20 - Cuando bajas la guardia

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Nevan se hundía

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Nevan se hundía.

El cielo era rojo, el mundo había desaparecido y todo lo que permanecía a su alrededor era un mar negro como la tinta.

Tampoco tenía la consistencia ligera del agua, sino que era un mar de una sustancia viscosa, oscura y densa, que le tragaba poco a poco. El chico no podía sentir sus piernas, que se habían hundido hasta por encima de sus rodillas, pero sí sentía el frío calando hasta sus huesos.

Tenía claro que era una pesadilla, pero aquel frío era demasiado real para tratarse de un sueño cualquiera.

<<Nevan...>>

Manos ajenas sujetaron a Nevan de sus muñecas, jalándole hacia abajo y hundiéndole un poco más en aquel frío espantoso.

Al mirar hacia abajo encontró brazos grisáceos, casi cadavéricos, sujetándole con fuerza, y al mirar un poco más arriba encontró el rostro ennegrecido de Theo.

<<No...>>

Líquido negro brotaba por sus ojos, oídos, nariz y boca, incluso por la herida en su pecho, y sus ojos eran absolutamente negros, como si se tratase de un espíritu.

Nevan quiso gritar. Quiso salir corriendo hasta que su cuerpo no diese más, pero su cuerpo apenas respondía, y el terror que calaba por su espalda hacía las cosas más difíciles.

—Nevan...

—N-no... Por favor...

—Tú me hiciste esto Nevan.

Las manos manchadas de Theo se elevaron hasta el rostro del mago, agarrándole con fuerza cual garras, manchando todo de brea y usando fuerza de tal modo que le empujaba hacia abajo lentamente.

—¿Por qué sigues vivo... Y yo no?

Nevan cerró los ojos con fuerza, dejando escapar dos diminutas lágrimas antes de que le hundieran por completo en la brea.

Mientras se hundía podía sentir las manos ajenas rodeando su cuello, cerrándose como grilletes y apretando.

—... -an-...

Su instinto le decía que luchara, que lo que sea que estuviese sucediendo no podía ser, y que debía escapar. Pero cuando lo intentó, una nueva voz habló fuerte y clara: "¿por qué debía hacerlo? ¿Qué derecho tenía?"

—Grant-...

Theo perdió su vida y Callie sus ojos por su culpa. Habían pasado meses y seguía sin producir un solo resultado que justificara su libertad... O su vida misma.

Si tuviera que ponerle fin a todo...

—¡NEVAN!

Nevan despertó inhalando con fuerza, como si se estuviera ahogando.

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora