Mjiern Ar'Farith despertó en la oscuridad.
No tuvo idea de dónde estaba o qué había ocurrido hasta que intentó moverse y una espantosa punzada de dolor atravesó todo su cuerpo, haciéndole recordar casi a la fuerza lo que sucedió delante del templo de lago Saeric.
<<Nalaris... En Andaluvan Mael... Y el árbol sagrado estaba...>>
Se forzó a abrir los ojos y al principio solo vio oscuridad profunda. Parpadeó con fuerza, y tras unos segundos distinguió formas extrañas en la penumbra por encima suyo, y pequeños puntos luminosos similares a luciérnagas.
Intentó moverse, pero el dolor fue tanto que estuvo segura que no le habían dado tal paliza desde su pelea con la nalari Yovat en Marvelir.
Recordó haber sido apuñalada, pero cuando llevó una de sus manos hasta la herida, la encontró cerrada casi del todo.
Su ropa aún tenía el agujero de la daga que le perforó, y podía sentir la humedad de su propia sangre aún fresca, pero su piel se sentía casi completamente lisa aún si el dolor seguía allí.
Luego notó que una energía ajena cubría su cuerpo, brindándole fuerza y un calor acogedor que —aunque extraño—, no era del todo malo. Pero aún así se sentía... Curiosamente familiar.
Si no mal recordaba, había sentido algo así cuando fue tratada varias veces por los sanadores del sagrado dios Verati en el pasado. Entonces...
—¿...Via'Mirenea?
—Ah... Daem... Al fin estás despierta.
La luz a su alrededor creció poco a poco y distinguió una figura de pie a un costado suyo, pero la visibilidad era tan mala que tuvo que usar su propio poder para crear múltiples burbujas de luz.
Cuando finalmente pudo distinguir su entorno, Mjiern se dio cuenta que estaba rodeada de enormes raíces. En ese momento se encontraba recostada sobre una, y otras más se extendían y aparecían por el techo y las paredes, pero a un costado podía distinguir baldosas de cerámica y piedra, candelabros de metal destruidos en el suelo, amplias alfombras arruinadas, linternas aplastadas y los restos rocosos de unas cuantas estatuas.
Luego miró hacia su izquierda, y a menos de un metro estaba Mirenea Aj'Vinan, de pie con ambas manos pegadas a una gruesa raíz, ambas palmas rodeadas de un delgado halo de energía de color verde, la misma que Mjiern sentía rodeándole y sanando sus heridas.
—Tú... Me curaste.
—Jaja... —la pelirroja esbozó una sonrisa—. Soy una llamada de Verati. Curar heridas físicas es lo único en lo que soy buena.
—Lo que estás tocando...
—Ah, es lo que queda de las raíces del árbol sagrado.
Mjiern sintió que se le hundía el estómago. Sí, por eso había ido allí en primer lugar, para encontrar una forma de reactivar el árbol. Si pudiesen redirigir su poder de forma que-...
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La Balanza de Itier | El Legado Grant II
FantasyTras diez años de encierro en la academia de magia de Marvelir, Nevan Grant regresa a su tierra natal para reconciliarse con su pasado, pero la libertad de la que goza es amarga, pesada, y las pesadillas junto con la culpa de lo que vivió en aquella...