37 - El significado de la fe (parte I)

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Aquel no era un sacerdote común

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Aquel no era un sacerdote común.

Mjiern no pudo reconocerle con solo mirarle, pero le bastó ver las líneas doradas en las costuras del cuello de su túnica de monje para saber que su rango era alto.

El primer golpe entre ambos fue tosco y les obligó a ambos a retroceder varios pasos.

Mjiern admitió para sí misma que ese hombre no tenía nada de normal. El primer lugar un sacerdote no debería usar una espada, estos eran entrenados en artes marciales que solo involucraban sus propios cuerpos desde que cumplían con su prueba de adultez y entraban a un templo.

Y en segundo lugar su postura delataba años de experiencia en combate.

Mjiern dio otro paso hacia atrás para acomodar su postura y vio al sacerdote hacer lo mismo, listo para atacarla sin considerar el caos a su alrededor ni las decenas de espectros entrando a la ciudad por su culpa.

—Tú... Seas quien seas, te pido que te hagas a un lado —dijo ella—. Debo reparar la barrera de Erindir.

—No.

—¿Es que no entiendes que de seguir así toda la gente en la ciudad corre peligro?

—Sí, eso es precisamente lo que vine a hacer.

Aunque el hombre definitivamente era mayor, la agilidad con la que se movió no delataba su avanzada edad.

Este aprovechó la confusión que el constante paso de espectros hacia la ciudad produjo en Mjiern para tomarla desprevenida y golpearla con suficiente fuerza para hacerle caer.

La chica sucumbió ante el golpe tan contundente y de alguna forma se las arregló para rodar a un costado y tratar de ponerse de pie, pero no vio a tiempo la patada que el sacerdote lanzó hacia ella y recibió el golpe en su estómago.

Rodó en el suelo una vez más y se quedó sin aliento, incluso dejando caer su martillo, el que se desvaneció en un instante.

Mjiern alcanzó a ver el brillo metálico de la espada ajena a punto de caer sobre ella, y aún en su estado fue lo bastante rápida como para dar una palmada en el suelo e invocar un temblor en el suelo bajo ellos.

La pequeña sacudida fue lo bastante efectiva como para hacer que el sacerdote casi perdiera el equilibrio.

Mjiern repitió su ataque, pero en vez de sacudir el suelo usó los escombros de tierra y roca a su alrededor, brindándoles una parte de su poder para hacerles levitar y lanzarlos hacia el sacerdote como proyectiles.

Aunque no fue un ataque demasiado efectivo, sí sirvió para hacerle retroceder varios pasos, y uno de los escombros incluso le golpeó en un mano, haciendo que dejase caer su espada.

Pero esta no se desvaneció como un arma élfica normal haría, así que... ¿Era una espada común? ¿Por qué? Un elfo de Andaluvan Mael jamás usaría un arma que no haya sido otorgada por su dios patrón.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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