6.2 - Extra: Responsabilidad

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Ya pasaba de media noche cuando Nevan salió del gran salón comedor del clan Ar'Farith, y estaba exhausto

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Ya pasaba de media noche cuando Nevan salió del gran salón comedor del clan Ar'Farith, y estaba exhausto.

Durante toda la cena fue bombardeado con pregunta tras pregunta, casi haciendo malabares para mantenerse atento a dos o tres conversaciones simultáneas distintas mientras los niños revoloteaban a su alrededor por mucho que los adultos trataban de controlarlos.

Habría tenido que permanecer allí por al menos tres horas más de no ser porque el patriarca de la familia hizo un comentario sobre lo tarde que era y lo inapropiado de mantener a un huésped despierto a tan altas horas.

Solo un segundo después de escuchar esas palabras Mjiern se puso de pie y arrastró a su amigo fuera del salón, dando las buenas noches a todos tan rápido como pudo al mismo tiempo que trataba de despegar a uno de los niños de su pierna.

—Por los siete...

Salir del gran salón comedor fue como ir de un extremo de la ciudad a otro. El bullicio y el calor desaparecieron de golpe, convertidos en un simple murmullo donde la brisa fresca del jardín les brindó un pequeño alivio que necesitaban.

—Lo siento tanto Nevan —dijo la elfa—. Nunca creí que toda la familia se comportaría así.

Mjiern cerró la puerta tras ellos y se veía casi tan cansada como él. Su amiga había hecho su mejor esfuerzo para mantener a su energético clan a raya, pero tampoco hizo una gran diferencia considerando que a ratos ella también se quedaba escuchando los relatos de Nevan, incluso contribuyendo a las mil preguntas que el chico estuvo obligado a contestar.

—Está... Bien —Nevan forzó una sonrisa poco convincente—. No fue tan malo.

—Mejor déjame llevarte a tu cuarto.

—Claro, pero deja de llamarlo así que me haces sentir pobre.

—¡¿Por qué?! ¡P-perdón!

Emprendieron el camino a paso lento, con calma, y Mjiern aprovechó para seguir disculpándose por la actitud de su familia a pesar de que Nevan continuó insistiendo en que no fue la gran cosa.

De algún modo mantuvieron el mismo tema hasta que finalmente llegaron a la residencia, pero en vez de dar las buenas noches Mjiern emitió un quejido, pues al parecer había recordado algo.

—Ey, Nevan. Espera por mi un momento, ¿sí?

—¿Huh? ¿Para qué?

—¡Solo espera! No te duermas aún, hay algo importante que debo mostrarte.

Y con eso dicho la chica dio media vuelta y salió corriendo, perdiéndose de inmediato en la oscuridad de la noche.

Nevan estuvo feliz de ver que su usual entusiasmo no había cambiado, pero habría agradecido aunque sea una explicación superficial.

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora