11.5 - Relaciones tensas - parte II

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Nevan y Merath no dijeron una sola palabra en todo el camino, y el mago se limitó a seguir al elfo y dejar que él hiciera todo el papeleo y la charla pertinente

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Nevan y Merath no dijeron una sola palabra en todo el camino, y el mago se limitó a seguir al elfo y dejar que él hiciera todo el papeleo y la charla pertinente.

Para cuando acabaron la noche ya había caído sobre la fortaleza y las calles heladas apenas eran transitables gracias a unas escazas linternas en las ventanas de los hogares y una lámpara de aceite que Merath usó para guiar el camino.

Llevó a Nevan hacia un enorme edificio de tres pisos, un lugar donde vivían todos los guardianes.

El primer piso estaba destinado para el comedor, sala común y cuartos de baño, mientras que los pisos superiores estaban destinados a los cuartos privados de quienes debían estar allí por la temporada. Y de vez en cuando alojaban a huéspedes y extranjeros que llegaban por motivos especiales.

Merath Ar'Farith le explicó de forma breve y seca las reglas básicas de convivencia en el edificio, mencionó vagamente dónde estaba su cuarto en caso de que necesitase su ayuda, y luego le dejó delante de una puerta de madera oscura al final de un largo pasillo en el tercer piso.

—Estarás aquí el resto de tu visita. Vendré por ti cuando sea hora de cenar.

Y sin siquiera esperar una respuesta Merath se marchó y le dejó solo.

Nevan se limitó a suspirar, abrió la puerta y quedó delante de un pequeño cuarto increíblemente austero.

Contaba con una cama estrecha, un baúl a los pies de esta para guardar sus pertenencias, una pequeña mesita de noche a un costado, un escritorio con una silla al otro extremo, y al final una minúscula ventaba como única decoración en una pared desnuda.

Nevan arrugó los labios, cerró la puerta tras de sí con una patada desanimada y se dejó caer sobre la cama. Era muy distinto a la habitación que Mjiern le había dado en la finca Ar'Farith, pero este le gustaba un poco más.

Carecía de todo lo que tenía el primero, incluso espacio, pero esa falta de excesos le hizo sentir más tranquilo. En cierta forma le recordó al cuarto que tuvo en los dormitorios de la academia en Marvelir.

Y aunque sintió el cansancio del largo viaje pesando sobre él, Nevan fue incapaz de dormir.

Tras unos minutos tuvo que sentarse, tomó su morral y buscó en este el mapa que su hermano le había dejado junto con unas notas que él mismo había tomado desde que dejó Raolk.

Con suerte habían pasado dos meses desde que dejó su hogar y se sentía como un año completo. Habían ocurrido muchas cosas y el paso del tiempo se sintió ajeno, perturbante. Tampoco ayudaba que en todo ese tiempo no hubiese encontrado una sola pista de cómo ayudar a Callie.

Pasó largos minutos anotando los detalles sobre su pequeño viaje hacia la fortaleza, cuando de repente el ruido más espantoso que había escuchado en su vida retumbó en toda su habitación y casi le provoca un infarto.

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora