33 - Miedo al rojo (parte I)

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No demoraron demasiado en arreglar lo necesario para partir

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No demoraron demasiado en arreglar lo necesario para partir.

Los guardianes de la fortaleza habían preparado todo con antelación en los días que el equipo de rescate y reconocimiento estuvieron fuera. Ahora todo lo que necesitaban era la orden para moverse.

El día anterior a la partida todo el mundo corría en la fortaleza. Verkal estuvo hasta tarde dando instrucciones a la gente de su equipo y coordinando sus prioridades al momento de la partida.

Merath se encargó de preparar el equipo necesario, herramientas y algunas provisiones, mientras que Nevan y Balnok pasaron el resto del día y parte de la noche estudiando el libro misterioso en el archivo.

A ninguno de los dos les hizo gracia tener que pasar por alto decenas de páginas sobre la creación y estructuración de todo el territorio de Andaluvan Mael antes de que los dioses élficos establecieran a su gente allí, pero por desgracia la prioridad era otra.

—Oye, Bal. Si el comandante dice algo sobre que yo no debería estar leyendo esto porque es confidencial...

—Tranquilo, yo no vi ni escuché nada.

Ambos sonrieron y siguieron trabajando.

Nevan quería creer que cuando todo se hubiese calmado, podría volver a la fortaleza y estudiar ese libro con calma, tomar todas las notas que quisiera y quizás incluso ayudar a Balnok en el informe oficial que sería enviado a las Islas del Límite Blanco, pero...

Habiendo nalari involucrados, nada era seguro. Mucho menos su propia vida.

Al día siguiente todos en la fortaleza se levantaron antes del amanecer. El sol apenas comenzaba a asomar por el horizonte cuando uno tras otro, decenas de guardianes comenzaron a dejar la fortaleza, formándose en pequeños grupos, tomando monturas y cargando con equipaje ligero y armas.

Nevan y su grupo no fueron diferentes. Todos salieron de Papeles y atravesaron el jardín de hielo en relativo silencio, por una vez siendo ignorados por los demás guardianes de la fortaleza, quienes tenían mejores cosas que hacer.

Fueron hasta la torre del comandante y aguardaron afuera mientras Merath iba a confirmar algunos detalles con Sedeos.

Verkal se apoyó en un costado, con los brazos cruzados al tiempo que bostezaba, muy distinto a Balnok, quien sujetaba con fuera las correas del morral en su espalda, agitando la cola y ni pretendiendo esconder su sonrisa de emoción.

—Bal, ¿estás seguro de esto? —le preguntó Nevan—. No te ofendas pero no pareces del tipo que es bueno luchando.

—¿Qué? ¿Te crees que me paso todo el tiempo encerrado en el archivo?

—Sí.

—Bueno, sí, pero tampoco significa que no sé defenderme. Y soy bueno escondiéndome.

Tenía razón, pero no por eso Nevan iba a preocuparse menos. Hizo una nota mental de mantener un ojo sobre el enlace, solo en caso de emergencia.

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora