40 - Calor familiar

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Nevan escuchó su propia voz reverberar en la caverna y en sus oídos como una oleada

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Nevan escuchó su propia voz reverberar en la caverna y en sus oídos como una oleada.

Ecos, ecos, ecos... Su voz extendiéndose de forma antinatural en cada espacio al interior de aquella montaña mientras veía cómo todos ante él obedecían.

<<¿Qué-...?>>

De verdad se habían detenido. Todos quedaron inmóviles como si estuviesen congelados en el tiempo, sin embargo Nevan podía ver con claridad que parpadeaban y temblaban, luchando por volver a moverse.

Y al mismo tiempo sabía que algo ocurría con él.

Tras gritar aquella única palabra-... No, incluso antes de eso. Cuando vio a la nalari Lyena levantar su cuchilla fue presa de un pánico y una rabia tan potentes que dentro de él una extraña y de algún modo familiar fuerza... se rompió y activó.

<<¿Qué... me está-...?>>>

Podía sentir un fuerte hormigueo corriendo por todo su cuerpo, su garganta quemaba, su sangre hervía y los latidos de su corazón eran tan estruendosos que no podía escuchar nada más.

A pesar de su confusión tenía claro que aquella energía emanaba de él, distorsionando el aire y la tierra a su alrededor como si fuesen olas en el mar. Y así el mundo a su alrededor también se distorsionaba.

Pero tras unos pocos pero aún así eternos segundos aquel poder comenzó a menguar. Con cada segundo el poder que hervía en su pecho fue desapareciendo y antes de notarlo el joven mago estaba vomitando su propia sangre.

—¡Ugh-...!

De esa forma su cuerpo fue libre de aquel hormigueo, y todos a su alrededor finalmente pudieron moverse una vez más. Eran libres.

Pero esa libertad trajo consigo extrañas consecuencias.

Para empezar quienes estaban de pie cayeron hacia el frente como si algo les hubiese empujado, y quienes estaban atados se vieron libres de los hilos mágicos de la chica nalari, sin embargo nadie fue capaz de moverse de inmediato.

Hubo quejidos de alivio y breves jadeos de sorpresa, pero todos sin falta estaban temblando.Nevan era el peor entre ellos.

Si bien antes había sido inmovilizado por Muved, tras acabarse los efectos de aquella energía el elfo cayó a un costado y Nevan apretó los dientes para contener un grito de dolor.

De un momento a otro pudo sentir cómo todo su poder mágico era drenado de su cuerpo y lo que restó fue dolor, casi como si algo hubiese aplastado casa músculo, incluso sus huesos.

<<¿Qué...? ¿Por qué-...?>>

Pero su atención fue redirigida hacia múltiples crujidos a solo unos pasos de él.

Las cuchillas de cristal rojo que Lyena había creado se hicieron añicos y luego polvo tras caer al suelo, desapareciendo en míseros segundos como si algo les hubiese aplastado, y ella trastabilló varios pasos al levantarse y tratar de erguirse.

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora