Nevan Grant sintió la nieve en su piel.
No recordaba cómo ni cuando fue que salió de la enfermería de la fortaleza, pero cuando entró en razón se vio rodeado de blanco, con las manos congeladas y la punta de las botas enterradas en la nieve.
Su mente había divagado y caído en espiral al recordar las últimas palabras de aquel elfo moribundo.
<<Habían nalari en Andaluvan Mael.>>
Era como si la sombra rojiza del séptimo juicio le hubiese perseguido todo el camino desde Marvelir. ¿Era Yovat? ¿Había más gente como ella?
<<¿Qué voy a hacer ahora?>>
Ignorando el frío, Nevan apretó los puños mientras sentía que le faltaba el aire. Comenzó a inhalar y exhalar de forma errática, más y más rápido, al mismo tiempo que un pitido agudo en sus oídos crecía y opacaba el perpetuo murmullo de la tormenta eterna al otro lado de la barrera.
Bump... Bump...
—Ah...
De pronto una fuente de calor ajena creciendo a la altura de su pecho se volvió tan intensa que causó una pizca de dolor, lo suficiente como para llamar su atención y obligarlo a salir de aquellos pensamientos oscuros.
Nevan llenó una mano hasta su pecho y sujetó con cuidado su relicario, sintiendo el calor que este emitía reducirse rápidamente, como si hubiese estado esperando a que el chico reaccionara.
—Tú otra vez... —murmuró el mago—. Jaja...
Nevan envolvió el objeto metálico con una palma y notó cómo el calor que irradiaba crecía y descendía una y otra vez, de forma lenta, como el latido de un corazón.
Iba a un ritmo mucho más lento que el suyo, y como muchas otras veces en que despertaba de pesadillas, el mago se dejó llevar por aquel ritmo y se concentró en sincronizar su respiración a este.
Luego de unos cortos minutos, pudo calmarse.
Cosas así habían estado sucediendo desde que se marchó de Marvelir, y aún no entendía cómo era posible. ¿Estaba relacionado a lo que ocurrió en el séptimo juicio? ¿O es porque finalmente estaba fuera de aquella ciudad?
Quizás incluso eran debido a lo que sea que Almeric colocó en aquel relicario.
Las opciones eran varias, pero Nevan no tenía ni una sola pista. Sin embargo sea lo que sea, estaba agradecido de que su relicario reaccionase de aquella forma cuando lo necesitaba.
Aunque pareciera raro, era como si nunca estuviese solo.
—¿Grant?
Merath y Verkal salieron de la casona que era la enfermería y tras ellos a algunos pasos de distancia también apareció el comandante Eid'Viaj.
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La Balanza de Itier | El Legado Grant II
FantasyTras diez años de encierro en la academia de magia de Marvelir, Nevan Grant regresa a su tierra natal para reconciliarse con su pasado, pero la libertad de la que goza es amarga, pesada, y las pesadillas junto con la culpa de lo que vivió en aquella...