la llamada.

Me vestí lo más rápido que pude, mientras seguía marcando el número de Chae. Bajé a la cocina y desayuné, mientras seguía intentando que Chae contestara alguna llamada. Metí mis maletas al auto, mientras con una mano marcaba. Nada, fuera se servicio.

Subí a mi habitación a hacer una última revisión, por si se me quedaba algo importante. Mi celular sonó. Contesté de inmediato.

—¿Chae? —pregunté casi sin aire.

—Soy Sana, ya le avisé a las chicas, conseguimos que los padres de Dahyun y los de Jihyo nos lleven al aeropuerto.

—Gracias Sana, si no pudiese despedirme de ustedes, lloraría todo el camino hasta Nueva York.

—Pero...Chae...Chae no contesta mis llamadas.

—¿Crees que sea porque lo tiene apagado?—pregunté con lo último que me quedaba de esperanza.

—Y debe estar durmiendo—afirmó mi amiga.

—No puedo irme sin verla, Sana, no puedo.

—Tranquila, amiga, ella llegará, estoy segura de eso, porque si no lo hace se arrepentirá para siempre.

Malentendido (Michaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora