7 - Sin otra opción más que avanzar

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Cuando Mjiern apareció en su puerta a primera hora en la mañana se le veía más enérgica que de costumbre

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Cuando Mjiern apareció en su puerta a primera hora en la mañana se le veía más enérgica que de costumbre.

Nevan apenas pudo darle los buenos días cuando su amiga le arrastró de un brazo hasta el comedor principal y empezó a luchar contra los niños para mantenerlos alejados de él.

El resto de su familia se mostraron educados y corteses como la noche anterior, y de algún modo el desayuno fue menos caótico que la cena, quizás debido a que fue más breve.

Antes de que Nevan pudiese acomodarse en su asiento mientras trataba de sacarse de encima a uno de los niños, Mjiern ya había llenado su plato de comida y le apresuró a comer. El chico tuvo la certeza de que de haberse demorado un poco su amiga habría encajado toda esa comida en su garganta a la fuerza.

Comieron con prisa, se despidieron del resto del clan entre empujones y de pronto ya estaban en la entrada de la finca Ar'Farith, rodeados de sirvientes que se suponía estaban ahí para despedirles pero que parecían estar especialmente atentos con él.

Nevan no tuvo problemas en ignorar las miradas indiscretas, y se enfocó en su amiga, que estaba dándole instrucciones a la anciana Kradah con amplios gestos de manos.

Mjiern siempre había sido energética y algo ansiosa, pero incluso en los días donde el estrés estaba al máximo Nevan nunca la había visto de esa forma. ¿Qué le ocurría? Era obvio que algo estaba fuera de lugar.

Y por si las cosas no eran lo bastante incómodas de la nada Nevan sintió un fuerte golpe en la espalda que por poco le deja sin aire.

No le hizo perder el equilibrio pero si pretendían desarmar su esqueleto iban por el buen camino.

—¡Mi velia! —gritó el responsable pasando a su lado como si nada.

—¡Wah-...!

Lo siguiente que todos vieron fue a Verkal Sur'Elen levantar en el aire a su prometida con extrema facilidad y abrazarla cual niño con su juguete favorito.

Nevan le habría gritado algo poco educado, pero necesitó de varios segundos extras para recuperar el aliento, y cuando pudo enderezarse la atención de todo el mundo estaba en Mjiern, quien se sacudía en los brazos de su prometido tratando de liberarse.

Lo curioso de la escena es que el único que parecía estarse divirtiendo era el mismo Verkal, pues todos los sirvientes a su alrededor parecían querer marcharse a juzgar por el tremendo tedio en sus expresiones, como si estuviesen cansados de soportar algo por mucho tiempo.

Solo un instante después la anciana Kradah se acercó al joven mago, llamando su atención con una breve tos fingida.

—Le ruego disculpe su rudeza, maese Grant —dijo ella—. El joven maestro Verkal suele saludar de esa forma.

—Casi rompe mi espalda.

—Se acostumbrará.

Nevan tuvo la leve impresión de que la anciana lo decía como una amenaza, pero ella no agregó más y pasó a mirar pacientemente cómo Mjiern continuaba sacudiéndose en vano.

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora